¿Cuándo se completan los procesos de arrepentimiento y de perdón?

En este audio y texto:
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– Enlaces al texto: pdf     (versión 1.01; 25 julio 2023)

… vemos este tema fundamental:
Cuándo quedarían completados los procesos de arrepentimiento y de perdón.

La relación con Dios es en realidad el tema más importante del audio.

Aquí debajo coloco el texto también en este formato web.
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¶ Índice
Introducción 
– Parte I: Transcripción y comentarios 
La terminación del proceso de perdón 
La terminación del proceso de arrepentimiento
– Parte II: Comentarios finales 
Comentario 1: la relación con Dios
Comentario 2: “sacar a Dios de la ecuación”, y el ejemplo del aborto para ilustrar las observaciones claves con las que termina la conversación de Jesús y M. Magdalena

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Introducción

En la primera parte abajo está la transcripción literal, traducida, de una parte de las enseñanzas presentadas en la cabecera. Haré algunos comentarios al hilo de lo que hemos visto en algunos audios y textos recientes. Pongo comentarios durante la misma transcripción, que van entre corchetes, dentro del cuerpo del texto o aisladamente. Y en la parte II hay unos comentarios finales.
La forma de transcribir es a veces poniendo quién dice qué cosa, pero otras veces no es así, y simplemente delineo el curso de la conversación tal como de forma natural se podría hacer si fuera un monólogo sobre el tema que están tratando.
Parte I: Transcripción y comentarios
Jesús y María Magdalena comienzan observando —con algo de retintín, como suele ser usual en estas conversaciones grabadas, aunque sin ánimo de herir a nadie— que usualmente nos decimos que el arrepentimiento y el perdón están terminados mucho antes de que lo estén, e incluso mucho antes de haber siquiera empezado [esos procesos de arrepentimiento y/o de perdón].
La terminación del proceso de perdón
¿Cómo sé que el perdón está terminado, hecho? Cuando el dolor emocional y el sufrimiento ya no son algo que pueda ser sentido por mí, ni algo que pueda ser recordado emocionalmente por mí. Así, hemos perdonado, y está terminado.

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Nuestra valía y el pecado intencional | Texto, y enlaces al audio

[Última actualización: 24 julio 2023: subido también el texto en formato pdf, además de formato web]

Índice
– Introducción (y enlaces al audio y al pdf)
– El pecado intencional: refuerzo de las primeras heridas emocionales, en el sentido de invitar a «tomárselo personalmente»
– El pecado intencional y el «orden de prioridades»
– El pecado intencional hecho un niño/a: el perdón y el arrepentimiento; ejemplos básicos; prioridades; aborto
– Más sobre la valía y sentir personalmente los ataques
– Pecado intencional y control
– La familia y el aborto
– Más «utilización de pecadores»: la Nueva Era
– Notas
– Textos y audios relacionados

Introducción (y enlaces al audio y al pdf)

A continuación, en los apartados de abajo, va un texto leído en este audio:
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Enlace al mismo texto de abajo, en formato pdf:  pdf   (versión 1.01. 24 julio 2023)

En realidad, antes de nada, es muy importante señalar que de este tema ─el del «pecado»─ lógicamente no queremos hablar a fondo y racionalmente, en general.

(Así, por cierto, de cierto modo le entregamos el tema del alma, y el tema de Dios, al «devenir dogmático» de las diversas religiones; o bien, entregamos el tema Dios a «espiritualidades» donde no necesariamente se distingue entre el amor de Dios y el amor natural… etc.)

Y entonces, veamos lo simple o incluso lo «fácil» que nos lo habría hecho o puesto «el universo» (si no se quiere hablar de «Dios», incluso ─podemos decir «el universo», «la vida», etc.─):

1. No hay casualidades.
2. Los eventos (incluyendo cómo nos tomamos los eventos) expresan la condición del alma.
3. Los eventos expresan dicha condición tanto individual como colectivamente.
4. Esa condición del alma (de cada cual) no es la condición óptima.
5. No es lo óptimo porque está en desarmonía con el destino del alma (y con su origen o estado inicial de pureza, es decir, de no estar condicionada por diseño a ser así o asá).
6. Lo que provoca esa desarmonía (entre el alma y su destino/origen) es algo concreto.
7. Ese algo concreto se llama «pecado».
(Lo podríamos llamar «error», pero parece sensato reservar la palabra «error» por ejemplo para casos como los de un aprendizaje digamos más «banal», cuando por ejemplo un niño, al aprender a andar, se tropieza y «yerra».
Pero el fenómeno sería esencialmente el mismo, porque siempre se puede conceptuar como «desobediencia a las leyes naturales».
Aprendiendo, el niño está así como «desobedeciendo» la ley de la gravedad. Esta ley sería simplemente «amorosa» ─si trabajamos en base al supuesto de que el universo no está hecho «a mala leche»─.
Así pues, la categoría de pecado podríamos hacer que sea más general, e incluya el caso no-intencional. Pero la mayoría de nuestros errores en realidad son más intencionales de lo que nos parece, o de lo que querríamos entender que son ─con más o menos fachada por nuestra parte, con más o menos disimule, máscara, e incluso fingimiento, etc.─.)

Entonces, la palabra «pecado» ha sido «muy mal empleada», en muchos sentidos de «mal» ─en «mal empleada»─.

Técnicamente, y dicho muy brevemente, pecado es simplemente:

– aquel comportamiento («comportamiento» aquí incluye deseos, intenciones, etc.) que está en desarmonía con el amor y la verdad,

– o la ausencia de un comportamiento que esté en armonía  con el amor y la verdad.

El pecado degrada el alma, y como dijimos, esa degradación tiene consecuencias individuales y colectivas ─pues el alma es «lo importante», lo que gobierna nuestra experiencia en muchos sentidos─.

Una clave aquí, entonces, es que el pecado es mucho más intencional de lo que quisiéramos creer, pues nuestro deseo de ignorancia acerca de sus consecuencias es en seguida cultivado por nosotros, como deseo, personalmente, en cuanto crecemos ─en cuanto maduramos más o menos─.

Es mucho más intencional de lo que nos gustaría creer, y ello por mucho que sea una cuestión muy de «mente-colmena», de «masas» humanas más o menos normalizadas, según la época… es decir, una cuestión de que «están bien vistos» ciertos comportamientos desamorosos y falaces, o la ausencia de comportamientos amorosos y francos.

Tal como aprendemos con Jesús, el pecado intencional recibido por nosotros nos causa a menudo mucho “auto-desamor”, en el sentido de causar o favorecer en nosotros un valor propio bajo, un bajo sentido o sensación de nuestra propia valía personal (a menudo muy bajo).

Pecados intencionales son por ejemplo evidentemente los golpes y gritos, realizados hacia otras personas; es decir, esas cosas que físicamente recibimos casi siempre como pecado cuando somos pequeños.

(Pero, muy importante (!): Ver el tema de «Los gritos a una madre como llamada al arrepentimiento de la madre«, aquí: unplandivino.net/ira-hijos-arrepentimiento/)

También son pecados la displicencia* y la condescendencia más o menos arrogante que reciben muchos niños ─o todos los niños─ a veces de forma continua, y que en general reciben los niños en casi todos los ámbitos donde se ven rodeados de adultos o en general de cualquier persona: madres, padres, compañeros «amigos», profesores, etc., pero también desencarnados (= «espíritus»).

Por un lado, por tanto, tenemos todas esas cosas intencionalmente hechas a los niños. Pero, por cierto, también tenemos el incesto emocional, que es aparentemente algo que podría parecernos «demasiado sutil», pero que también sería muy intenso y grave en tanto que pecado intencional, pues es una “intención herida proyectada” hacia nosotros, personalmente.

La fachada de buena madre y padre nos lleva a validarnos, a justificarnos a nosotros mismos como «conocedores de lo que es cuidar bien«, como conocedores de lo que es ser unos «mamás-papás buenos» (por ejemplo «sacrificados», sacrificados de algún modo… o «dadivosos», pero por adicciones emocionales más o menos bien vistas socialmente ─Navidad─, etc.).

Pero en estado de sueño sabemos que la fachada o máscara nos la solemos quitar ─o quitar bastante─ y por tanto solemos actuar «desde la herida» (en la fachada y sus adicciones emocionales).

Es decir, el pecado intencional hace que:

– la valía de nuestros «sometidos» (niños, etc.)

– quede enlazada a un «conocimiento del miedo» (en este caso, el miedo relativo al pecado de «incesto/abuso»).

Jesús nos comentaba cómo es que en la vida, en general, tenemos asociado nuestro sentido personal de valor, de valer, de valía, con un conocimiento que en general no está en armonía con el amor, sino con el miedo.

Es decir, en la vida pensamos ─con más o menos arrogancia─ que sabemos, que ya conocemos lo que es amar, cuidar (por ejemplo: ser buenos hijos, madres, padres, etc.), pero ese conocimiento suele estar muy en desarmonía con respecto a cómo ve Dios el amor y la verdad.

En la vida vamos arrastrando miedo desde los eventos pasados. Este miedo y muchas otras emociones se quedan dentro de nosotros sin procesar, así como bloqueadas (sin «llorar», etc.). Y eso va así como minando nuestra pureza, condicionándonos, armando en nosotros un «conocimiento» sobre el cual iremos basando nuestro comportamiento.

Y como la base de ese «conocimiento» es muy miedosa, el resultado de nuestro comportamiento nos mostrará en muchas ocasiones que estamos en desarmonía con el amor («sembraremos vientos, y recogeremos…«).

El «problema» añadido, aquí, es que usamos instituciones (empezando por el hogar ─y tradiciones, etc.─, que a veces son muy complejas) para justificarnos a la hora de sustentar todo esto (esta es en parte otra cuestión, aunque es completamente insoslayable y está inextricablemente enlazada).

Entonces, lo que son prácticas «normales de sacrificio», en la vida de vigilia, «de día» (unas prácticas «puntuadas» quizá por maltrato de algún tipo más flagrante, que «sirve» así como para que los padres, madres, etc., puedan desahogarse un poco)… eso, esas prácticas, son la cara A de una cara B que tiene lugar en estado de sueño, donde nuestra vida se convierte en pecado intencional más claramente ejercido (o sin tapujos, directo, el que por ejemplo es ejercido hacia los menores).

En el caso de que, además, las madres y padres sean muy claramente no tan «buenos» como lo querrían aparentar (mismamente en el caso de por ejemplo haber abortado, incluso espontáneamente), es lógico pensar ─y fácil de constatar, por lo que vi─ que «la fachada de buenos padres» se verá en general exacerbada, o paradójicamente más exacerbada.

Entonces, veíamos que ese incesto emocional es como una utilización energético-sexual de los niños por parte de madres, padres… etc.

Dicha utilización se daría:

– tanto en el estado de vigilia, con «proyecciones» o «bombeos energéticos», por así llamarlos, y que de algún modo confunden, mezclan, el tipo de amor «alma gemela» (del que todos tenemos anhelo, por diseño), con el amor en general (el «de amistad» en general, digamos)…
(y, claro está, a veces también ocurre simplemente con abusos físicos «reales», es decir, en este estado de vigilia).
(Ver algunas reflexiones sobre la amistad por ejemplo en: «Mi abuela: «salvada por el jamón serrano»… y aprovechamos para hablar de cómo es que «Dios es vegano»«: unplandivino.net/salvada-por-el-jamon/)

– así como esa utilización, ese incesto emocional, también ─o quizá sobre todo─ se daría en el estado de sueño, es decir, cuando vamos a dormir y salimos del cuerpo físico en el cuerpo-espíritu, pues nuestros actos en el cuerpo-espíritu pueden ser muy directamente abusivos hacia personas vistas como inferiores o que, debido a sus heridas emocionales, simplemente son más moldeables.
(Y lo que sucede en el estado de sueño sería igualmente real, ya que somos el alma que da vida tanto al cuerpo físico como al cuerpo-espíritu.)

Este incesto emocional, que sería generalizadamente «sólo» emocional (aunque, como dijimos, en estado de sueño estaría muy generalizado el «pasar al acto», en alguna medida ─según parece─)… este incesto emocional es, por tanto, otro pecado intencional recibido por nosotros como almas desde que somos pequeños.

Y, por lo que parece, por lógica, debido a toda esa “obsesión con los hijos” ─que constatamos─, y debido a todo ese “tabú de la madre” o «tabú familiar» en general ─que también constatamos─, resulta que este pecado del incesto emocional sería mucho más corriente de lo que pensamos que es. Es decir, ocurriría en una medida bastante abundante en casi todas las familias u hogares, tal como parece a todas luces cada vez más evidente.

Luego, en general, todo ese pecado intencional recibido desde pequeños, al no perdonarlo (al no sentir, al resistirnos a simplemente sentir y dejar fluir el dolor emocional acumulado por ello), estaremos resentidos, y nosotros mismos en seguida cometeremos actos más o menos desarmónicos, es decir, actos que estarán más o menos en armonía con el tipo de actos (pecados) que cometieron o tenían la intención de cometer los adultos (y/o los hermanos, etc.) de los que aprendimos a hacernos la fachada para no sanar el yo herido.

Son actos a veces muy desarmónicos, como el de instigar abortos, etc. Y, de entrada, podríamos verlos o sentirlos, en cierta medida, simplemente como una especie de «venganza ciega contra la vida».

El pecado intencional: refuerzo de las primeras heridas emocionales, en el sentido de invitar a «tomárselo personalmente» más o menos temprano en la vida

Un aspecto clave en estas cuestiones es el condicionamiento, pues todos tenemos heridas emocionales absorbidas desde nuestra estancia en el útero.

Aunque, cuidado: luego «el pecado es el pecado»; es decir, es un deseo o intención que tenemos de hacer eso, lo que sea (lo hagamos o no), y no podemos responsabilizar directamente a las heridas, muchas o pocas, que tengamos en el alma ─en tanto que emociones erradas─.

Es decir, las heridas son condicionamiento, sí; pero podemos y hemos de hacernos cargo del simple hecho de que el primer y principal motivo de que pequemos es que queremos hacerlo (en ese momento).

En el momento, aquí y ahora, hacemos o hicimos eso, y a nosotros nos toca responsabilizarnos de esa intención.

Y vale que en la vida vamos «como locos», es decir, vamos más o menos arrastrados por una vivencia en el yo herido más o menos confusa, más o menos aturdida… viviendo en ese «yo» o esa parte de nuestra alma ─con los bloqueos, etc.─ que Dios no puso, no hizo, en nosotros ─o si se quiere decir así: que «la vida», en su esencia, no puso en nosotros, si por ahora no se quiere creer en un Dios personal infinito, tal como muchos hemos comprobado que existe─.

Y vale que así, en ese yo herido, viviremos por tanto más o menos enfebrecidos, huyendo de sentir esas partes heridas de nosotros, y vale que en ese estado haremos ─o dejaremos de hacer─ cosas que en realidad alimentarán más el yo herido (pecados)… vale todo eso… pero, aun con todo, es a nosotros a quien nos toca sentir la intención de pecar y seguir pecando, reconocerla y sentirla humildemente, ya sea que la hayamos cultivado mucho o poco ya, ya sea que la hayamos recibido como «mal ejemplo» por parte de adultos, etc.

Es decir, para sanar hemos de desarrollar el carácter, sintiendo y soltando nuestras resistencias:
– resistencia al amor (es decir, a cambiar nuestra definición de amor empezando por reconocer y sentir la que tenemos, y reconociendo con honestidad cómo y cuánto queremos aprender sobre el amor «real»);
– resistencia a la fe (y así esa falta de fe o escasa fe, no puede generar deseo sincero);
– resistencia a la verdad (a la honestidad, etc.);
– resistencia a la humildad; es decir, resistencia a la hora de sentir el miedo, o cualquier emoción en general (positiva o negativa). Etc.

Los adultos transmitimos, pues, las heridas emocionales a los niños. Esto lo hacen madres, padres… Y, debido al gran rol emocional que tienen las madres biológicas, las heridas son pasadas en gran medida y al principio muy intensamente por la madres biológicas ─así como «sin querer queriendo»─.

Es decir, en el principio del traspaso de tales heridas por parte de los padres, aunque todo parezca ser «tan inconsciente» (y a la vez «transgeneracional»), siempre hay un matiz de intencionalidad, en el sentido de que si yo, cuando soy adulto/a, no sano mis heridas ─por ejemplo, como futura progenitora─, entonces, lo que ahora le sucede al niño/a ─al absorber éste, ésta, mi condición emocional herida─ cae o entra en gran medida bajo mi responsabilidad álmica, por el sencillo motivo de que yo, como adulto que ya tiene bastante autoconsciencia desarrollada, y bastante ejercicio del libre albedrío a sus espaldas… yo, no he sanado ni deseado sanar nada o casi nada en mi alma.

Sobre todo al principio de la vida del niño/a en el útero, muchas de esas emociones ─pero quizá no todas de entre esas emociones que vivo ahora como adulto y que están «sin sanar» (miedos, vergüenza sexual, etc.)─, muchas, son sentidas y absorbidas por las almas de los niños en el útero ─y son así vividas por ellos─.

Y esa absorción se da de tal forma que en principio parece que podríamos decir lo siguiente en general sobre ello: «no es algo que se dirija personalmente hacia o contra el niño/a«.

Pero, como dijimos, pese a eso, sí hay muchas emociones que serían dirigidas muy personalmente hacia la existencia misma del niño/a, como por ejemplo la incomodidad por el mero hecho del embarazo, del cambio que supone en la vida, etc. ─que es una emoción que frecuentemente lleva al aborto, es decir, al asesinato─.

Por cierto, y muy importante: también las emociones verdaderamente positivas entrarán ─por supuesto─ bajo mi responsabilidad álmica, como adulto ─y evidentemente «puntúan bien», digamos─.

Entonces, esos miedos, y esos miedos a sentir, que son miedos que todos tenemos, y también tiene la madre biológica al principio (es decir, esa falta de humildad, en tanto que la dificultad que todos tenemos en algún grado a la hora de patalear, temblar, sollozar… y liberarnos como niños pequeños, etc.), esas emociones erradas… esa resistencia a la humildad… todo eso es en seguida más o menos bombeado a menudo muy personalmente o cada vez más personalmente hacia la existencia del niño/a por nacer o del ya nacido.

En cuanto a los no-nacidos, es evidente que en muchos casos más o menos «molestan», perturban las vidas, inquietan por lo que pasará o no pasará en el futuro, pues las almas recién venidas al mundo ─o que están en el útero o probeta─ cambian la vida de los adultos ─tal como se suele decir─.

El pecado intencional y el «orden de prioridades»

Nuestro «sentido herido de nosotros mismos» nos hace que «nos dé igual todo» en algunos aspectos básicos, y no valoramos el arrepentimiento, etc., pues estaremos bastante a gusto con ciertos sacrificios que ya realizamos o que tenemos como «norma de vida», en el sentido de que «sacrificamos» el orden de prioridades natural en cuanto al amor.

Por ejemplo, al nosotros vivir en el yo herido, podemos tener y construirnos con el tiempo una «fachada de buena mamá» o de «buen papá», más o menos intensa como fachada. De ese modo estaremos sacrificando el amor por nosotros mismos por el «amor» a los demás (los niños) ─un «amor» entre comillas─. Es decir, justificaremos el sacrificio, con más o menos fachada.

Bien entendido ─pues esto puede darnos pie a confusión─ el orden de prioridades «en la vida» es que nosotros vamos primero en estas cuestiones del amor.

Eso se debe a que, si en el fondo, con lo que hacemos, nos sacrificamos, nos estaremos haciendo más infelices a nosotros mismos (ya sea a la larga o en el plazo más breve). Y si somos infelices irradiaremos eso y enseñaremos eso «al universo» ─una lección en realidad «falsa»─.

Claro está que no querremos entender que lo que hacemos es efectivamente sacrificio, sino que lo llamaremos «amor», «cuidados», etc. Pero la mayoría de cosas «en sociedad» (y en el hogar) suelen ser sacrificio, al simplemente no estar hechas totalmente «de corazón».

Y así, no podremos realmente beneficiar a nadie. Al final, en la situación, nadie saldrá realmente beneficiado, en el sentido de que el resultado no va a ser armónico de verdad con el desarrollo de todos los participantes. Es decir, no será armónico con un desarrollo real de los participantes como almas. Sí que podría satisfacerse un desarrollo por ejemplo como «cuerpos» y/o «mentes» que han de recibir una determinada educación para adecuarse a cierto sistema de creencias, cierto sistema social, etc.

Y, claro, pusimos entre comillas «amor» ─al hablar de «amor» por los demás─, porque en este caso, y como en el fondo ese supuesto amor es en realidad prácticamente sólo sacrificio, será como poco un «amor distorsionado» que a veces no tiene nada que ver con cómo Dios considera el amor.

El amor no sacrifica ni se sacrifica. El amor nos habilita a todos para ser realmente más felices, por ejemplo cuando nos habilita a sentir y practicar un verdadero altruismo, uno realmente espontáneo, un altruismo que nos salga de verdad de corazón.

El pecado intencional hecho un niño/a: el perdón y el arrepentimiento; ejemplos básicos; prioridades; aborto

El adulto que comete un acto que objetivamente degrada su alma y la del niño/a (pecado), a menudo va a querer que el niño no sienta hasta el final las emociones relativas al perdón de ese acto, o ni siquiera las empiece a sentir.

Es decir, un adulto que por ejemplo maltrata físicamente, a menudo no querrá (él u otros adultos cercanos) que el niño llore tras ser pegado.

La voluntad de que el niño no «suelte» el alma ─de que el niño no libere emociones─ es otro pecado que se añade al del maltrato físico, pues alienta al niño a no perdonar; es decir, le alienta a cometer un acto en desarmonía con una «ley básica del alma», la ley que nos dice que, para nosotros estar bien, hemos de liberar todas las emociones (y las relativas al perdón en la situación serán de «lloro», «duelo», por lo que el niño ha recibido como pecado de parte de sus progenitores o adultos cercanos).

Cuando el adulto maltrata, si a su vez sigue sin hacer su propio duelo, o sea, si sigue sin liberar de su alma las causas emocionales que hacen que tenga esa intención de pecar y que además la ejerza, ese adulto, inevitablemente, seguirá acumulando culpa ─la muy narcisista culpa─ y emociones similares superficiales de vergüenza, etc.

Hará eso en vez de afrontar las causas emocionales de sus actos; es decir, en vez de arrepentirse sinceramente y perdonar a su vez aquello que pueda surgir o descubrirse en el proceso (como causas emocionales profundas de nuestras intenciones de pecado, pues las causas serán en general resistencias a sentir emociones alojadas muy profundamente en nosotros, y que son relativas a las «cuestiones a perdonar», las cuestiones «a volver a sentir sin miedo»).

El adulto está, pues, viviendo en el miedo a sentir sus propias heridas emocionales, y esto lo puede hacer con más o menos fachada de «buena madre/padre»; o bien, obviamente puede trasladar esa actitud hacia el mundo exterior, para alimentar fachadas externas de todo tipo ─externas a la situación íntima en el hogar: fachada de buen profesional, buen ciudadano, jefa, jefe, político, etc.─.

Proteger el miedo es una desarmonía en el amor con uno mismo, viéndose «uno mismo» como alma (pues el alma no está hecha para albergar lo desarmónico con el amor, para bloquearse así).

Por tanto, ese comportamiento nos hará tener inevitablemente ─tener y vivir en─ conceptos distorsionados del amor a los demás.

Es decir, sacrificaremos el amor hacia nosotros mismos por un modo de tratar, cuidar, amar a los demás… por un modo de concebir como posibles ciertos modos de tratar a los demás, que están en desarmonía con la manera en que realmente es el amor ─la manera de Dios─.

En este caso de maltrato directo, simplemente se trata de lo que podríamos quizá denominar un pecado «directo», aunque podemos justificar nuestra intención de muchas maneras: «es que hay que pegar a los hijos por su bien» (sería la más evidente)… pero aquí ─y como fácilmente se comprueba─ hacemos todo tipo de malabares, es decir, de complejas maniobras justificatorias.

El caso del aborto también es muy simple de ver en este sentido, pues por nuestra comodidad estamos dispuestos a sacrificar una vida.

Entonces, somos resistentes, simplemente, al concepto de humildad que tiene Jesús: «deseo apasionado de sentir todo«, sea como sea la emoción, el deseo, etc. Esta falta de humildad, esto tan general, es una desarmonía en el amor a nosotros mismos. Y así, simplemente sucede que el motivo de muchas de las cosas que hacemos es para no tener que sentir por ejemplo esas incomodidades a las que acabo de aludir, y para no sentir las causas emocionales de por qué estamos dispuestos a cometer pecados y degradar así más nuestra alma.

Más sobre la valía y sentir personalmente los ataques

La valía, el sentido de «amor propio», en el niño, es una clave. Los niños siempre reciben ataques personales, aunque sólo sea maltrato emocional: displicencia más o menos arrogante, etc.

Esos ataques nos invitan a concebirnos malos en sí mismos. Es decir, cuando el ataque es personal, tenderemos a sentir, cuando seamos mayores, que lo que vivimos es un ataque personal.

Como vemos en los resúmenes sobre el tema del arrepentimiento y perdón (ver página aquí), de pequeños sentimos la intención del pecador (madre, padre, etc.), y eso crea en nosotros «sentimientos terribles si nuestra valía ya ha sido dañada«.

Y la valía ─en tanto que el sentido más básico que diríamos que «funda» el amor a uno mismo─ se ve potencialmente muy dañada desde que estamos en el útero absorbiendo muchas emociones heridas que luego no nos enseñarán a soltar, sino todo lo contrario.

En la vida habrá ocasiones en que sí podamos soltar esas emociones negativas tan tempranamente absorbidas, pero terminaremos haciéndonos una fachada a imagen de los adultos, y, por tanto, ya sea muy intenso o poco intenso el ataque personal recibido, este ataque nos hará tomarnos la vida en plan: «hay algo mal en mí» ─pues de hecho ya nos sentimos muy mal con nosotros mismos─.

En cuanto al ejemplo de la intención ejercida en un aborto, podemos preguntarnos: ¿es una intención personalmente dirigida hacia la persona, es decir, hacia la esencia única que está de hecho encarnada ya en el útero? Así lo parece, en el sentido de que a esa alma se le causa ese trauma (de violencia al cuerpo físico) por lo que ella es en sí misma: una vida concreta, aquí y ahora, pero que «no interesa».

Pecado intencional y control

La gente que tiene miedo a arrepentirse (es decir, en realidad todos nosotros, en algún grado) es más manipulable o controlable, pues en general tener cualquier tipo de miedo nos lleva ser así.

Entonces, por lógica, cuanto más cosas tengamos sobre las cuales arrepentirnos, más manipulables seremos.

Podemos ponernos en una especie de caso general extremo, y pensar en personas muy manipuladoras que, recordemos, si son así es a su vez por miedo, básicamente (es decir, debido a la resistencia a traspasar el miedo que ya tienen ─claro está─).

En los hogares hay personas con actitudes a veces muy controladoras o manipuladoras ─aunque todos los adultos somos un poco así en el ámbito más íntimo, familiar, etc.─.

Y luego, en algunas instituciones, vemos que prospera esa misma actitud como «actitud normal», o incluso como la actitud que es necesario cultivar para poder siquiera permanecer en esas instituciones y sobre todo en algunas posiciones dentro de ellas. (Obviamente aquí me refiero a instituciones como las militares y policiales, o todo tipo de cuerpos de seguridad y vigilancia, y en general escuelas, etc.)

En esos casos extremos la vida en realidad se vuelve literalmente perversa, pues toda la sustancia de los actos, del comportamiento, se podría resumir en «técnicas para controlar a pecadores», y justificarlos y/o enseñar a que se justifiquen a sí mismos.

¿Cómo nos justificamos en las diversas instituciones? Por ejemplo cultivando dogmatismos de todo tipo: religiosos, nacionales, familiares, etc. Y entonces, en todos esos lugares, para sostener todo eso, le ponemos un poco de sublimidad, o bien de «espíritu épico», de una epicidad más o menos «heroica», o de cierta «politicidad», o ponemos «ideales» diversos como aderezo… pero no deja de ser lo que es, por mucha «sal y pimienta ideales» que añadamos o queramos añadir: Son «escuelas de pecado», por decirlo rápidamente.

Jesús nos puso un ejemplo de «escuela militar» sacado de su vida en el primer siglo. Y es que su padre biológico, José, quería que Jesús cumpliera el rol de Mesías político-militar; y así, en su infancia, Jesús fue metido a una escuela sobre la guerra y todo lo relativo a ésta (incluyendo «guerra psicológica», pues por ejemplo tenían que realizar prácticas de abuso sexual; tenían que aprender a realizar ese ataque personal, y se lo hacían practicar a los niños desde muy pronto, perpetrándolo con niñas semiesclavas o esclavas, etc.).

Lógicamente, esas escuelas usan técnicas que explícitamente se aprovechan de las leyes básicas y simples sobre el alma, sobre el ánimo, sobre la dinámica emocional.

Como hemos dicho, una persona que tenga «muchos pecados» en su haber será más controlable, pues la persona tendrá más miedo a sentir todo lo que le ha hecho a los demás, cuando estuvo dañando así ─con todos esos pecados─ a los demás y a su propia alma en el proceso ─al cultivar esas intenciones desarmónicas con el amor─.

Esas intenciones no están en consonancia con el diseño o propósito del alma y las leyes naturales ─que son amorosas─; así que ya sólo el hecho de tener y mantener en el alma esas intenciones acarrea sus consecuencias ─ya no digamos las que acarrea el poner esas intenciones también en práctica─.

Podemos recordar un poco la actuación de la ley de atracción aquí, pues en general, «todo» dependerá de las heridas emocionales que ya están alojadas en el alma de los niños, y de cómo se vean los niños reforzados en su resistencia a soltar esas heridas ─a ser humildes con esas emociones─.

En las escuelas militares se verán muy reforzados ─y obligados─ a hacer eso. Y normalmente les será muy difícil resistirse a esos adultos que les quieren conducir tan mal. Si los niños siquiera pueden entrar en esas escuelas es porque ya vienen heridos desde el hogar, y, con el refuerzo recibido allí, podrán aceptar algún tiempo o incluso de por vida esas prácticas ─tras esas invitaciones tan macabras─. Podrán aceptar casi incluso de por vida esa supuesta «formación», ese «comulgar con ruedas de molino», normalizado como «educación militar», «educación patriótica», «educación religiosa», etc.

La familia y el aborto

Volviendo entonces al tema más familiar: El caso del aborto sería sólo un extremo de lo que ocurre con el sacrificio normalizado en las familias, ya que en gran parte éstas son una escuela de pecado, ya que en los hogares no paramos de usarnos entre nosotros para tapar miedos, para no tener que sentir vergüenzas, penas, soledad… Es decir, no paramos de cultivar el pecado de las adicciones emocionales.

Y, por cierto, claro está que el mayor problema para el alma parece ser el hecho de que enseñamos eso a «almas nuevas» que ni siquiera han hecho nada para merecérselo.

En general, madres y padres, «sin querer queriendo», y más o menos ayudados por la configuración de las instituciones (por la obligatoriedad de muchas instituciones bastante desarmónicas con el amor, por los chantajes emocionales sistémicos concomitantes al mero hecho de «tener hijos», etc.)… padres y madres, decíamos… transmiten ─y refuerzan─, en realidad intencionalmente, heridas emocionales a los niños. Eso repercute o condiciona el sentido de valía de los niños.

Más «utilización de pecadores»: la Nueva Era

Otro modo evidente de «usar pecadores» involucra la relación entre el mundo físico y el mundo espiritual, de la cual ya hemos hablado bastante.

Este uso se da mediante las creencias y tradiciones nuevas de la «Nueva Era», por ejemplo.

Un ejemplo de esto son las suplantaciones de Jesús, es decir, las suplantaciones o simulaciones de la esencia única personal de Jesús y María Magdalena, que se realizan o facilitan a través de cursos o libros como el curso de milagros, un curso de amor, la vía de la maestría, etc.

La gente nos vemos atraídos por «verdades a medias», y como no queremos arrepentirnos de lo nuestro y sentir a fondo toda nuestra alma (todo el dolor relativo a nuestros pecados, que muchas veces son el aborto, el aborto espontáneo, etc.), entonces, así, nos metemos más o menos ciegamente en cosas como «la Nueva Era» (pues además, resulta ser realmente muy atractivo, ya que sí que las novedades vehiculadas por libros así simulan partes importantes de lo que podemos llamar «la verdad divina» ─la verdad de Dios─).

Entonces, nuevamente, nos metemos de motu proprio, y a modo de «soldados del pecado», de «soldados del control», en esas «nuevas tradiciones», y literalmente estaremos entregando de una u otra manera el alma a espíritus más o menos controladores.

Esos espíritus (= desencarnados) tienen diversos grados de miedo a perder sus «posiciones» en el mundo espiritual, partes de la dimensión en la que estén, tradiciones, formas de vida, etc.

Es decir, este fenómeno demuestra que estamos en codependencia emocional con el mundo espiritual (igual que lo estamos con gente físicamente encarnada), debido a nuestros pecados y falta de arrepentimiento y de perdón. Y esos espíritus con los que nos «relacionamos» así, están a su vez protegiendo sus respectivos miedos, claro está.

Es decir, estamos en adicciones emocionales con el mundo espiritual (ese mundo adonde todos iremos, pues todos seremos «desencarnados»).

Así pues, somos manipulados al no desear arrepentirnos de nuestros asuntos, y al desear por tanto poner una fachada ─en este caso una fachada más o menos espiritual─ sobre ese deseo que es desarmónico con el amor: El deseo de no querer sentir el dolor relativo al arrepentimiento por ejemplo de los abortos espontáneos o físicamente violentos en los que nos hemos visto involucrados/as ─tanto por la parte de las mujeres así como de los hombres involucrados en ello─.

Notas

* Displicencia es: desagrado o indiferencia que mostramos en el trato que damos (ser tratados con displicencia).

Textos y audios relacionados

– «Humildad y valía«:
nplandivino.net/humildad-valia/

¿Por qué el motivo del miedo es siempre real? :) ¿Por qué eso sería importante?

En este audio…
Enlaces al audio: descarga // en ivoox // en spotify
… vemos por qué el motivo del miedo siempre es real.

El título puede parecer que va contra cualquier «verdad espiritual» básica, claro está, pero ahí está el truco 🙂 .

Además, vemos muchas cosas de pasada. Es decir, vamos relacionando entre sí, un poco, muchos de los ingredientes más fundamentales de todo lo que nos traemos entre manos aquí… y, en general, algunas ideas fundamentales del «sentido común».

Por cierto, ¿hay alguien, con una pistola, que me esté apuntado, que te esté apuntando, ahora, para tener miedo?

(Me debería preguntar, todo el rato… 🙂 … eso… ese tipo de cosas ).

Sobre el tema del título (motivos, miedo, alma, realidad…), podemos decir mucho más que lo que expongo en el audio, claro está… si nos centramos en describir el proceso de descubrir «qué nos motiva a tener miedo».

Es decir, por ejemplo no me he referido a posibilidades evidentes, como las de que tengamos «miedo al amor», «miedo a la acción», «miedo al cambio / miedo a lo nuevo», «miedo a la libertad»…

Lo que nos motiva a tener esos miedos sí puede ser real en el sentido de eterno, a veces, es decir, real en un sentido plenamente objetivo (es decir, «real» en sentido absoluto, «real» en tanto que eterno): El amor de Dios sería el caso de «un motivo que sería por siempre real» (de uno de esos posibles motivos que podría ser que motive nuestro «tener miedo»).

(Aunque en el fondo, ese supuesto miedo al amor de Dios tiene razones ilusorias acerca de lo que nos pasaría, etc…. aunque no deja de ser algo que está en nuestra alma, como «motivo», «intención de tener miedo»… y por tanto, no deja de ser algo que es «muy real para nosotros».)

Ya vemos, pues, que se le pueden dar muchas vueltas al tema… pero aquí se trataba de presentar un audio digamos que más o menos entretenido (aunque al final me alargo demasiado), e incidir en que el alma es real, en tanto que es potencialmente eterna (y es en el alma, como almas más o menos heridas, donde tenemos nuestras motivaciones, intenciones, pasiones, deseos, emociones…).

Como vimos, y estamos comprobando: el alma es eterna (con todas las letras, es decir, en tanto que potencial ya cumplido), es eterna… si no sólo recibe amor de Dios al pedirlo con un deseo sincero ─al pedir y recibir ese amor divino que no tenemos de entrada, ya, por diseño, por defecto─; sino que, además, es eterna, será eterna, en ese sentido de potencial ya cumplido, si seguimos recibiendo ese amor ─tal como siempre terminará ocurriendo, tarde o temprano (aunque quizá ocurra a trancas y barrancas… una vez que ya hemos recibido un poco de ese amor divino)─.

Lo iba a comentar también en términos de «verdad personal», tal como a veces lo hizo Jesús, por cierto; pero al final no lo hice, se me olvidó.

Nadie más que nosotros (como almas, que somos bien reales, como almas… e incluso potencialmente eternos)… nadie más que nosotros puede afrontar nuestra verdad personal, es decir, puede afrontar honestamente el estado real de nuestra alma, aquí y ahora, la condición que tenemos (normalmente bastante herida, aunque podamos ponernos muchas fachadas o máscaras, e incluso fachadas espirituales, para trucar eso, por cierto).

Y es que nuestra verdad es muy real para nosotros, y es por eso que es tan importante en ese sentido que nuestro miedo sea «verdad».

Es tan importante, tan relevante, eso… que sólo nosotros podemos responsabilizarnos de transformar, purificar, soltar… toda esa «verdad personal», más o menos «herida», situada como heridas emocionales en el alma (o como emociones armónicas sí absorbidas para nuestro bien).

Tanto de las heridas emocionales, así como de expresar más emociones armónicas (más verdad y amor), podemos tener miedo. Y el motivo de tener esos miedos, aquí y ahora, será bien real para nosotros… aunque esté destinado a desaparecer.

Estamos llenos de expectativas falsas sobre lo que va a pasarnos si, por ejemplo, sentimos hasta el final alguna emoción. Apenas somos conscientes de esas expectativas, por cierto.

Y eso es lo que Jesús llama «miedos»: expectativas falsas que aparentan ser reales, que parecen atenerse a realidades. En ese sentido el «miedo no es real». Pero nuestra alma sí que es bien real… nuestra alma que está motivada, sin tener a nadie que nos apunte con una pistola para ello… que está muy motivada incluso, a veces, a tener miedo y a vivir en él, y normalmente durante años y años en los que por tanto vamos acumulando literalmente terror.

 

Reticencias con el arrepentimiento | Un comentario de hace meses en youtube

En un vídeo* de una charla de personas creo que todas católicas, puse este comentario hace 11 meses (hoy es julio, 2023).

Ahí hablaba así como metiéndome en el mismo saco con estas personas religiosas, o algo religiosas, que están sensibilizadas en general con el pecado ─el pecado como algo que efectivamente degrada el alma, y que por tanto es de vital importancia para la «gestión de lo común», la política─.

En esta no-secta en la que estoy en esta web (hola, aquí Iván), estemos poco o mucho en esto cada cual… y siendo que es no-secta porque «sólo» es
«desarrollo de la humildad»,
«amor a la verdad»
y desarrollo en el amor tal como lo entiende Dios

(que es mucho decir, pues es demasiado simple para cualquiera)…

… en esta no-secta, decíamos,
donde vamos aunque sea con mucha resistencia «algo de la mano» del Dios infinito y personal, ya reconocido…
resulta que ese «despertar al pecado» (del que ya hablamos),
es lo que «compartimos» ─entre otras cosas─
con alguien de cualquier espiritualidad y religión que se precie.

Este fue el comentario:

«Fíjemonos quizá en cómo hay reticencias a hablar de ARREPENTIMIENTO, incluso entre nosotros mismos, entre los que hemos despertado al pecado (que es el verdadero despertar / «woke» /awakening).

Cuando vemos algo mal fuera, y si hemos despertado al alma y al pecado, entonces «debemos» ejercitar el «músculo» del alma que consiste en buscar primero la paja en el ojo propio, buscar primero qué hay mal dentro de nosotros, qué error contribuía, contribuye o contribuirá a que ese mal continúe vivo (qué causa de pecados contenemos).

Nuestra alma contiene muchas «heridas» (miedos bloqueados, etc.), que luego nuestro entorno nos refleja (individual y colectivamente).

Este movimiento ideológico (de diseño, obviamente), del woke, es claramente anti-arrepentimiento.

Continuar leyendo «Reticencias con el arrepentimiento | Un comentario de hace meses en youtube»

Mi abuela: «salvada por el jamón serrano»… y aprovechamos para hablar de cómo es que «Dios es vegano»

En este audio…

– Enlaces al audio: descarga // en ivoox // en spotify

… vemos una anécdota muy ilustrativa.

Resulta que mi madre biológica recordó haber «salvado la vida», hace muchos años, a mi «abuela» (que ya falleció, por cierto, en el verano del 2019).

Le salvó la vida con jamón serrano.

(Es mi «madre»* quien usó esas palabras: «salvado la vida».)

Eso nos dará pie a hablar del otro gran tema del audio: veganismo, con el que tenía ganas de hacer algo ─pero lo explico más abajo; antes sigo con la anécdota ilustrativa─.

En el audio se me olvidó comentar un poco más un detalle que quizá sea crucial, y es que cuando en la llamada le dije a mi «madre» que todo esto se podría interpretar como:

«la abuela quiere jamón»

mi «madre» se rió.

Eso (la risa, el surgimiento del recuerdo, etc.) sería indicativo de uno de los aspectos que trato en el audio: un sentido de lo que significa «celebrar la verdad del amor» (en el audio lo vemos).

Aunque la risa podría significar muchas cosas: Es quizá un momento en el que mi «madre» sintió, así como en un relámpago, la verdad de que, efectivamente, la abuela está por aquí.

Pero, en seguida, quizá en parte mi «madre» reaccionaría con algo de orgullo contra la verdad, y la risa quizá en seguida no se torna digamos «tan pura», no tan pura como podría ser una risa que simplemente «celebre la verdad» (y la verdad del amor en general, por tanto).

En teoría, cuando hablamos de hechos, de verdades, y quizá sobre todo si nos pilla de improviso… quizá puede darse una certeza diferente, muy plena, digamos.

Y esos sentimientos de certeza, etc., que acompañarían a menudo a «la verdad», son totalmente «verdad», en el sentido de que sería algo captado emocionalmente en nuestra alma; es decir, a través del «órgano» de nuestra alma en el que Dios nos suministra continuamente verdad ─verdad como sentimientos, como sus opiniones emocionales sobre todos los aspectos (conciencia)─.

El detalle crucial, más concretamente y a la vez también podría tener que ver con que todo esto quizá esté abriendo una especie de «diálogo indirecto» a tres bandas:
– por un lado dos encarnados, «madre» e «hijo»,
– y por otro mi «abuela», y/o sus guías o guardianes.

Mi «abuela», por lo que estoy viviendo, parece estar muy pegada a mí como desencarnada ─al no tomar yo decisiones mucho más ágilmente, etc.─. (Yo, por cosas «aparentemente buenas» que hice antes de su muerte ─y que hago─, atraje esta situación ahora, claramente, además.)

El otro gran tema del audio es el del veganismo.

Aclaro que «soy» vegano, cosa fantástica para el cuerpo y el alma. Es decir, aquí no vamos «en contra del veganismo», por ejemplo.

Contextualizo el veganismo en esta no-amistad sacrificial que en general llamamos «la familia», que en gran medida es otro ídolo sustitutorio de Dios.

Y por cierto, de ello se aprovechaba el «Dios-Estado», y hoy quizá el Dios-Estado ampliado e interiorizado en radiaciones, intercambio de datos, etc…. que sería cada vez más una especie de mega-estado corporativo, el de las multinacionales de los datos, una especie de «complejo-militar industrial 2.0», a lo «Nueva Era», etc.
(y por cierto también: «all you need is data«, rezaba hace unas semanas un cartel bien grande en la fachada de una universidad privada de postín en Madrid ─pasé por delante en autobús─).

Para contextualizar el veganismo, pues, hablo de las relaciones de dependencia como un marco donde, inevitablemente, en el nivel emocional profundo, se da un intercambio constante más bien de «asco» y de «odio».

Al menos a la larga, la amistad sería literalmente imposible en un marco de dependencia (material y material-emocional).

Y, de hecho, en cierto sentido muy concreto, y hablando muy en general a la vez…: en este camino, la amistad** es a lo máximo que podemos aspirar, por mucho que sacralicemos el fenómeno de la maternidad y la paternidad, etc.

(Es a lo máximo que podemos aspirar tras la relación con Dios, que no es obligatoria ─claro─, y tras la relación con el alma gemela, que tampoco, pero que son las dos relaciones «supremas» ─lo que no quiere decir que estemos forzados a esperar a nadie para poder tener una relación con Dios, o con amigos, o con el alma gemela… con todos los posibles «viceversas» ahí).

– Hace poco vimos un audio que en parte es el anterior a este en la temática; fue sobre la fachada de buena mamá:
unplandivino.net/fachada-buena-mama/


* Pongo muchas comillas en madre, abuela, etc., porque «madre no hay más que una» (Dios).

** Quizá podemos decir que, en este camino, la amistad va a ir rimando y conjugándose cada vez más y mejor con eso que tradicionalmente se llamaría «caridad». Pues en realidad tenemos sólo alguien que para nosotros es «más que amigo» (el alma gemela), y todo el resto de humanos físicos y desencarnados son «hermanos» (almas que objetivamente son igual de valiosas, y que son potencialmente eternas «a la manera de Dios»).

 

Amor y verdad | Una introducción a la manera de Dios

[Actualización, última: día 17 julio, 2023 (añadido audio 5 y versión 1.06, con muy pocos cambios, del texto)]

Índice

– Enlaces a los audios
Índice del texto
– Descripciones de los audios
– Audio 1
– Audio 2
– Audio 3
– Audio 4
– Audio 5

Enlaces a los audios

En esta serie de audios (y también con enlace al texto acompañante):

– audio 1: descarga // en ivoox // en spotify

– audio 2: descarga // en ivoox // en spotify 
(es más largo, sobre «la cruz», y sobre el tema del anterior, aplicado a este «caso extremo»)

– audio 3: descarga // en ivoox // en spotify
(en el audio 3 comienzo a leer el texto «amor y verdad», y precedo la lectura de una introducción muy importante sobre el amor divino y su recepción)

– audio 4: descarga // en ivoox // en spotify 

– audio 5: descarga // en ivoox // en spotify

Enlace al texto: pdf   (versión 1.06. 17 julio 2023)

Índice del texto (versión 1.06)

Parte I 
Introducción 1: nota fundamental sobre la relación con Dios
Introducción 2: ¿esfuerzo a la hora de poder recibir más amor de Dios?
El aprendizaje sin “esfuerzo” (tal como solemos entender “esfuerzo”)
Lo que el niño sí hace
Parte II
Introducción a la parte II
¿Qué veremos en los siguientes apartados?
La verdad libera. La rebeldía contra las leyes naturales como jaula (jaula de rebeldía)
Verdad y mundo social: a vueltas con la rebeldía a-cósmica
Cuerpo físico… ¿y cuerpo social?
¿“Democracia” en el sentido de Dios?
¿“Cuerpo” universal?
Apéndices
Apéndice A: nota básica sobre el alma y la vida como relación
Apéndice B: Verdad, leyes, y algunas formas de amor implícito a Dios

En la serie de audios vemos las cosas que comento en sus presentaciones, que son estas:

Descripciones de los audios

Audio 1

¿Problemas con la palabra «verdad»? 🙂

Tómese este audio, en alguna dosis 🙂

¿Problemas para entender por qué no hay amor sin verdad?

Lo mismo 🙂

En esta especie de introducción breve vemos estas cosas, de un modo bastante apasionado, digamos, y además ha salido un final ilustrativo, bastante espontáneamente.

Muchas gracias Dios (y muchas gracias por esta «segunda venida», ahora la de verdad).

Audio 2

Este audio 2 se titula: «¿Qué pasó realmente en «la cruz»? Amor y verdad, 2 | UnPlanDivino«

Continuamos con este polémico y manido tema de «la cruz»: ¿Qué pasó realmente en esa no-muerte de Jesús?

(Pues, recordemos, nadie muere, claro está, sólo se deja atrás el cuerpo físico.)

¿Qué podemos decir sobre los elementos más básicos en esto que podríamos llamar la manera de Dios, o el camino del amor de Dios o «divino»?

De eso hablamos en este audio 2, de esta serie*.

Atamos algunos cabos en torno a esas claves sencillas sobre «la cruz», ya que el propio Jesús y otros que lo vivieron han contado algo sobre eso.

Y claro, si esto es importante básicamente lo sería para ilustrar algunas cosas fundamentales sobre las leyes en torno a la relación con Dios (relación de amor).

Es decir, lo más importante en este camino es eso, y no por ejemplo las leyes en torno a ese hecho de «dejar el cuerpo físico atrás» ─que todos experimentaremos─.

Y bueno… es que «la muerte» no es ninguna pérdida (como en general «se sabe» en todo «camino espiritual» que se precie, y desde hace mucho tiempo).

Y ─comenta Jesús muy a menudo─ en realidad nadie pierde ni gana nada con ese evento de dejar atrás el cuerpo físico. Nadie gana nada sustancial, pues con «la no-muerte» sólo se adquiere una verdad más:

Que seguimos vivos… aunque quizá no nos demos cuenta de que estamos en un cuerpo-espíritu, y tampoco de que, en realidad, lo que somos es el alma, que es lo que Dios creó digamos «directamente», y que es lo que da la vida a los dos cuerpos, es decir:

– al cuerpo-espíritu,

– y también da vida al cuerpo físico, si todavía lo tenemos, si aún estamos encarnados.

Cuando estamos encarnados ─recordemos─ nuestro cuerpo-espíritu está «muy pegado» al cuerpo físico durante la vigilia (cuando estamos despiertos, «de día»).

Pero, cuando el cuerpo-espíritu se despega del físico al dormir, sólo se queda uniendo a ambos cuerpos una especie de «cordón», pero el alma (la vida dada a nosotros por Dios ahí, como almas) es también lo que le sigue dando vida a «nuestro» cuerpo físico ─cuando estamos durmiendo, descansando, «en la cama»─.

* La serie podemos decir que trata en principio sobre cómo es que el amor y la verdad van juntos, aunque esta sería en realidad la sustancia de todo este proceso de la vida, como vimos. Y en esta serie en realidad se puede decir que retomamos, de otra manera, aquel lema de «Cómo funciona la manera de Dios», que dio título a otra serie de audios. 

Audio 3

Este audio se titula: «Amor y verdad… ¿sin esfuerzo? Niños y verdad universal | Amor y verdad, 3«

Aquí vemos los dos primeros apartados del texto que acompaña a esta serie de audios, a partir de ahora (los audios 1 y 2 no tienen transcripción o guión desarrollado). 

En este audio 3 hago una introducción ─la «introducción 1», y que ya tiene una transcripción ampliada, a partir de la versión 1.02 del texto─, aprovechando a matizar algo muy simple e importante sobre la recepción del amor de Dios, en contraste con su verdad, y lo que ella nos detona, etc. 

Recordemos que lo más simple es a menudo lo más difícil de entender de verdad (con el ánimo, el alma, con el «eureka» del alma). Pero, de hecho, como «sabemos», abrirnos a lo más simple nos va a dar paso a una eternidad de profundización en justo eso mismo, eso que es aparentemente «tan demasiado simple». 

Los apartados leídos aquí son:
Introducción 2: ¿esfuerzo a la hora de poder recibir más amor de Dios? 
El aprendizaje sin “esfuerzo” (tal como solemos entender “esfuerzo”)

En el audio también introduzco brevemente lo que hay en el resto de apartados del texto.

Audio 4

Título: «Amor y verdad, 4: Lo que el niño sí hace«

En este audio leo el siguiente apartado del texto.

El título del apartado es:
– «Lo que el niño sí hace»
(y lo comento un poco). 

También hago una introducción previa, de unos minutos, que es casi meramente un «anuncio», aunque bastante «apasionado», digamos:

Es un anuncio de un audio futuro que seguramente haga, tratando de nuevo el tema del aborto, el arrepentimiento, etc.

Ha sido a raíz de una llamada telefónica con mi madre biológica, que tuve el mismo día de grabar este audio 4. En ella hemos tratado este tema de nuevo, pero con aparentemente un poco más de «despliegue emocional» por su parte.

Esto se dio, tal despliegue, tras meramente empezar a conversar con cierto deseo (al menos bastante, por mi parte… y un deseo que parece «contagioso»)… cierto deseo de ver todos los intríngulis de «la lógica del aborto»; es decir, las justificaciones, la falta de ellas, etc. 

Surgieron varias de las muchas creencias en torno a este «problema», donde estuvimos apuntando varias veces a lo que podemos llamar «una simple aplicación lógica de la ética» ─de la ética aplicada en este caso, claro está─.

Y recordemos, la «ética» como aquello ─que ya vimos─ que se traduce con «lemas» como…: «no hacer lo que no nos gustaría que nos hagan», etc.

En eso estamos muy «faltos» casi todos, en realidad, por cierto… faltos de la más simple ética en muchísimas más ocasiones de las que nos gusta reconocer. Mismamente yo lo estoy en esta relación con mi biomadre… lo estoy «por diseño de inercia que promueven las heridas».

Esto sucede en el fondo, como motivo más simple para nuestra inercia «no-ética», porque casi todos ─tal como lo está mi biomadre─ vamos por la vida con muy poco deseo de conocernos como lo que realmente somos (ánimo/almas: almas animadas por deseos a purificar, etc.). 

Mi biomadre, como le pasó a tantas madres y padres… y como tanto nos cuesta reconocer a todos porque sacralizamos sobre todo a las madres ─anteponiéndolas a quien nos dio realmente la vida─… mi biomadre (y yo, por cierto), casi nunca debió estar realmente «bien asentada en sí misma como alma única», «como esencia única».

Esto también nos pasa a los hijos, de manera a veces muy similar, repitiendo cosas.

Las primeras y más profundas heridas (error emocional) las absorbemos inevitablemente de la madre, sobre todo de ella, como ya vimos…, y algo padre, etc., también a nivel muy básico. (Pero luego siguen ambos, o los adultos que haya, a la vez… reforzando esa especie de «anestesia del alma»… y lo harán mucho o poco, así como incluso invitaciones a la degradación directa de nuestra alma.

Entonces, como vimos también, eso luego lo reforzamos mucho con nuestros propios errores (es decir, el «pecado» técnicamente hablando, ya que la mayoría de esos errores no son «sólo errores», sino que degradan el alma).

Es decir, todos vivimos mucho en la fachada, poniendo esa fachada al yo herido, y de ese modo es imposible ejercer un deseo realmente sincero de conocernos a nosotros mismos, y, por supuesto, menos aún conocer de verdad, de sentir, a aquellos que arrogantemente llamamos «nuestros hijos» (lo cual nos pone en desarmonía enorme con Dios, pues Dios, alma infinita, desea sentir la condición única de todos y cada uno de sus «hijos», sus creaciones, almas). 

Y es que… ya sabemos: simplemente es que no queremos «sentirnos como almas», ya que estamos muy heridos.

Y con esas… lógicamente tampoco desearemos de verdad conocer a la pareja, si la hay, etc.

No estamos como para poder querer ver de verdad, ver de verdad… o querer poder sentir realmente… a nadie.

Audio 5

Este audio se titula: 
«Amor y verdad, 5: La «segunda piel»… sustituyendo a Dios: desde el sacrosanto «hogar» a la «megamáquina» tecnosocial«

En el audio 5 ─que se puede escuchar suelto, bastante independientemente del resto de la serie─ comenzamos con la segunda parte del texto que enlazo en la página correspondiente a esta serie* sobre «amor y verdad».

El título del apartado por el que comenzamos aquí (de esa parte II), no es exactamente el comienzo de ésta, y se titula:
– «¿Qué veremos en los siguientes apartados?«
(comento bastante la tabla o esquema con el que empieza esa parte, y que trata muy brevemente, en su primera fila, de Dios, en el contexto desarrollado en la parte I; en la segunda fila de ese esquema vemos el «cuerpo» tecno-social; y la tercera parte de la tabla se compone de esas almas únicas que cada uno somos ─mitad de alma─). 

En el audio he aludido a este vídeo de Paola Hermosín, guitarrista:
https://youtu.be/9TU2evJxbcY
(Se titula: «Toco la partitura del C*L0 de El Bosco«)

Eso lo comento en el contexto de la nueva sensibilización que estamos logrando («más vale tarde que nunca»…) a la «importancia del alma», y lo que estaría reflejando el hecho de ver cómo muchos influencers minimicen ese aspecto vital de la existencia
(tales influencers… que en parte serían algo así como «los nuevos directores o gobernantes de almas»… y ello digamos que a modo de «gobierno de lo nuevo por lo nuevo»… o sea, gobierno de un sistema continuamente revolucionario-tecnológico, continuamente «revolucionario-deseante-anestesiante»… gobernado por «lo nuevo» ─por «jóvenes» eternos… con una frescura o seudofrescura, por ser básicamente «falsa en su inocencia», digamos─) .

Lo tratado en el audio, y en el resto de las partes (que a lo mejor, si las grabo en audios, ya sólo las subo modo descarga, y no en las plataformas, no a ivoox… sino sólo enlazadas en esta página de «amor y verdad»)… lo tratado aquí… decíamos… es casi la punta del iceberg, y es a la vez un poco también la base, o sea, es muy básico… tratando sobre todo lo más esencial de lo que llevamos un poco ya visto acerca de esa especie de «interacción» que existe continuamente entre nuestra condición álmica y:

– por un lado su «creación», cómo se crea, cómo se distorsiona tal condición (cómo se individúa desarmónicamente como condición del alma), a nivel individual, en las «jaulas de amor falso» que llamamos «hogares»
(a las que aludimos en algún audio y texto encontrable con esas palabras en la web: jaula amor falso),

– y por otro lado la utilización y recreación de la condición álmica de los humanos (y espíritus) en y mediante lo que podemos llamar «el sistema», o el «cuerpo» tecnosocial… y que en la web he llamado llamamos a veces «»supermamá» tecno-espiritual», o «superabuelito tecnoespiritual»
(encontrable en la web con la palabra «supermamá» ─mediante una simple búsqueda en la web─).  

20230704-amor-verdad

La fachada de buena mamá: ¿qué consigue?

En este audio…

– Enlaces al audio: descarga // en ivoox // en spotify

… vemos el tema de la fachada de ser «buena madre», con ejemplos de «mi caso», donde hay una gran cantidad de sacrificio, como en tantos otros casos.

Es decir, la vida se llena de «actitud de sacrificio», muy profundamente asimilada.

Esa actitud queda digamos así como bloqueada en el alma, y en muchas almas a la vez, en los hogares, en una especie de «cámaras de reverberación» emocional.

Arrastramos eso, y lo llevamos también al mundo espiritual con nosotros; es decir, nos preocupamos por los hijos (con el fatídico «mi»: «mis hijos»), en vez de ocuparnos de nuestra alma, es decir, de los motivos reales por los que hacemos eso (para no sentir nuestras heridas profundas); de lo que realmente nos anima, que es a menudo una actitud de sacrificio, y que termina facilitando la creación de «más muerte» ─como vimos en otros sitios: «aborto y antepasados»─ .

Como sabemos, esa vida en sacrificio se trata de mucho miedo, de vivir en mucho miedo, un miedo que por tanto es inevitablemente bombeado al entorno al no sentirlo uno mismo, es decir, al no hacernos responsables emocionalmente de cómo estamos realmente… y al no disolverlo ─de ese modo─ en uno mismo ─disolviéndolo como la «nada» que efectivamente es, es decir, como lo insustancial que es, tal como nos recuerda Jesús mismo que es: «expectativas falsas que parecen ser reales»─.

En ese entorno más o menos «oscuro» tuvimos que aprender lo más básico de «cómo empezar a ser nosotros mismos». (Lo vimos un poco en otros audios, muy explícitamente ─en mi caso con, digamos, «dos madres», etc.─.)

Recientemente estoy teniendo muchas llamadas telefónicas con mi madre biológica sobre el tema.

 

Una introducción a «la verdad divina»

[Versión 1.01. 29 junio 2023]

Hola, aquí Iván. Estamos a 29 de junio del 2023, y valga este escrito a modo de introducción a muchas cosas que hemos visto durante este tiempo, y que quizá puede servir para algunas personas «religiosas», ahora que lo pienso ─aunque también aludo a lo más básico de lo que llaman «filosofía»─.

Me salió como comentario, es decir, me surgió al ver un poco un vídeo de youtube, donde alguien hacía una pregunta, y quise responder. Pero al final tiendo un poco a contar «todas» las verdades básicas que vamos comprobando ─por lo aclarador que fue esto para mí y para más personas─.

Como comentario es muy largo; es decir, no sé cómo lo colocaré en respuesta a ese otro comentario. Era un vídeo de una charla dada en el 2019 por Carmen Herrando, que se puede encontrar en youtube y trata sobre Simone Weil (habla sobre «el legado místico»).

Este sería el «comentario», aunque ya muy re-elaborado:

Hay gente que quiso ayudar a los desfavorecidos empezando en el ámbito digamos político-material, pero terminó dándose cuenta de la importancia de lo que a veces llamamos «espiritualidad»; o sea, las cosas del alma; incluso la importancia del controvertido tema de Dios; o de la relevancia del amor en general… de nuestros problemas con los deseos ─que son vitales─ y la patente necesidad de «purificarlos», etc.

Podríamos decir que Simone Weil es un caso paradigmático, al estar además tan bien «documentado».

Entre otras cosas, a bote pronto, diríamos que lo que ella quería en la vida es sobre todo ayudar de verdad a los «desfavorecidos» ─de verdad─. (Eso se ve claramente en lo que escribió, en lo que dice.)

Pero ¿cómo hacer tal ayuda, y que sea algo efectivo? Esto no es  «inmediato».

Y que no sea algo inmediato lo podemos comprobar cualquiera que miremos un poco lo que realmente sucede con los partidos políticos, sindicatos, etc.

De hecho, yo todo esto lo empiezo a entender ahora… o bien, más rimbombante y vulgarmente expresado: Es ahora que empiezo a «entenderlo todo», tras 49 años ─que ya me ha costado (!)─. 🙂

Empecemos por el principio… o por un principio a todas luces relevante, y ya que hemos tratado de esto un poco en algunos otros audios y textos por aquí:

Lo que llaman «tradición occidental» casi empieza con Sócrates, digamos.

Y la actitud socrática es «primero el cuidado del alma».

¿Alma? Continuar leyendo «Una introducción a «la verdad divina»»

Aunque no somos de ninguna religión (Dios no lo es)… veamos un fragmento de «San Juan» con la verdad divina… y más cosas

Cuidado, aquí, como siempre decimos, no somos de ninguna religión ni nada parecido, y por el simple motivo de que Dios no es de ninguna.

Os juro que no me di cuenta de que hoy era «el día de San Juan» ─el 24 de junio─, pero tuve la inspiración de grabar este audio para reinterpretar completamente unas pocas líneas del célebre evangelio de Juan, tan metafísico él.

Por cierto, de ese escrito parece lógico suponer que, en un principio, tal como quizá fue escrito realmente, quizá no sería tan «metafísico-inductor»… tan «inductor de metafísicas» ─con todo el tema de la Trinidad, etc.─.

Enlaces al audio: descarga // en ivoox / en spotify

Así que en esas estamos 🙂 , pero no con el ánimo de seguir haciendo estas lecturas mucho más; ni de decir que sea necesario hacerlas; sino para ver qué simples y profundas se han vuelto las cosas desde el fundamento de la verdad divina, desde esa «base» que vamos absorbiendo en el alma al ritmo de nuestra «sagrada resistencia» 🙂 ; o sea, al ritmo de mi falta de deseo apasionado de sentirlo todo por igual, y mi falta de deseo de descubrir todo lo que tengo realmente animándome en mi vida como emociones erradas ─es decir, al ritmo no de Dios, sino de toda mi falta de humidad ─en el sentido de Jesús─… con toda esa resistencia a la verdad, a la fe, al amor… a nivel emocional… y todo el autoengaño que aún queda en la fachada─.

Así pues, «destorciendo» vamos… destorciendo muchas «interpretaciones» para «desinterpretar» y encauzar la denostada «tradición».

Pero claro, sólo si ella «quiere» (ese ente impersonal… la tradición), ya que en general, por «lógica», es difícil que, con todas las heridas emocionales que tantos tenemos, la tradición pueda querer «auto-superarse», pero a la manera de Dios :); es decir, conforme al plan o diseño divino, que es que Dios hizo todas las cosas para poder amarnos ─como nos enseña Jesús─.

Cité dos versiones de Juan 1, 1-5 (el comienzo del prólogo de ese escrito). Ahora veréis por qué lo preciso.
La segunda es la Biblia de Jerusalén, que tiene muchos traductores, creo.

Y la primera citada es una traducción de Evaristo Martín Nieto, del 1962, un libro muy pequeño que contiene sólo los 4 evangelios «normales», y que parece que me regaló mi madre aposta; es decir, que quiso dedicarlo y todo; y esto para su sorpresa, pues cuando recientemente se lo enseñé, al ella ver la dedicatoria, le dio vergüenza ─no lo recordaba haber hecho; habrán pasado unos 40 años─.

Nos da vergüenza de lo que hemos hecho… jajaja… vergüenza ajena… pues al estar en la fachada estamos enajenados, como vemos.

En el audio «se me olvidó» comentar esto último, más anecdótico.

La dedicatoria expresa la fachada de madre buena. Y el hecho que demostraría que en la dedicatoria expresó un deseo de esa fachada, es mismamente la vergüenza que sintió unos 40 años después, cuando, como dije, le mostré este texto:

A mi hijo Iván deseando que su vida vaya siempre por el buen camino.
Con todo el cariño de su madre. (firma)

Ahora que le digo en las llamadas telefónicas que no soy su hijo, que ella no es realmente mi madre… y que de cierto modo quizá lo va aceptando a nivel del alma… qué mejor que celebrar la verdad de haber satisfecho efectivamente el deseo de mi madre ─aunque fuera ese de la fachada de «buenita»─, y celebrar la verdad de haberme sumado al camino bueno ─»bueno» en sentido absoluto─.

Pues efectivamente, sí, Dios existe; Dios es verdad infinita y absoluta, con todas esas leyes, sus fiables y amorosas y maravillosas leyes «naturales»; es decir, toda esa «verdad en torno a los hechos», que son las leyes ─o todo ese «esplendor de la realidad» que escribía Simone Weil que es en realidad la verdad─.

Estas leyes están así como «a nuestro servicio», pero, claro, en  principio, por diseño, no están sirviéndonos «para gloria del hombre», sino para gloria de Dios, que es quien las «hizo».

Tiene lógica que Jesús, como fue el primero en aunarse con Dios en el amor personal de un ser tan diferente a nosotros ─seres finitos─ como es Dios… lógico que Jesús… tenga este papel de responsabilidad y/o «liderazgo» ─el Jesús real─, a la hora de encontrar el verdadero camino a la vida eterna.

Gracias PapiMami, Dios.

(Gracias, Jesús y María Magdalena, gracias Juan…, etc.)

(Y gracias, a mi madre y padre biológicos… 🙂 que se me olvidaba… y primero de todo, por no haberme abortado, ante todo…
…y a mi abuela, que, quizá a veces junto a mi abuelo, es la que más se encargó de mí en lo que toca a «estar», aunque proyectando su enorme actitud de sacrificio sobre mi madre y sobre mí… de forma innecesaria, «intensamente emocional».
Y, recordemos: nada esencial habría cambiado para ninguno de nosotros si nos hubieran dado en adopción.
Sólo hay un Dios, y no es ni nuestra madre, ni padre, abuelos, familia, matria, patria, religión…, ni Jesús… ni «la virgen»…, etc.)

Un caso de mini-abuso sexual a mi madre (biológica): ilustrando la verdad divina

En este audio (del 22 de junio del 2023):
Enlaces al audio: descarga // en ivoox // en spotify
… vemos un caso de un pequeño abuso sexual que recibió en la calle mi madre cuando tenía unos 7 años, seguido de la «lógica» reacción de ira de mi abuelo, etc.

Vemos pues el contexto de la vergüenza sexual.

En el audio apenas he señalado el tema fundamental de que ese evento, como todos, era un regalo que es posible aceptar positivamente, pues era en parte para que mi abuelo (y abuela, etc.) traspasaran la vergüenza sexual y otras emociones desarmónicas con el amor… emociones en las que vivían y en las vivirán todavía pese a ya estar en el mundo espiritual.