Las emociones sinceras o amorosas que permiten el perdón

En este audio (enlaces abajo) vemos la conversación que tuvieron en el 2017 Jesús y María Magdalena sobre este tema, que corresponde al punto 10.3.2 del esquema sobre estas sesiones (ver estos materiales aquí).

Enlaces audio: en ivoox / descarga


Sesión original (Divine Truth):
https://www.youtube.com/watch?v=zrKZ_piDdhQ

 

 

 

Humildad y valía

[Revisado y precisado el día 20 de julio, 2023; también pequeños añadidos posteriores (apartado «textos relacionados»]

Índice
– Introducción
– Humildad y valer
– Enfermedades, accidentes…
– Textos y audios relacionados
– Índice del vídeo

_

[En este vídeo leo y comento un poco más el texto de esta página.
         Este texto se basa, obviamente, en las enseñanzas de Miller y Mary, Jesús y María Magdalena, en su forma física, en esta especie de «segunda venida» tras sus dos mil años de vida continua..]

Introducción

Decimos que las leyes son AMOROSAS.

Las leyes que «estructuran» la realidad están hechas por un creador amoroso (e infinito, por cierto).

O sea, los hechos, las cosas que ocurren… «lo que nos pasa»… es amoroso en ese sentido «indirecto», que podemos ver, como poco, como «amor indirecto».

¿Por qué?

Las intenciones que hay detrás de muchos actos no son amorosas. Esas intenciones a menudo se basan en errores bloqueados en el alma. Pero la estructura que permite que eso exista es amorosa, pues toda ella está funcionando para corregir el error y que podamos «aprender sobre el amor».

Si estamos en las dimensiones donde el error existe, la estructura de leyes funciona para corregir el error, además de para proporcionar verdad en general (con la alegría concomitante a esa verdad).

Pero, si estamos en los muchísimas más dimensiones de «unidad con Dios», ahí… ya no hay nada que corregir; es decir, la verdad ya no depende del problema ─anecdótico aunque doloroso─ que vivimos en esta tierra.

El principio que subyace a la verdad de los hechos que nos pasan es amor.

Las leyes de Dios («naturales»…) quieren que seamos reales… sin importar lo que pensemos que es placer o no lo es, sin importar que lo tengamos todo al revés.

Si nos sacrificamos, si sacrificamos nuestro yo real… las leyes van «contra» eso.

Los hechos, las leyes, la verdad… nos quieren reales.

Y por eso los sucesos de alguna manera «general» son realmente un regalo.

Humildad y valer

Entonces…

Esas leyes nos quieren hacer HUMILDES, para poder ser el yo real, que es lo más «grande», el alma (¡qué paradoja divina!). Continuar leyendo «Humildad y valía»

El arrepentimiento, la conciencia y un contraste básico

Índice
– El arrepentimiento es «muy bonito»
– Encantados… y el contraste
– La conciencia y el arrepentimiento: aborto
– Aborto y «extraterrestres»
– Presentación e índice del vídeo correspondiente a este texto

__

[Para la introducción a estos temas (arrepentimiento y perdón, alma), ver las páginas-guía (por ejemplo A.5)]
[Este texto lo leo y lo contextualizo en el vídeo enlazado, que presento con su índice en el último apartado]

El arrepentimiento es «muy bonito»

Esto quedará quizá mejor «ilustrado» en el vídeo, y merece que lo recordemos y hablemos mucho más algún día… 🙂 , pero pasemos al siguiente apartado para ir viendo por qué el arrepentimiento es algo hermoso en relación a nuestra relación con Dios, con los demás y con «ser el alma».

Encantados… y el contraste

Vimos esto tan «desagradable» de que en realidad tenemos que estar encantadísimos con la idea de arrepentirnos 🙂 .

Encantados… sobre todo porque en general lo que está en desarmonía en nuestra alma son cosas que justificamos. Por ejemplo: toda la manera de criar a los hijos, o muchos aspectos de cómo tratamos a las parejas, muchas faltas perdón y de arrepentimiento… etc.

Y todo eso son cosas que obstaculizan la relación con Dios; es decir:
– obstaculizan que sintamos la verdad de Dios a través de la conciencia,
– y obstaculizan el proceso de armonizarnos con la posibilidad de recibir amor divino, al pedirlo.

El arrepentimiento nunca exige «que el otro me perdone».

Imaginaos que le hemos dado un golpe a alguien – por poner un ejemplo muy sencillo de desarmonía, es decir, de pecado -.

Digamos que luego nos grita ese alguien al que hemos atacado, pues «tiene algo directamente con respecto a nosotros».

Si nosotros, justo poco antes de recibir el grito, nos arrepentimos de lo que hemos hecho – REALMENTE arrepentirnos -, entonces no sentiremos ninguna incomodidad ante el grito de esa persona; por ejemplo no nos sentiremos «mártires» recibiendo ese grito, ni víctimas, etc.

Pero SÍ aceptaremos que es lógico que la persona se sienta así, y no esperaremos (no exigiremos ni esperaremos) que la persona «nos perdone». Esa actitud «sin exigencias», automática, sería la demostración de que realmente estamos arrepentidos en el alma.

Entonces, en la vida, cuando vemos que alguien se queja de nosotros, muy a menudo lo que dicen puede «ser verdad», su actitud es una oportunidad para que nosotros sintamos un error, algo de «verdad personal» sobre nosotros.

Es decir, imaginaos este contraste:

– tu pareja, como alma, tiene sus propias heridas (creadas por su entorno, normalmente desde la concepción y en la infancia),

– y si tu pareja está enfadada contigo POR esas heridas, POR SUS PROPIAS HERIDAS emocionales…

– entonces su enfado no es aceptable, es decir, no te sirve a ti, ni le sirve a ella (que te «emita» ese enfado no sirve a nadie, sino más bien degrada más a todos).

– Pero si ahora es el caso de que viene por ejemplo un hijo o una hija, mostrando «falta de perdón hacia nosotros», actuando quizá con enfado… quizá por unas heridas emocionales relativas a la crianza que les hemos dado…

– entonces parece que a menudo eso es «la ley» que está actuando para que nos demos cuenta de que no nos hemos arrepentido realmente de lo que hemos hecho en los hijos (que hemos hecho que absorba su alma emocionalmente).

– Así que a veces «hay que» escuchar gritos, otras veces no.

Vimos que una persona que realmente se siente arrepentida, no exige que el otro le perdone. Es decir, no se sentiría molesta/exigente ante por ejemplo unos gritos de aquel al que hemos golpeado (en ese ejemplo anterior)… o ante los gestos del hijo de este ejemplo.

Esto es casi todo lo contrario al terrible «mandamiento» de «respetar a los padres» de forma automática, «moralista»… pues eso obliga a que toda la civilización piense que lo hace bien, que «cría bien» a los hijos, cuando en realidad todo el mundo está usando a los hijos para «aliviar», justificar y reforzar sus heridas emocionales, pasándoselas sufridamente a los niños debido a miles de justificaciones: «no hay tiempo», «hay que procrear», «hay que ser sacrificado/a»…. etc. Continuar leyendo «El arrepentimiento, la conciencia y un contraste básico»

Isabel I (1533-1603) reina de Inglaterra, revela su alma llena de remordimiento y contrición

[Para escuchar en formato audio / descarga]

Un mensaje anterior y muy relevante es este (en este caso dado por Jesús).
___

Como vemos abajo, el título completo del mensaje dado por la reina Isabel I de Inglaterra es largo, y la expresión de «violar la ley de la compensación» resulta quizá extraña si se lee rápidamente. «Violar» puede interpretarse, de entrada, como simplemente «no hacer caso» de la existencia amorosa de esta ley, y de su propósito real.

____

Isabel I, la gran reina de aquellos días, confiesa libremente las violaciones a la Ley de la compensación que cometió, y revela un alma llena de remordimiento y contrición
(mensaje via James Padgett, 12 de mayo de 1915)

Estoy aquí, la reina Isabel I de Inglaterra.

He estado aquí varias veces, pero nunca antes había tenido la oportunidad de escribirte, y ahora que lo he hecho, no me defraudes, pues tengo la esperanza de que me puedas ayudar.

Y bien, yo fui una mujer muy mala en la Tierra, puesto que ahora veo la verdadera relación entre las cosas y las obras, y estoy sufriendo por el recuerdo de todo eso.

Se me consideraba una criatura que gozaba del favor divino y que, por lo tanto, no podía hacer nada malo, y que todo lo que decía o hacía debía ser obedecido y seguido por mis súbditos y por todos los demás que vivieran dentro de mis dominios.

Viví una vida que no estaba en consonancia con las leyes de la moralidad o de Dios, tal como ahora las veo; y si te digo que, aunque fuera una mujer soltera, no obstante tenía mis amantes para gratificar mis pasiones y complacer mis caprichos, comprenderás que fui una mujer malvada, y que esas son las cosas que ahora causan mis sufrimientos y mi oscuridad.

No soy un espíritu que piense que no podía hacer nada mal por el hecho de que fuera un gobernante. En ese momento sabía que muchas de las cosas que hice estaban mal y, a consecuencia de eso, mis sufrimientos se han vuelto mucho mayores.
Continuar leyendo «Isabel I (1533-1603) reina de Inglaterra, revela su alma llena de remordimiento y contrición»

La verdad acerca del arrepentimiento y del perdón

Ya estoy haciendo poco a poco algunos audios de estos talleres que hizo Miller en Brasil en el 2012, y de los que sí hay traducción en español. Y aunque en este caso hay algunas partes de la traducción que no están muy cuidadas, este taller en concreto sobre el arrepentimiento y el perdón da un material muy importante, y se entiende lo esencial.

En algún momento quizá tranquilamente pueda ponerme yo también a traducir más 🙂 … aparte de lo que llevo hecho, por ejemplo para el caso del tema de la responsabilidad (con una pequeña parte de una sesión que hizo sobre ello (ver punto A.3)), o con el tema de la fe y las leyes (ver punto A.5).

Estamos viendo ya algunos audios y resúmenes tanto en ivoox como en youtube… así como aquí, en la guía de esta web (pues hay cientos de transcripciones de los talleres de Miller y Mary).

En este enlace de esta misma web ya coloqué varios enlaces para descargar muchos textos.

Abajo están los enlaces a los audios de la lectura de esta charla sobre el arrepentimiento y el perdón -tanto a ivoox como a la descarga directa de la nube-.

La verdad acerca del arrepentimiento y del perdón (parte 1) [descarga directa]
// (parte 2) (descarga directa)
// parte 3 (descarga directa)

El mundo al revés: perdonamos cuando tenemos que arrepentirnos, y viceversa

(Texto leído en audio aquí / Y enlace de descarga.
Audio complementario: La verdad acerca del arrepentimiento y del perdón (1) // )

Muy a menudo practicamos, sin darnos cuenta, una especie de arrepentimiento (contrición) con respecto a la gente que en realidad tenemos que «perdonar».

Insistamos de nuevo en que en realidad todo esto es un asunto emocional, en el sentido de que nos pasamos la pelota de las grabaciones emocionales.

Y sí, efectivamente, nadie tiene «la culpa»… pero al final, tampoco nadie se responsabiliza (pues hay muy poca gente humilde, en el sentido en que lo definimos aquí).

Para ver el caos que se forma debido a que nadie se responsabiliza, y ver cómo es que no sabemos responsabilizarnos (emocionalmente), podemos tratar el ejemplo -quizá muy típico- de las madres, que de alguna manera «son sagradas» (en este sentido erróneo):

Yo te parí, así es que autocúlpate todo lo que puedas…

…y ese tipo de cosas.

Entonces, las personas intentamos a menudo «expiar culpas», por ejemplo, como hijos, y practicamos la contrición o arrepentimiento como si les hubiéramos hecho a ellos -a los padres o a las madres- muchas «cosas malas».

Esto lo hacemos a menudo para no crecer, para no sentir la pena profunda asociada a cómo nos trató nuestro ambiente cuando éramos muy pequeños.

Es como si les debiéramos algo a los padres, buscando de este modo una especie de aprobación, o sea, buscando prolongar un estado en el que nos hemos juzgado a nosotros mismos, nos hemos culpado a nosotros mismos, por algo que en realidad no nos grabamos emocionalmente nosotros (vino del entorno hacia nuestra alma).

Esto lo hacemos muchas personas, inconscientemente, desde muy pronto en la vida, para así no recibir las energías de juicio que vienen de los «poderosos» adultos que nos rodean, incorporando así profundamente un sentido de invalidez, etc.

Es decir, lo que hacemos es juzgarnos antes de que nos juzgue la mamá o el papá.

De ese modo nos «protegemos», en el sentido de que ahora podemos controlar, o creemos poder controlar, lo que nos vendrá desde los adultos… y podremos así «evitar» que vuelvan a entrar las energías de juicio desde ellos (unas energías que tanto duelen, ya que, de pequeños, no tenemos casi más protección y guía que esas personas adultas de las que depende prácticamente todo).

Esto es independiente de que luego, efectivamente, en la vida, también podemos haber hecho «cosas malas» a los padres y madres. Pero, en un principio, no es así, pues básicamente somos espejos emocionales (en la primera infancia, como hemos visto en otras partes).

Así pues, en esa cascada de «autoprotección» invalidante, donde no nos protegemos en absoluto (en este «juzgarnos antes de que nos juzguen» tan dolorosamente los padres) hacemos durante la vida gestos de «arrepentimiento» donde lo confundimos todo… pues hacemos como si nosotros fuéramos los malos de la película… en vez de responsabilizarnos de nuestras emociones, pero en tanto que muchas de ellas son cosas que nos vinieron «desde fuera».

Es decir, en vez de «perdonar», «nos arrepentimos», y viceversa.

Y esas emociones basadas en el error entraron en nuestra alma desde el entorno, ya que nosotros éramos incluso bebés cuando por ejemplo las «sagradas madres» nos graban inconscientemente cosas que ni se dan cuenta que están grabando en nuestras almas.

Entonces, quizá ya de adultos, «expiamos» culpas arrepintiéndonos con respecto a personas que en realidad tenemos que «perdonar» (perdonar aquello que provenía de su alma, en la primera infancia)… perdonar en el sentido de responsabilizarnos de ese modo ya comentado, donde en realidad el «trabajo» es el de volver a hacer fluir todas esas emociones que ya tenemos dentro, que fuimos continuamente incorporando, y que provenían de, por ejemplo, toda esa parte femenina generacional… tan sacralizada, o bien de los padres, etc.

Entonces, tenemos estas dos formas -que es como si fueran simétricas- de responsabilizarnos de las emociones:

– arrepentirse: sentir con humildad, por ejemplo como padres o madres, cuáles eran las causas emocionales de aquella actitud que teníamos y que nos hizo proyectar contra, o juzgar, por ejemplo a unos niños pequeños,

– el perdón: responsabilizarnos igualmente de las emociones que hemos incorporado del ambiente, sin culpar, pero admitiendo la verdad: que nadie se merece nada, que nadie se merece eso.

Por ejemplo, un padre o una madre, debido a las proyecciones que ahora se da cuenta que «metió» en el alma de sus hijos… practicaría el arrepentimiento (concepto este que, como hemos dicho, se emplea para hablar de la tarea de responsabilizarse cada vez más concretamente de las emociones que seguimos teniendo bloqueadas, y que fueron las que nos hicieron proyectar en aquel momento hacia los niños).

Y, por otra parte, los niños, en general, o los jóvenes… practicarían mucho el perdón…. o sea, el responsabilizarse de las emociones proyectadas en ellos que se imprimieron en su alma… pero que, para recibirlas, ellos «no hicieron nada»,  «no se lo tenían merecido»; es decir: son objetivamente injustas, aunque ahora ya solo nos toque, en la vida, sentir (cultivar la humildad).

No hicimos nada para ganarnos esa «impresión álmica oscurecedora»… si la podemos llamar así. Y la parte que nos toca de «limpieza» con respecto a esa grabación, no es la de arrepentirnos por nada.

Cuando nos arrepentimos de algo que en realidad nosotros no hemos hecho (pues no nos hemos grabado esas emociones «juzgadoras», etc.), entonces, liamos mucho las cosas, pues la otra persona (por ejemplo un padre o una madre), que es la que realmente, en su alma, desearía trabajar el arrepentimiento para crecer (en este sentido técnico de deshacer las causas que le llevaron a grabar «emociones erradas» en los hijos)… esa otra persona, madre o padre… decíamos… entonces se ve en un papel que no le corresponde: tiene quizá un hijo, un nieto, sobrino, etc., que le representa, ahí delante, el papel de «soy culpable», y todo el rato (atraído por la ley de la atracción del padre o la madre, para que así este pueda volver a sentir ciertas emociones causales).

Como veis, esto es muy práctico, y es el caso de por ejemplo la gente que a menudo nos ponemos a cuidar a familiares mayores o ancianos, pero con unos sentimientos de lo que llamamos «culpa» (que es arrepentimiento por algo que en realidad no hicimos)… y así, estamos evitando perdonar, pues, como hemos visto, lo confundimos todo, lo mezclamos todo.

Ya vemos pues el lío que montamos en torno a este tema de «la culpa».

__
Recordatorio:
todo esto no me lo invento yo, sino que está elaborado a partir de charlas y talleres de Miller y Mary.