A.4. Emociones: procesamiento. Error y verdad

[Última revisión: 26 diciembre 2022 (bastante completa)]
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Índice:
0. Volver a ser como niños
1. Negación, responsabilidad y adicciones emocionales
2. Las capas emocionales: Emociones causales, emociones tapadera, emociones del tipo enfado para negar (frustración, fastidio…), emociones de bloqueo, emociones de autoengaño
3. Error y verdad
4. Error, verdad, y emociones-efecto
5. Emociones, verdad y juicio
6. El miedo y su procesamiento
6.1 Ejemplo de Elvira: fatiga crónica y relación con espíritus que «controlan el miedo»
7. La meditación y el yoga, etc., y la liberación emocional
8. Expectativas y adicciones
8.1 Vivir en la emoción versus simplemente sentirla
8.2 Adicciones y «ganchos» con la gente. Algo más sobre emociones superficiales, «de efecto»
9. La ira
10. La vergüenza
11. Las emociones y su relación con las acciones basadas en la verdad, para cultivar la fe
– Materiales
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0. Volver a ser como niños

En esta página enlazo un vídeo y su índice, donde Miller y Mary explican muy brevemente (intercalado con comentarios nuestros) qué pasa con el procesamiento emocional y qué significa «volver a ser como niños».

¿Cómo son los niños?

Solo tienen dos «estados emocionales», básicamente: rebelión contra su emoción, o aceptación.

Nuestra labor de «sanar» consiste básicamente en volver a ser como niños, deshaciendo las capas de envoltura (fachada: «cara bonita – sonrisa falsa», disimule, autoengaño, engaño, seudoespiritualidad, etc.) que hemos puesto por encima de la actitud de rebelión.

Esa «rebelión» es rebelión contra la «ley» del alma que dice: «simplemente que fluya la emoción«, para así poder vaciar el alma de los errores y absorber la verdad emocionalmente.

Ver la página-guía A.3 para el tema del alma, las tres «partes» del yo, por así decirlo (la fachada, etc.), etc.

En esa página están enlazados materiales prácticos sobre las adicciones emocionales, etc.

1. Negación

Vivimos en estado de negación de nuestras emociones, y así, negamos nuestra alma.

Eso es un bloqueo, acerca del cual es muy importante que empecemos a abrir nuestro corazón a Dios, hablándolo con Dios y nuestros guías, en oración (es decir, en actitud de anhelar a Dios).

Con la cabeza podemos decir una cosa, como que «no queremos ser maltratados personalmente»… o que «no queremos tal guerra, ni tal gobierno, ni tal político de turno», etc. Y sin embargo, en nuestra alma a menudo tenemos algo muy diferente:

Tenemos miedos (miedos-juicios) y otras emociones que no queremos sentir, de las que no queremos responsabilizarnos.

Si no nos responsabilizamos de ellas, entonces, las emociones que no están armonía con la verdad y con el amor (pero que de todas maneras son «creadoras»), no serán procesadas para poder ser sustituidas por algo que sí esté en una tal armonía.

Esa falta de responsabilidad personal sobre el estado completo de nuestro ser (sobre lo que verdaderamente tenemos en el «corazón» o alma), y por lo tanto, ese estado que es una especie de continua separación creada por nosotros mismos… provocan que en realidad siempre estuviéramos contribuyendo, normalmente, a fabricar aquellos eventos colectivos (y personales) que decíamos que no queremos vivir o que nos desagradan (maltrato en las relaciones personales, sistemas injustos económicos, guerras, etc.).

Pero la ley del deseo es muy precisa: «tenemos lo que deseamos» (solo que a nivel profundo, y con la salvedad que hay que hacer en relación a los niños y sus almas).

Este estad0 de negación es intrínsecamente adictivo. Y sobre él se montan todas nuestras adicciones:

– la adicción en las relaciones (formas de relacionarse con la familia, pareja, etc.) para «tapar agujeros emocionales».
Estas relaciones, vividas en la inconsciencia o la ignorancia que es ese estado de negación (estado de falta de humildad), serán relaciones que a veces creemos que «son de amor», cuando en realidad vivimos autoengañados y son codependencia emocional; vivir en ese estado va encogiendo nuestra alma, nuestro corazón, y esto a su vez tiene sus correspondientes consecuencias en el nivel físico, corporal,

– la adicción a alguna sustancia física, una adicción que está relacionada con una adicción emocional subyacente,

etc.

Entonces, fijémonos en lo increíblemente simple que es:

Casi todo el mundo está todo el tiempo ejerciendo su libre albedrío para

evitar emociones

Y como hay tan poca sensibilidad sobre este tema emocional y sobre su importancia, no parece que esa decisión de evitar sea nuestra – de nuestra voluntad libre, libre… aunque voluntad herida -. Ni tampoco parece que sea tan importante.

Y de ese modo… ¡alejop! Todos nos vamos deslizando por cadenas de acciones basadas en evitar emociones, se nos hace bola… y sustituimos aquellas emociones que no queremos sentir, autoengañándonos más o menos.

Sustituimos esas emociones por otras… otras que echen hacia fuera el miedo, la vergüenza, etc., o que las disimulen con juicios de todo tipo – juicios sobre mí, los demás, «el sistema» -:
«Qué bueno soy», «Qué mala es aquella persona»…

Y más aún, para conseguir eso, y poder vivir en ese estado, en esa negación y actitud no-humilde, realizamos acciones que, muy a menudo, nos desarmonizan aún más con respecto al amor y la verdad (pecado).

Esa sustitución de unas emociones por otras es, pues, toda la sustancia de esto que llamamos «adicciones emocionales».

Las sustituimos a nivel colectivo, de lo cual se alimentan las instituciones.

Las instituciones se alimentan y a la vez nutren y fomentan en gran medida las heridas emocionales profundas que todos ya cargamos desde muy pequeños, pues nos hacemos adictos a emociones relativas a superioridad (y otras heridas similares) en las diversas instituciones de «la patria», la matria, escuela, religión, tradición, política, etc.

Así, para terminar este punto, de entre lo poco y simple que «necesitamos» hacer, es usar la voluntad y nuestra lógica para ver dónde, por qué y para qué estamos suprimiendo emociones. Rezaremos con cosas como…:

¿Por qué elegí y preferí aquel acto que me degradó, y que a veces ni quiero recordar? 

Si la causa que me hizo actuar de forma degradante para mi alma sigue dentro de mí, entonces debo rezar en ese sentido, si quiero progresar en este camino (y rezar es una forma de acción más, pero no la única, por supuesto).

Esa supresión (como vimos, en el sentido que podríamos casi «inventar», etimológico, de «colocar debajo y tapar, echar hacia abajo»: sub-primir), esa supresión o represión va acompañada de creencias del tipo…: «no es útil sentir…», etc.

Esas creencias impiden que sintamos, y por eso tenemos que desear honestamente reconocer esas creencias y bloqueos, y sentirlos en su nivel, es decir, desear ser humildes también en ese nivel, un nivel que quizá a veces ni querremos reconocer intelectualmente, pues vivimos continuamente en esas emociones fabricadas por nosotros mismos en torno a muy diversas creencias y bloqueos más superficiales.

«Procesar» las emociones es en realidad simplemente sentirlas, o sea, pasar el proceso de permitirse sentir.

2. Las capas emocionales: Emociones causales, emociones tapadera, emociones del tipo enfado para negar (frustración, fastidio…), emociones de bloqueo, emociones de autoengaño

Se pueden ver dos presentaciones básicas, fundamentales, sobre las capas emocionales, sobre cómo se crean los miedos en nuestra alma desde el exterior de ella… etc.:
– en este vídeo: Las emociones que causan nuestra ley de la atracción
– En este audio de julio del 2022: Lo que pasa con nuestras emociones: el ejemplo de miedo a bichos, capas de emociones e incomprensión

(Ver también en el apartado materiales, el tema de las emociones de autoengaño (el esquema en pdf))

Las emociones causales de tipo negativo son aquellas más profundas y del tipo de la tristeza, el pesar, la vergüenza, el miedo…

Esas emociones son creadas, es decir, se quedan bloqueadas, en nuestra alma, sobre todo en la infancia, y por eso parece que Jesús las llama «causales», pues son esas cosas que la ley de atracción más nos va a querer mostrar en la vida.

Nos las mostrará con eventos que, como desconocíamos esto, juzgamos inercialmente como eventos «negativos»; pero en el fondo todos los eventos son «regalos» que podemos aceptar positivamente para poder liberar el alma; y la liberaremos si meramente sentimos lo que ha sido detonado, lo activado, con humildad… pues el alma se degrada si almacena esas cosas desarmónicas con el amor.

Así, serían esas emociones desarmónicas «causales» las que más profundamente van a ir causando nuestra ley de atracción.

No venimos con ninguna emoción errada por diseño. Dios nos hizo almas a su imagen, o sea, puras, aunque no todavía de la misma sustancia divina, pues el amor divino hay que pedírselo a Dios, que nos hizo libres al respecto, como vimos en páginas-guía anteriores.

Esas emociones que más profundamente configuran nuestra psique, nuestra alma, las absorbemos desde la concepción, y luego necesitamos soltarlas.

En realidad el esquema es muy simple.

Los padres y madres repiten situaciones donde se juzga una emoción en un niño, o no se permite, etc.

La emoción se bloquea por miedo.

Eso es un miedo-juicio del adulto (madre, padre, etc.), y fácilmente ocurre que muchos de esos miedos-juicios van a quedarse impresos como actitud del niño consigo mismo como alma – «ánimo» -… como alma destinada a ejercer el libre albedrío a nivel emocional, es decir, a nivel de «decidir», elegir, qué hacer con las emociones.

Pongamos que un niño siente algo doloroso (vergüenza, pena… etc.); y, por cierto, ese dolor sobre el cual «hacer duelo inmediato» puede ser mismamente el ataque de, pongamos, su madre, que él no comprende, por ejemplo cuando el niño agarra una araña y la madre nerviosamente golpea la mano del niño «para salvarle» (o simplemente para «bombearle» su propio miedo a las arañas, pasado a su vez por la abuela, etc.)… le golpea la mano, decíamos, mientras el niño ponía su atención, amorosa y curiosamente, en ese elemento de la naturaleza (que desaparece de repente, o muere, o lo que sea; aunque lo importante es la combinación repentina, en este ejemplo, entre esos hechos, hechos como: «sentir la retirada brusca del amor de la madre», «evento donde había una intensa atención por parte del niño», «una imposibilidad de sentir todo humildemente, es decir, de forma natural», etc.).

Lo principal ahí es que el niño necesita «llorar» inmediatamente el miedo, si quiere que el alma siga sana (ese miedo como retirada efectiva de amor). Necesitará hacer el duelo (llorar) por el miedo que ha sentido, y ello INDEPENDIENTEMENTE DE LA SITUACIÓN, o sea, de lo que diga o piense la madre, la sociedad, etc.

Es decir, el niño como alma necesita sentir eso y punto, pues el alma de forma natural quiere «desbloquear» ese miedo, es decir, dejarlo fluir, «temblarlo» y llorar por ello si es preciso… ya que ese miedo podría quedarse bloqueado si el niño no hace eso. Y ello, insistamos, independientemente de lo que piense la madre que esté «bien» o que esté «mal» (respecto a las arañas o a cualquier cosa).

Sobre el ejemplo de «miedo a bichos», ver:
«Lo que pasa con nuestras emociones: el ejemplo de miedo a bichos, capas de emociones e incomprensión«:
https://www.unplandivino.net/resumen-emociones-bichos/

El entorno nos enseñará a hacer esos miedos-juicios fácilmente, pues en el entorno de adultos siguen estando esas emociones que necesitamos soltar y que ellos necesitan soltar – esas penas y vergüenzas profundas, etc. -. El entorno de adultos ya vive en esos miedos-juicios.

Esas mismas emociones causales (pena, etc.) siguen sin querer ser sentidas humildemente por los adultos, por lo general.

Por eso nos terminamos haciendo una fachada, bien sea a imagen de los adultos o bien a su «contra-imagen», digamos – con todos los matices que queramos -.

Esas emociones son transmitidas de generación en generación, porque los padres y madres nos enseñan a juzgar lo que sentimos, es decir, a tener miedo de ello (miedo de nosotros mismos, al fin y al cabo, miedo de nuestra alma en su capacidad de sentir y dejar fluir todo lo negativo).

Recordemos que los niños apenas están empezando a ser conscientes de sí mismos, y están aprendiendo a distinguir entre sus emociones y las de los demás, etc.

Y como los niños naturalmente por diseño intentan soltar lo desarmónico, lo estarán intentando expresar – y a ser posible sin dañarse ni dañar a nadie -. Es decir, intentarán de forma natural soltar todo aquello desarmónico que sienten de parte del mundo de los adultos.

Esas emociones de pesar o vergüenza profundos, y los miedos-juicios que las evitan, estarán generando durante más o menos toda nuestra vida buena parte de nuestra «ley de la atracción», seamos o no «conscientes» de ellas.

Entonces, tenemos una primera capa de emoción causal que necesitamos sentir para disolver los bloqueos más profundos, es decir, para «sanar el yo herido».

Pero sobre esa capa causal tenemos una capa de emociones tapón o de tapadera [«capping»] (enojo infantil, etc.).

Es decir, al acceder a las emociones más profundas puede ser que nos encontremos con rabias muy infantiles, por así decirlo.

Y es lógico, pues nos frustra mucho – y muy pronto, en la infancia -, el hecho de que no sepamos qué pasa… el hecho de no saber qué estamos aprendiendo, ni para qué… y así, nos enfada a un nivel muy profundo el hecho de que tengamos que asumir esos juicios-miedos en que viven los adultos (ese juicio de «la vida» en general, si lo decimos así).

Luego tenemos más capas de negación de todo eso: Capas de muchos tipos de emociones miedosas, «juzgadoras», basadas en el juicio o condena que hacemos de la emoción.

En esas capas, más arriba, parece que vamos protegiendo cada vez más enrevesadamente nuestra falta de humildad con las emociones causales. En general nos da miedo sentir, o creemos cosas falsas sobre las emociones («no somos capaces de sentir pues es demasiado abrumador», etc.), y vivimos protegiendo esos miedos; vivimos, pues, en el miedo, y gracias a juicios y creencias falsas relativas a las emociones y a la vida en general.

Esas emociones «de juicio» han sido creadas por sistemas de creencias que no provienen de nuestra alma, y pueden mostrarnos al mundo con una «cara bonita», con la fachada que sea (bonita-buenita, o «malita»). Y en realidad estarán irán rigiendo nuestra vida, una vida como «huida de las capas profundas». Por ejemplo, también usamos todo tipo de «seudoespiritualidad», religión, etc., para seguir en esa negación.

Lo más crucial de todo esto ocurre generalmente sobre los primeros 7 años de nuestra vida. Todos estos sistemas están en ese momento ya firmemente incorporados en nosotros, y nos hacen juzgar esas emociones que necesitaríamos sentir – si quisiéramos crecer –.

Así, normalmente necesitamos primero soltar esas emociones que nos hacen juzgar (esos miedos, etc.), o muchas creencias falsas…

Y esas emociones principalmente giran en torno a cómo nuestra madre o padre se sienten sobre ciertas cosas. Así pues, todos nos hemos «enajenado» de ese modo, haciéndonos esa fachada, pues pasamos a incorporar como opinión prevaleciente la «opinión de nuestros padres/madres» sobre las cosas, pero a un nivel emocional muy profundo, pues son sus «opiniones» como sentimientos acerca de casi todas y cada una de las cosas de la vida.

Incorporamos a nuestra alma el modo en que nuestros padres se sienten ante y sobre muchas cosas, y hacemos eso antes que sentir cómo se siente Dios sobre todas las cosas y asimilar esos sentimientos de Dios (verdad).

Esto último, la verdad, es transmitida por Dios todo el rato via la «voz» de la conciencia, que, como vimos aquí, no es una «voz» sino los sentimientos de Dios transmitidos por el órgano «de la verdad» en el alma, que es el «órgano» de la conciencia.

Pero en desarmonía con el diseño, privilegiamos a los padres y madres, y absorbemos a un nivel emocional profundo los sistemas de creencias de los padres, de la sociedad, etc. Y estas cosas son las que principalmente provocan que acabemos juzgando ciertas emociones, y que así acabemos juzgando nuestra alma, en vez de dejar que fluya todo en ella.

Esas capas de miedos-juicios muy profundos (muy profundos porque son juicios-miedos hechos a emociones de pesar y vergüenza sentidas y no soltadas muy pronto en la vida), esas capas… serán «taponadas» a su vez por más miedos: miedos a sentir, miedos relacionados con los juicios, las creencias, etc., y por las adicciones (adicciones emocionales y emocional-físicas) que creamos para evitar sentir más humildemente nuestros miedos y nuestras creencias.

En esas adicciones emocionales viviremos más o menos autoengañados.

Toda la vida de la persona es gobernada por las emociones causales, en gran medida negativas (pues en general todas las almas tenemos una condición sólo de dimensión 1), hasta que – a falta de incorporarnos a las leyes superiores relativas al amor divino -, vayamos saliendo del bloqueo gracias a la ley de la atracción – y a la compensación asociada – (y recordemos que todas las leyes de Dios son amorosas; ver página A.5).

La ley de la atracción funciona perfectamente para presentarnos en nuestras vidas eventos que nos permitan afrontar las emociones causales.

Así, gracias a las leyes naturales, podemos crecer en amor, creciendo en el amor por uno mismo y el amor por los demás, es decir, en esos «aspectos del amor» en los que podemos crecer sin necesariamente tener que pedir amor divino a Dios; pero con ese amor de Dios, nuestro crecimiento se verá y se organizará de una manera mucho mejor y más ágil y centrada, si tenemos como prioridad número uno la relación de amor con Dios, ya que un factor fundamental es el arrepentimiento y por supuesto el perdón, ingredientes principales en el momento de entrar a involucrarnos en las leyes superiores, relativas al amor divino – pero un perdón y arrepentimiento entendidos de forma simple, es decir, a nivel del alma; ver página A.5 -.

Este crecimiento lo iremos adquiriendo al asumir la responsabilidad personal de afrontar la verdad sobre nuestra alma, y la responsabilidad sobre cómo todo lo que hay en ella tiene importancia «causal» (colectiva e individualmente).

Así, vamos viviendo cada vez más conscientemente en el amor que subyace a la verdad de Dios, es decir, a «las leyes de Dios». Nos sintonizaremos con ese amor subyacente a las leyes, y que de cierto modo será expresado cada vez más espontánea y armónicamente en nuestras vidas particulares, gracias a la atención que prestamos a lo que está pasando en nosotros emocionalmente, y mediante la relación con Dios (ver página A.1 y página A.2 – por ejemplo el taller «Recibir positivamente los regalos de Dios» -).

Entonces, volviendo a las capas: Por encima de esa «capa» causal, pegada a ella, veíamos que tenemos otras emociones «muy inmediatas», que podemos llamar de tapón o tapadera. Estas son emociones de formación muy temprana, en la vida (tipo «enojo infantil», etc., como vimos). Estas en seguida a su vez también las bloqueamos, para así poder evitar experimentar las emociones causales:penas y vergüenzas juzgadas por el entorno de adultos, que los adultos ya juzgan, como adultos que no quieren sentirlas… y como adultos que ya «ni siquiera se acordarán», emocionalmente, de estar viviendo así, en esa negación continua (y es así que por tanto esas emociones de pena, etc., serán inmediatamente juzgadas en los niños que las muestren).

Y, como vimos, este sería el andamiaje de la fachada, o los principios de la fachada, que nos enseña a crear en nuestra alma ese entorno que nos rodea: madres, padres…

Y luego nosotros mismos iremos alimentando esa fachada durante la vida («buenitos», «malitos rebeldes», etc.)

Y luego tenemos diversos miedos a todas esas emociones anteriores (a las causales, a las «tapón», a los miedos-juicios que tanto nos frustró el tener que incorporar… pero que tampoco pudimos «patalear» esa frustración)… y querremos negar también lo que haya por encima de lo más profundo, es decir, querremos negar los miedos…

Y luego, sobre esa negación, pondremos muchas más emociones de bloqueo – tipo juicios, etc. -, pero que siguen en la órbita del miedo.

Y fabricaremos mucho autoengaño en torno a todo eso, y a veces un autoengaño muy enrevesado, por encima de todo ello, mediante adicciones emocionales de todo tipo, sustentadas o no por sustancias físicas o comportamientos corporales.

Así que tenemos incluso terror a experimentar las emociones causales, y las bloqueamos con muchos tipos de emociones relacionadas con el miedo y con el disimule del miedo, más o menos «espiritualmente» o «espiritualistamente»… o bien «queriendo ser normales» ante todo, etc. Con ellas nos justificamos en no sentir las emociones que hay por debajo.

Ahora bien, además, estas emociones de miedo causan todos los problemas físicos corporales. Muchos de estos problemas son considerados «generacionales», pues son pasados a través del escenario emocional en las familias, entornos, etc.

En ese proceso de enmascaramiento y de bloqueo de las emociones causales, el cuerpo se empieza, digamos, a «cerrar», empieza a cargarse. Sin embargo, cuando son liberadas, el cuerpo opera mejor.

La ira o el enfado es el método que usamos para «suprimir» o incluso negar la existencia de nuestros miedos (miedos que a su vez tienen el papel de permitirnos liberarnos de las emociones causales, sintiéndolas humildemente). De hecho, a menudo vivimos aún en cierto grado de frustración continua, acumulada y normalizada.

Y por eso, todo lo que se asemeja a la ira (frustración, rabia, fastidio, etc.) son emociones de guía, «indicadoras», pues nos conducen a nuestros miedos, para poder encontrarlos y sentirlos.

Pero, muy a menudo, si no actuamos (por ejemplo diciendo la verdad, dejando de ocultar secretos), no podremos sentir los miedos que tenemos a las reacciones airadas, enfados, molestias (propias o de los demás).

Recordemos, pues, que el enfado puede aparecer en varias capas, y también en alguna muy profunda (ver el taller de «la ira es tu guía»), ya que también podemos tener esos tapones; esas «tapaderas» o tapones son esas «iras profundas», pero profundas por ser tan tempranas, infantiles; a ellas ya hemos aludido. Y las habremos bloqueado muy pronto, de pequeños. Son emociones de ira infantil, relacionadas con alguna pena o pesar no «procesado», como vimos.

Y entonces, esta ira actuará como si fuera una emoción causal, y también tendremos miedo a destapar esa «emoción tapón» infantil de ira; y tendremos algún tipo de enfado que a su vez niegue ese miedo, etc.

La ira tiene dos motivaciones fundamentales:

– simplemente «es un miedo», como hemos dicho,

– o bien surge cuando alguien o algo no satisface una de nuestras expectativas. En este caso, cuando esto sucede, intentamos hacer responsable de lo que sentimos a lo «externo» (a alguien o algo), y podemos así experimentar nuestra adicción emocional, es decir, unas emociones que sustituyan a los miedos subyacentes o a otras emociones subyacentes y que no queremos sentir (ver los materiales sobre adicciones abajo, en el apartado de materiales, y el taller fundamental sobre «procesamiento emocional«, donde se reúnen varias cosas esenciales prácticas).

Nuestra «felicidad» depende directamente de abrirnos a ser lo suficientemente humildes como para permitirnos sentir las emociones causales, tal como lo haría un niño, aunque atravesando y sintiendo también humildemente la capa de adicciones y miedos. Ahí se requiere a menudo mucha honestidad, y primero intelectualmente, para siquiera darnos cuenta de las adicciones, detectarlas… y luego una honestidad también emocional.

No hace falta mucho más método. Es decir, esto no es un método, sino si acaso lo podemos llamar herramienta. Usamos esta herramienta para simplemente distinguir y empezar a ver lo que pasa, para guiarnos.

Nuestra alma ya es muy poderosa, aunque estemos en el estado de «ignorancia espiritual» usual; ya estamos atrayendo continuamente eventos, etc. (a modo de «signos»). Estos eventos ya son el «método» de las leyes naturales, y por tanto, de Dios. Surgen sobre todo debido a esas emociones causales (o sea, no necesariamente se deben a nuestras emociones tapón ni a las de negación, o sea, los miedos-juicios).

Ver abajo el punto 4 sobre las emociones causales y las emociones «de efecto» o superficiales, relativas a adicciones.

3. Error y verdad

La verdad y el error no pueden existir sobre un mismo tema, en un alma, al mismo tiempo.

Mostremos esto desde una perspectiva emocional.

En nuestra alma no pueden coexistir deseos (o emociones, etc.) basados en el error y en la verdad a la vez, sobre un mismo tema.

Pongamos que un hombre, en su alma, tiene el siguiente deseo o pasión: obtener mucha atención sexual de parte de muchas mujeres diferentes. Este sería un deseo no armonizado con el amor y la verdad.

Mientras ese deseo «errado» se encuentre dentro de él, no puede entrar en su alma la verdad, el deseo verdadero, el armonizado con el amor. La persona necesitará entrar emocionalmente en su interior para averiguar por qué tiene ese deseo, si es que quiere que la verdad pueda siquiera empezar a entrar en ella y sustituir el error.

La verdad, el deseo verdadero, es el de nuestra única alma gemela.

Así pues, los hombres, en ese error, en ese proceso, están básicamente negando su auténtico deseo (alma gemela), y así, este nunca entra en ellos a no ser que la persona libere emocionalmente el deseo «errado».

Y eso lo podrá hacer si experimenta la emoción humildemente, para poder encontrar profundamente la causa emocional, de modo que el deseo verdadero pueda entrar – y también sintiendo este deseo verdadero, es decir, no haciéndolo sólo intelectualmente -.

Así pues, la verdad y el error no pueden coexistir en la misma alma, sobre un mismo tema y al mismo tiempo.

En la mente sí podemos tener dos pensamientos contradictorios a la vez. Pero la belleza de nuestra alma reside en que no podemos tener dos sentimientos contradictorios entre sí acerca de exactamente el mismo tema, y exactamente en el mismo momento.

Por otra parte, las emociones bloqueadas (como por ejemplo una tristeza experimentada por algo que vivimos de pequeños, cuando los adultos se comportan desamorosamente, y que no pudimos terminar de «sollozar») conllevan a menudo el autocastigo, es decir, culparnos a nosotros mismos.

Así, convertimos esas tristezas, que no son de Dios y por tanto son «errores emocionales» (emociones no-sanadas)… las convertimos… en errores en los que viviremos más o menos disimuladamente. Viviremos bloqueados, y gracias a las emociones, creencias y pensamientos acompañantes en ese proceso de bloqueo, que serán más o menos sutiles, del tipo de:

«me lo merezco»,
«eso debe haber sucedido porque me lo merecía»…
«me merecía el abuso, yo lo provoqué»,
«yo era malo»,
«es normal tener vergüenza sexual», etc.

Todo ello lo vamos incorporando como creencia falsa porque no queremos apenarnos, sollozar, y simplemente soltar toda la pesadumbre por la injusticia que se hace a todas las almas, ya que ninguno nos merecemos nada de eso (todos venimos como almas puras, ya que Dios no crea nada imperfecto y somos criaturas de Dios, divididas en dos mitades de alma para empezar a ser conscientes de sí mismas y expresar su esencia única).

Es decir, de pequeños, en vez de simplemente poder experimentar y soltar la tristeza y el dolor emocional que surgen naturalmente ante comportamientos desamorosos de parte los adultos o del entorno, resulta que no solo nos afectan esas cosas, sino que además en seguida preferimos quizá sentir el error del tipo de: «nos lo merecemos»; es decir, preferimos autocastigarnos, a veces de forma muy sutil o, digamos, muy profundamente.

Sintiendo ese error, autocastigándonos así, no conseguimos liberar nada, no liberamos la emoción, nos bloqueamos, bloqueamos esa tristeza, la guardamos, para poder ser aceptados por los adultos – gracias a que nos autocastigamos en relación a ese pesar, a esa tristeza, vergüenza, etc. -.

En parte, lo que sucede es que, por inercia y para evitar su responsabilidad, los adultos a menudo «quieren» que los niños interioricen ese autocastigo si es que los niños quieren poder obtener la aprobación, la aceptación de los adultos.

Entonces, autoatacándonos, autocastigándonos, nos obligamos a vivir en el error: «merezco todo esto que me pasó», etc. Nos echamos la culpa por las maneras en que los adultos ejercen su voluntad -maneras no armónicas con el amor-. Así, nos metemos en ciclos de confusión, vivimos mucho en el error, e incluso por eso puede que a veces pensemos que estamos liberando «emociones causales» cuando en realidad no es así, y nos estamos autoengañando con alguna emoción de autoengaño: lástima de uno mismo, orgullo más o menos sutil, buenismo, etc.

Esto en general nos hace ser en realidad niños en cuerpos adultos.

4. Error y verdad, y emociones-efecto

Un ejemplo de emoción basada en la verdad: Cuando mentimos, sentimos incomodidad, profundamente, en el alma; y ella es como una mensajera para que nos armonicemos con el amor.

Un ejemplo de emoción basada en el error: podemos sentir profundamente que «somos malos». Es decir, que, sin importar lo que nos diga la gente (que puede decirnos algo bueno sobre nosotros, etc.), nosotros erre que erre seguiremos en ese error como emoción profunda, en el alma.

Así pues, no todas las emociones que sentimos implican verdad, autenticidad, honestidad. Por eso es muy importante usar la lógica más básica.

Otro ejemplo: Muchas veces estamos en una adicción, y todas las emociones basadas en las adicciones (que surgen debido a las adicciones), son relativas al error, implican error.

Es decir, podemos llorar y llorar (tras la rotura de una relación, por ejemplo, como una emoción de efecto), o bien podemos enfadarnos (por ejemplo porque no podemos fumar en un avión), etc. Y así, entonces, no estaremos siendo auténticos, veraces, verdaderos con nosotros mismos. ¿Por qué? Porque esas no son las emociones causales, y no estamos sanando nada (si es que pensábamos que lo hacíamos).

La práctica requiere detenernos a admitir, inocentemente, que ese evento que puso la ley de la atracción en nuestra vida (no poder fumar en un avión, ruptura en una relación…), surgió para que sintiéramos alguna emoción causal que estaba provocando un comportamiento desamoroso para con nosotros mismos y/o para con los demás.

Muchas veces no tenemos realmente ninguna gana de soltar la adicción (la de por ejemplo llorar, como emoción-efecto), y la queremos tener intensamente («tenemos lo que deseamos»). Y entonces, lógicamente, antes de poder empezar a liberarnos, tendremos que ser honestos y aceptar inocentemente que no queremos liberarnos, es decir, que tenemos lo que deseamos.

Hemos de sentir, plena y humildemente, la emoción que subyace a nuestras ganas de estar «mal», si lo decimos rápidamente; es decir, la emoción que subyace a nuestro enganche a la emoción-efecto, a nuestra fachada: a llorar cansinamente una pérdida, o a enfadarnos, o a «ser buenos» pero a fuerza de ejercer «la fuerza de la voluntad», tapando así, en realidad, unos deseos y unas motivaciones más profundas y negativas.

5. Emociones, verdad y juicio

El estado de negarnos a sentir la emoción causal implica juicio, y así no podemos aceptar ni sentir la verdad.

Cuando estamos en un estado de negarnos a sentir la emoción causal, rechazamos la verdad que se nos pueda decir. Sentiremos que esa verdad es un juicio, que se nos juzga, etc.

Ese negarnos a sentir la emoción causal puede consistir en un estado de justificarla con miedo, terror, enfado, ira… o cualquiera de las demás justificaciones – para no sentir esa emoción causal -.

Lo que realmente estamos haciendo con ello es crear un estado de juicio permanente hacia cualquier pedazo de verdad que llegue hasta nosotros.

Ese es un lugar muy peligroso donde estar. Pues en el estado de juicio puedes convertir cualquier cosa buena en mala, y justificarte en no recibirla.

Por ejemplo, si alguien nos da incondicionalmente un regalo, y si estamos en el estado de juicio (lo normal, a menudo), sentiremos el siguiente tipo de cosas en nuestro interior: «Qué querrá este tipo de mí, dándome ahora esto…».

Cuando estamos en el estado de juicio culpamos al mundo de todo lo que está pasando en nuestras vidas, y no asumimos ninguna responsabilidad personal ni aceptación personal de lo que realmente nos está pasando.

6. El miedo y su procesamiento

Recordemos que, para crecer, lo necesario es tener la actitud de humildad para permitirnos ser abrumados por los sentimientos, como haría un «niño puro».

Al final, solo hay un miedo básico: miedo a ser abrumados por el sentimiento.

La única manera de salir del estado de miedo o terror, es permitirnos sentir plenamente ese miedo concreto, y hablar con Dios, rezar a Dios mientras hacemos eso (ver las páginas A.1 y A.2).

Hay miedos que inventamos para evitar cosas (ver vídeo en apartado de materiales sobre esta faceta del miedo).

Pongamos que tenemos miedo a decir la verdad. Entonces, en vez de evitarlo, lo que haremos es empezar a notar cada una de las veces en las que no decimos la verdad, y regresar a esa situación para decirla, mientras sentimos la respuesta emocional que tenemos en ese momento.

Es preciso, pues, confrontar directamente los miedos.

Cada vez que evitamos el amor y la verdad en nuestra propia vida, cada vez que evitamos vivir en ese espacio, todas las leyes de Dios actuarán «a la contra» de nosotros (porque Dios nos quiere felices, y verdad y amor van juntos).

«No sé vosotros, pero prefiero que todas las leyes de Dios estén a mi favor aunque todo el mundo en este planeta esté en contra de mí» (Miller). (Ver el punto A.5.)

Cada vez que nos ponemos en armonía con los principios y leyes de Dios, sin hacerle caso a nuestros miedos, sino más bien afrontándolos (actuando), y si vamos tratando con las emociones subyacentes a los miedos, entonces lo que sucede es que todas las leyes de Dios estarán trabajando en favor de nosotros, y, además, todos y cada uno de los espíritus que están conectados con las leyes de Dios en el mundo espiritual, estarán también trabajando en nuestro favor.

6.1 Ejemplo de Elvira: fatiga crónica y relación con espíritus que «controlan el miedo»

Tenemos este ejemplo de Elvira, donde ella pregunta, en un taller del 2011, y Jesús y María responden rápidamente sobre el tema de los agujeros en el aura, el control de los espíritus que influyen gracias a nuestro «no querer sentir» el miedo, etc.
Página con los enlaces (texto, vídeo).

7. La meditación y el yoga, etc., y la liberación emocional

Cuando realmente experimentamos una emoción causal y la procesamos, habrá un cambio instantáneo en la vida. Si esto no sucede, no habremos procesado una emoción causal nuestra.

Si no cambió nada, pero sí que estamos «sintiendo mucho» – y sintiendo repetidamente -, entonces… ¿qué otra cosa puede estar sucediendo, aparte de las emociones «de efecto», de las que ya hemos hablado un poco arriba?

Por ejemplo, la meditación y el yoga, etc., aunque a veces puedan servir (ya que, por ejemplo, para procesar el miedo, para realmente hacernos «amigos» del miedo y permitir que fluya… como cualquier otra emoción… necesitaremos «estar en nuestro cuerpo»), también a menudo nos pueden abrir a experimentar emociones de espíritus, y así, no nos liberamos nosotros.

Gracias a estas cosas entendemos, evidentemente, la importancia que tiene cultivar primero una verdadera relación con Dios.

Si experimentamos repetidamente alguna emoción cuando meditamos, hacemos yoga, etc. (una emoción como por ejemplo un profundo pesar), esto puede deberse en realidad a algún desencarnado que utiliza nuestro estado (al nosotros habernos de cierta manera «salido del cuerpo») para poder experimentar sus emociones a través de nosotros, quizá para así, él o ella, evitar sentir por sí mismo una emoción causal en su alma.

(Recordemos que las adicciones emocionales consisten en gran parte en «evitar sentir» tales emociones causales, y que las tenemos tanto nosotros como también la mayoría de los miles de millones de desencarnados que siguen por aquí, ligados a la Tierra. Es decir, compartimos adicciones emocionales con personas físicas y con espíritus, todos nosotros, aunque no nos demos cuenta – precisamente debido a ello -.)

8. Expectativas y adicciones: diferencia entre vivir en una emoción y sentirla. Enganches o ganchos con respecto al mundo

Cualquier expectativa que tengamos es una actitud desamorosa, y detectando una expectativa o una exigencia que tenemos, podremos detectar nuestras adicciones.

Si esperamos que alguien sea amoroso con nosotros, estamos en una actitud desamorosa, es decir, en desarmonía con la verdad y el amor.

Las adicciones (comportamientos de todo tipo, actitudes mentales, bloqueos…) son aquello que creamos para solamente intentar aliviar una emoción, sin procesarla – una emoción que no queremos sentir -.

Así, terminamos viviendo en esa emoción.

8.1 Vivir en la emoción versus simplemente sentirla

Vivir una emoción es, pues, estar en el sentimiento de la emoción, pero actuar de todas las maneras posibles para evitar que nos abrume. Así, la «suprimimos» (la «sub-primimos», la echamos hacia abajo, al «subterráneo»), y hacemos cosas adictivamente para tratar de aliviarla.

Así, viviremos todo el rato con dolor, más o menos intenso. Primero podrá ser «sólo» un dolor emocional, que pasa más o menos inadvertido. Pero eso se irá tornando con total seguridad en dolor físico (enfermedad, deterioro…). También podemos tener dolor de tipo espiritual, es decir, el dolor relativo a nuestro deseo de ignorancia sobre la verdad.

Cualquier tristeza que experimentemos en este estado es en realidad solo rebelión (contra el hecho de que, si queremos «crecer», tenemos que sentir la emoción).

Frente a «vivir en la emoción», tenemos el simplemente sentirla, humilde:

Sentir la emoción es tener el sentimiento de ella, y permitir que nos abrume, atravesándola. Esto es el verdadero «alivio».

En la mayoría de casos, no es el terror lo que crea los bloqueos, sino que los crean las adicciones. Y el terror, o nuestra falta de deseo de sentir el terror, es lo que causa las adicciones.

8.2 Adicciones y «ganchos» con la gente. Algo más sobre emociones superficiales, «de efecto»

En el punto A.2 hemos visto un caso muy básico en cuanto a las emociones causales y las de efecto (es en la primera parte, sobre la humildad, acerca de sentirse no querido).

Esa emoción superficial de «sentirse no querido» es nuestra adicción: «por favor, ámame«. Y así, con esa adicción, rechazaré o me enfadaré con toda persona que aparezca y muestre hacia mí la más mínima cosa que esté en desarmonía con el amor.

Las adicciones que tenemos se convierten en los enganches, los ganchos o anzuelos con los que nos enganchamos al mundo; es lo que usamos para engancharnos a él (es paradójico, pero así es). De ese modo se convierten en la manera en que el mundo que nos rodea puede controlarnos.

Veamos cómo.

Por ejemplo, si una persona esconde algo a su pareja – como cosas del tipo «infidelidad» -, entonces puede tener tanta vergüenza sobre el secreto (por ejemplo, si se trata de una madre y uno de sus hijos en realidad lo hizo con otro hombre, y no se lo ha dicho a su marido), puede tener tanta vergüenza… que esté dispuesta a dejarse controlar por el marido toda la vida para así no tener que sentir a fondo esa vergüenza.

Otro ejemplo: Algunas personas, en cuanto alguien les hace la más pequeña sugerencia para hacer algo (para emprender un proyecto conjuntamente, etc.), sienten que se las quiere controlar. En este caso están mostrando la adicción: «quiero vivir mi propia vida«. ¿Por qué tienen esa adicción? Por una emoción no sanada, de la infancia, donde por ejemplo la persona no podía vivir su propia vida (sus propias elecciones eran incluso castigadas, etc.). Y así, ahora esa persona se resiste a toda sugerencia sobre su vida. Esto funciona como una especie de enganche o gancho emocional con respecto al entorno, y ahora la persona puede ser manipulada desde el exterior (al mostrar este comportamiento automático, esta compulsión). En cuanto tenemos una emoción así, basada en algo desamoroso, podemos ser fácilmente manipulados (pensad en la influencia de espíritus, es decir, los desencarnados, etc.).

9. La ira

Ver abajo el apartado de materiales (el taller La ira es tu guía). Los vídeos que allí enlazo explican muy bien los tipos de ira y su función (por ejemplo ese).

No estoy diciendo que no experimentes tu ira. Estoy diciendo que no te quedes en ella. No me refiero a salir de ella desconectándose de la ira, sino a salir de ella experimentándola completamente, y luego dándote cuenta de que se trata de una elección que estás haciendo, la elección de alejarte de una emoción subyacente.

Toma la decisión de entrar en esa emoción ahora, en vez de continuar eligiendo alejarte de ella.

Pues si eliges vivir en tu miedo a las emociones, te enfadarás muy a menudo. Pero si te decides a comenzar a entrar en tu emoción, en la emoción causal real misma, y a ​​comenzar a permitir esa emoción y lidiar con los bloqueos para experimentarla (bloqueos basados ​​en el miedo) entonces rara vez te enfadarás durante este proceso. Pero depende de ti, es tu elección.

Ahora bien, ten en cuenta todo lo que hemos comentado, pues no estoy hablando de la ira de la infancia, sino de la ira en la que te metes como adulto y lo que experimentas como tal.

Cuando entras en la ira de la niñez  y te permites experimentarla, a menudo serás como un niño cuando la experimenta. Entonces, te tirarás al suelo pateando y gritando. O bien saldrás fuera y golpearás algo, gritando y  berreando, como un niño experimentaría su ira. Entonces la clave sigue siendo pasar por debajo de esa emoción y entrar en la emoción causal. ¿Por qué estaba enfadado el niño? La mayoría de las veces es porque fue castigado por algo que sucedió, algo que fue triste, o por muchas diferentes razones.

10. La vergüenza

En el vídeo y texto enlazado en el apartado de materiales – sobre la vergüenza -, vemos la definición de vergüenza, en forma de conversación entre Miller y Mary. La página dedicada a esa sesión 5 de preguntas y respuestas sobre el miedo y cuestiones relacionadas es esta.

Al final, la vergüenza no es una emoción causal, sino de efecto.

Lógicamente, en el caso más globalizado, la vergüenza es el efecto de actos violentos física o emocionalmente, actos de desprecio, proyección del miedo de los adultos hacia los niños… actos donde desde el entorno se nos suprimen «cosas inocentes», etc., todo ello a menudo vivido en la infancia.

Muchas veces se proyecta hacia los niños la idea de que son intrínsecamente malos o que cometen algo malo, cuando no es así para nada. Y el miedo a sentir esas proyecciones, o sea, a sentir ese dolor vivido en la infancia (porque se proyecta mucha falsedad sobre nosotros) crea vergüenza.

El otro caso de vergüenza es estar avergonzado en una especie de culpa sana y apropiada. Decimos que es apropiada porque el uso sano de esa vergüenza ante algo desarmónico que hemos hecho (al sentirnos avergonzados de nuestros actos malos) el uso sano de eso… sería utilizar ese sentimiento como señal de que hay emociones o dolores enterrados que debemos procesar, y que causaron esa mala elección que hicimos.

Esos dolores o emociones causaron que nos comportásemos en desarmonía con respecto al amor, y la vergüenza «sana» apunta hacia ellos.

El problema es que a menudo también nos quedamos viviendo inmersos en ese tipo de vergüenzas, en vez de simplemente sentirlas y recibir el mensaje de que «tenemos que» sentir las causas que nos hicieron cometer actos desarmónicos (cuando hacemos algo desamoroso, en desarmonía con el amor y la verdad, tal como los ve y siente Dios).

Es decir, podemos terminar viviendo en el miedo a nuestra vergüenza «sana», en vez de solo sentirla y que nos motive rápidamente a sentir y liberar o soltar las causas (procesar las emociones causales).

11. Las emociones y su relación con las acciones basadas en la verdad, para cultivar la fe

Ver, en el punto A.3, el apartado titulado: La voluntad y la fe; el ciclo de la fe y la verdad; las emociones y la acción.

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Materiales

Algunos audios o vídeos generales:

Procesamiento emocional | Taller de Jesús, 2009: Entrada con enlaces a texto y audios
Las mujeres también crean las guerras, protegiendo el miedo, que captan cual antenas los «tontos» útiles ejecutores: entrada con enlace a un breve audio
Las emociones que causan nuestra ley de la atracción: vídeo
Carta del 2005 sobre «Limpieza emocional»: primeros 4 apartados: audio / descarga || siguientes: audio / descarga || siguientes: audio / descarga || siguientes: audio / descarga || siguientes (parte 5a): audio / descarga || Estos dos apartados (parte 5b) se intercalan en realidad en la anterior «parte 5a»: audio / descarga || siguientes: audio / descarga || últimos: audio / descarga
Cómo eliminar bloqueos para poder experimentar todas nuestras emociones: vídeo
Heridas emocionales y sexualidad adictiva (nota básica): vídeo
Conversación sobre conmiseración, la trampa de compartir emociones, la relación de «ayuda»: audio / audiovídeo / descarga
– Ver la página-guía sobre crianza para el tema de la importancia de las emociones «de las madres» (en el taller sobre crianza, o en el del «tabú de la madre»)

Emociones y alma humana (sobre el alma, ver también por ejemplo el apartado de materiales en la página guía A.3)

Creación de rutas emocionales en el alma basadas en error (causa de los problemas de la humanidad): vídeo
Lógica, emociones y verdad. Son varios vídeos y el texto de ese taller de Miller sobre el tema lógica, emociones y verdad… todo ello enlazado en esta entrada (contiene los enlaces al pdf, a los vídeos, y los índices de contenidos de los vídeos, etc.)

Adicciones: placer «falso», etc.

– ¿Qué son las adicciones?: vídeo / Parte del texto de este vídeo está en este enlace; es un aporte de Paco, usando traductor de google y extrayendo partes: pdf
– Empezar a distinguir entre: placer que proviene de las adicciones emocionales / placer «álmico»
: vídeo
¿Cuáles son las emociones placenteras?: vídeo

La vergüenza

– Los dos tipos de vergüenza y la vergüenza como efecto. El tipo de culpa «sana»: vídeo / enlace a la página donde enlazo el texto completo de esa sesión sobre emociones (la 5) donde surge esa pregunta sobre la vergüenza: Emociones de miedo: preguntas sobre el miedo, vergüenza, etc.

El siguiente vídeo ilustra quizá el tema de la vergüenza, pero más en general todo el problema de la supresión emocional:
Mamá joven que compromete su bienestar emocional viviendo con su madre, que suprimió sus emociones: vídeo

El miedo

– Taller del 2009 sobre el miedo: enlace a la entrada con todos los vídeos y textos enlazados
– ¿Qué es el miedo?
: parte 1, parte 2 (vídeos)
– Dolor y miedo: ¿Cómo lidiar con el miedo mientras tengo dolor físico?:
vídeo
– Las causas del miedo que domina el planeta:
entrada con todos los enlaces / vídeo
– ¿Cómo se crea o bloquea el miedo? 4 maneras: amor o verdad retirados, y amor o verdad disfrazados
: vídeo
– ¿Cómo desarrollar el deseo de sentir el miedo?
: vídeo
– Afrontar el miedo a la acción: tres tipos de dolor; nuestra adicción a evitar el dolor
: vídeo
En el anterior vídeo, vemos que los miedos son inventados por el ser humano, y ninguno lo creó Dios. Son a menudo fabricados por nosotros desde la infancia, pero a imitación de los adultos, por influencia «inevitable» del entorno, en situaciones muy concretas. Los usamos para tapar emociones «más reales», digamos que causales. Esas emociones pueden ser también miedos, como por ejemplo el «miedo a perder el amor de los padres» (que en realidad es una emoción o evento muy concreto, de retirada brusca de ese amor, en una situación de infancia donde un adulto se asusta mucho de una serpiente, por ejemplo).

La ira

– Enlace a la entrada sobre el taller (2009): La ira es tu guía. En esa página están todos los enlaces a vídeos y textos de la transcripción que hemos visualizado junto a los vídeos originales, etc.
Los gritos de los hijos a una mamá: una llamada al arrepentimiento de la madre: enojo, humildad, ley de atracción, regalo…: entrada con enlaces a audio y vídeo
La necesidad de expresar inocentemente la ira: plena aceptación infantil de la emoción, no negación: vídeo (breve)
La ira usada para negar emociones causales: así seguiremos degradando la condición de nuestra alma: vídeo (explicación detallada)

Emociones de autoengaño

Enlace al pdf del esquema del taller del 2009 sobre este tema: pdf
/ Enlace al formato odt: odt

 Más materiales relacionados:
La sacralización de «la madre» para tapar heridas emocionales que nos alejan vivir el amor de Dios
La sanación de las adicciones emocionales: miedo a sentir las emociones causales, y el amor
Sentir el enojo, la ira, la frustración… sentirlos, no es ni negarlos, ni juzgarlos, ni justificarlos
Si no estamos presentes en las emociones profundas e «inocentes», buscamos actos físicos «adictivos»
Emoción causal y emoción de efecto. Cómo «la verdad nos hace libres»

 


Antigua versión audio de lectura de versión anterior de la página:
en su versión de marzo del 2021, aquí: audio / descarga del audio