1/9:3-4) 9. La expiación (siguientes mensajes) | El verdadero evangelio – Revelado de nuevo por Jesús | Vol. 1. / 9:3-4

Índice
─ Introducción y enlace al audio
─ Versión en español
─ Versión en inglés 

___

 

Introducción

─ Enlace al audio: en ivoox // enlace descarga

A continuación vamos a ver una parte del apartado:

9) La expiación

Vemos los siguientes mensajes contenidos en el tema 9.

El tema es la expiación («atonement»).

Para ver la lista con todos los enlaces a los textos y audios ver:

unplandivino.net/padgett/

Forma parte de un libro que es el primer volumen de los mensajes recibidos a principios del siglo XX por James E. Padgett de parte de varios desencarnados, entre otros, Jesús de Nazaret.

Estos volúmenes fueron preparados o compartidos así por Divine Truth (entre otras personas).

El primer volumen incluye los siguientes temas y apartados (los 11 temas numerados sirven para organizar temáticamente los mensajes):

a) ─ Retrato de James E. Padgett
b) ─ Mi testimonio (por Leslie R. Stone)
c) ─ Foto espiritual de Mary Kennedy con su alma gemela, el Dr. Stone.

           d) ─ La verdadera misión de Jesús

I. Jesús y su relación con Dios.
II. Dios y el alma humana.
III. El problema del pecado.
IV. Redención del pecado.

─ 1. Los mensajes
─ 2. Ámbitos celestiales
La oración
─ 3. Inmortalidad
─ 4. ¿Quién y qué es Dios?
─ 5. Espíritu Santo
─ 6. Resurrección
─ 7. El alma
─ 8. Perdón
─ 9. Expiación [estamos aquí: Vemos los siguientes mensajes en este apartado 9]
─ 10. Infierno
─ 11. Expiación vicaria
e) ─ Mensajes adicionales

Versión en español
9. La expiación (cont.)

Confirma que Lucas escribió sobre la expiación (Jesús) (4 enero 1916)

Estoy aquí, Jesús.

Escribiré solo unas pocas líneas, pues deseo confirmar lo que Lucas ha explicado tan claramente sobre lo que es la expiación.

Él ha expuesto el verdadero plan de Dios para la redención de la humanidad, es decir, para situarla en la misma relación con nuestro Padre que ocupaban nuestros primeros padres, relación que les fue arrebatada por su desobediencia y que no se restableció hasta mi venida. Los hombres deben aprender el verdadero significado del gran plan para su salvación y para que se vuelvan en unidad con el Padre en Su naturaleza divina. No se ha proporcionado ningún otro plan, y no hay ningún otro camino abierto para que los hombres reciban esta naturaleza divina del Padre y la inmortalidad. Continuar leyendo «1/9:3-4) 9. La expiación (siguientes mensajes) | El verdadero evangelio – Revelado de nuevo por Jesús | Vol. 1. / 9:3-4»

1/9:1-2) 9. La expiación (primeros mensajes) | El verdadero evangelio – Revelado de nuevo por Jesús | Vol. 1. / 9:1-2

Índice
─ Introducción y enlace al audio
─ Versión en español
─ Versión en inglés 

___

 

Introducción

─ Enlace al audio: en ivoox // enlace descarga

A continuación vamos a ver parte del apartado:

9) La expiación

Vemos los primeros mensajes contenidos en el tema 9.

El tema es la expiación («atonement»).

Para ver la lista con todos los enlaces a los textos y audios ver:

unplandivino.net/padgett/

Forma parte de un libro que es el primer volumen de los mensajes recibidos a principios del siglo XX por James E. Padgett de parte de varios desencarnados, entre otros, Jesús de Nazaret.

Estos volúmenes fueron preparados o compartidos así por Divine Truth (entre otras personas).

El primer volumen incluye los siguientes temas y apartados (los 11 temas numerados sirven para organizar temáticamente los mensajes):

a) ─ Retrato de James E. Padgett
b) ─ Mi testimonio (por Leslie R. Stone)
c) ─ Foto espiritual de Mary Kennedy con su alma gemela, el Dr. Stone.

           d) ─ La verdadera misión de Jesús

I. Jesús y su relación con Dios.
II. Dios y el alma humana.
III. El problema del pecado.
IV. Redención del pecado.

─ 1. Los mensajes
─ 2. Ámbitos celestiales
La oración
─ 3. Inmortalidad
─ 4. ¿Quién y qué es Dios?
─ 5. Espíritu Santo
─ 6. Resurrección
─ 7. El alma
─ 8. Perdón
─ 9. Expiación [estamos aquí: Vemos los primeros mensajes en este apartado 9]
─ 10. Infierno
─ 11. Expiación vicaria
e) ─ Mensajes adicionales

Versión en español
9. Expiación

Expiación – Parte I (San Lucas – del Nuevo Testamento) (30 diciembre 1915)

Estoy aquí, San Lucas.

Vengo esta noche para hablaros de una verdad que es de gran importancia para vosotros y para la humanidad, y deseo que prestéis mucha atención a lo que voy a decir. Me encuentro en un estado de amor que me permite saber de lo que escribo y hacer que lo que diga sea aceptado por vosotros como verdadero. Continuar leyendo «1/9:1-2) 9. La expiación (primeros mensajes) | El verdadero evangelio – Revelado de nuevo por Jesús | Vol. 1. / 9:1-2»

Dos cosas inspiradoras: Fernando G. de Vinuesa, The Regen Podcast

Un saludo veraniego más por aquí (mucho rollo, con perdón), para enlazar dos cosas «inspiradoras» (aunque de esto tenemos de sobra 🙂 , pero son «casualidades» que por ejemplo nos conectan con esta «deriva portuguesa»… etc.):

1)

Hay un hortelano que tiene mucha fuerza en internet y en «la realidad»: Fernando G. de Vinuesa, que tiene una historia «rápida» y bonita en su vida.

Hizo una gira de grabación por Portugal, visitando varias personas que viven de huertos en Portugal.

De entrada, todos los huertos son «eco», por supuesto: o sea, sin productos «químicos» que no sean los aceptados en lo eco, claro…

Son pequeños proyectos, pero viven de ello.

Uno muy simpático es el que enlazo abajo.

Años atrás, en buena lógica, es como que muchos «íbamos a haber terminado viviendo» un poco más así, más o menos… pero en realidad suele quedarnos algo de camino para poder «comprobar bien» aquello de que, si realmente conectamos con Dios, nos irá saliendo más espontáneamente todo lo que tiene que ver «reparar» lo que hemos hecho (ayudar a Dios a reparar cosas… pues no vamos a poder reparar todo solos). Continuar leyendo «Dos cosas inspiradoras: Fernando G. de Vinuesa, The Regen Podcast»

¿Por qué «el sistema» depende de la falta de arrepentimiento?

En este vídeo del 6 de julio 2025:
enlace a vídeo en YT

… del que hice esta versión en audio
(en ivoox // enlace descarga),

… repasamos un poco el tema de cómo «todo» depende del alma y de la dinámica de su condición (tanto colectiva como individualmente): muy en particular, de la falta de arrepentimiento.

Pongo aquí abajo la especie de guión que fui escribiendo al hacer la versión en vídeo:

─ ¿»El sistema» depende del arrepentimiento?

Psicopatía
«conciencia / verdad»
«política» – tribalismo
identificación – partidos
Simone Weil
Rubén Gisbert – Trevijano
«El sistema político»
En el franquismo no había «control al poder»: corrupción en-nichada, y sin embargo, en «la transición» es más «caos», barra libre, etc.
Diputados votan aunadamente
Político se siente justificado
Tiene una «causa» («que no gane la derecha»)…
Pucherazos
Ídolos sagrados
(representada la dinámica global álmica)
«Eso no hay que sentirlo», «estamos justificados en no sentir», «en seguir con nuestra huida hacia delante»…
Derecha/Izquierda
Fachada/Fidelidad
(actitud interna profunda, más o menos arrogante… con las heridas emocionales: eso, los padres y las madres nuestros, lo pasan «sin querer queriendo»…
Miedo/juicio a sentir… «global»
Niños heridos: «cofabricando»
«Estoy justificado con sentirme en sentirme tal como siento; justificado en ser como soy… (fachada)»
Estoy justificado en proteger el castillo de dolor
Adicciones emocionales, codependencia con «masas» de borregos, que queremos ser más o menos normales… más o menos buenitos, «ser buenos» … querer eso… nos lleva a esa identificación «tribal» con políticos, o con dogmas religiosos, el Papa…
Casa Real: reina
miedo a sentir … nos hace manipulables
monigotes títeres
divinetruth.com

1/8:2-3) 8. El perdón (siguientes mensajes) | El verdadero evangelio – Revelado de nuevo por Jesús | Vol. 1. / 8:2-3

Índice
─ Introducción y enlace al audio
─ Versión en español
─ Versión en inglés 

___

 

Introducción

─ Enlace al audio: en ivoox // enlace descarga

A continuación vamos a ver parte del apartado:

8) El perdón

Vemos los dos siguientes mensajes contenidos en el tema 8.

El tema es el perdón.

Para ver la lista con todos los enlaces a los textos y audios ver:

unplandivino.net/transicion/

Forma parte de un libro que es el primer volumen de los mensajes recibidos a principios del siglo XX por James E. Padgett de parte de varios desencarnados, entre otros, Jesús de Nazaret.

Estos volúmenes fueron preparados o compartidos así por Divine Truth (entre otras personas).

El primer volumen incluye los siguientes temas y apartados (los 11 temas numerados sirven para organizar temáticamente los mensajes):

a) ─ Retrato de James E. Padgett
b) ─ Mi testimonio (por Leslie R. Stone)
c) ─ Foto espiritual de Mary Kennedy con su alma gemela, el Dr. Stone.

           d) ─ La verdadera misión de Jesús

I. Jesús y su relación con Dios.
II. Dios y el alma humana.
III. El problema del pecado.
IV. Redención del pecado.

─ 1. Los mensajes
─ 2. Ámbitos celestiales
La oración
─ 3. Inmortalidad
─ 4. ¿Quién y qué es Dios?
─ 5. Espíritu Santo
─ 6. Resurrección
─ 7. El alma
─ 8. Perdón [estamos aquí: Vemos los siguientes mensajes en este apartado 8, para completarlo]
─ 9. Expiación
─ 10. Infierno
─ 11. Expiación vicaria
e) ─ Mensajes adicionales

Versión en español
8. El perdón (cont.)

Cómo un alma debe recibir el amor divino del Padre para convertirse en habitante del Reino de Dios y llevar a cabo esa inmortalidad de la que te he escrito (Jesús) (28 febrero 1916)

Estoy aquí, Jesús.

Deseo escribirte esta noche sobre el tema de cómo un alma debe recibir el Amor Divino del Padre para convertirse en habitante del Reino de Dios y llevar a cabo esa inmortalidad de la que te he escrito.

En primer lugar, debe entenderse que el Amor Divino del Padre es un tipo de amor completamente distinto del amor que el Padre concedió al hombre en el momento de su creación, y que el hombre ha poseído en una condición de más o menos pureza desde aquel entonces.

Este Amor Divino nunca le fue conferido al hombre como un don perfecto y completo, ni en el momento de su creación, ni desde mi venida a la tierra, sino como un regalo que espera las propias aspiraciones y los propios esfuerzos del hombre para obtenerlo, y sin los cuales nunca puede llegar a ser suyo, aunque siempre esté cerca de él, a la espera de responder a su llamada.

Entonces, comprendiendo lo que este Amor es, y que el hombre debe buscarlo, y cuál es su efecto sobre el alma del hombre, se vuelve muy importante que el hombre haga, de la obtención del mismo, el único gran objeto de sus aspiraciones y deseos. Pues cuando lo posee en un grado tal que lo aúna con el Padre, deja de ser un mero hombre y pasa a tener una naturaleza de existencia álmica tal que lo hace Divino, con muchas cualidades del Padre ─la principal de las cuales es, por supuesto, el Amor─, y que también le hace darse cuenta absolutamente del hecho de su inmortalidad.

La mera bondad moral, o la posesión del amor natural en su grado máximo, no conferirá al hombre esta Naturaleza Divina que he mencionado; ni los buenos actos, la caridad y la bondad conducirán por sí mismos a los hombres a la posesión de este Amor; sino que la posesión de este Amor, en verdad y de hecho, conducirá a la caridad, a los buenos actos, a la bondad siempre desinteresada y a una hermandad de hombres en la tierra hacia la cual el mero amor natural no puede conducir ni puede hacer que exista.

Sé que los hombres predican acerca de la Paternidad de Dios y la hermandad del hombre, y exhortan a los hombres a tratar de cultivar pensamientos y obras de amor, abnegación y caridad de manera que se logre la tan deseada unidad de vida y propósito por parte de los hombres; y en razón de este amor natural pueden, por sí mismos, hacer una gran obra para dar lugar a esta hermandad. Sin embargo, la cadena que los une no puede ser más fuerte que el amor natural que la forja; y cuando éste se vea eclipsado por la ambición y los deseos materiales, la fraternidad se debilitará enormemente o desaparecerá por completo, y los hombres se darán cuenta de que sus cimientos no estaban construidos sobre roca, sino más bien sobre débil arena que no puede sostener la superestructura cuando se ve azotada por las tormentas que surgen de la ambición de los hombres y de sus deseos de poder y grandeza ─y de muchas otras cosas materiales─. Por eso es que digo que hay una gran necesidad de algo más que el mero amor natural del hombre para ayudarle a formar una hermandad que permanezca firme y estable bajo todas las condiciones y entre todos los hombres.

Así que este amor natural, bajo las circunstancias más favorables para preservar la constancia de la felicidad del hombre y la liberación del pecado y el error, demostró por sí mismo no ser suficiente para mantener esa condición, y entonces, qué se puede esperar de él cuando las circunstancias son tales que este amor ha degenerado de su estado puro y se ha contaminado por todas estas tendencias de los hombres a hacer lo que está en violación, no sólo de las leyes de Dios, sino de todo aquello que en otro caso ayudaría a los hombres a llevar a cabo una verdadera hermandad.

Como he dicho anteriormente en mis escritos, llegará un momento en que este amor natural se verá restaurado a su estado original de pureza y liberación del pecado, y en que esta hermandad pueda existir en un grado de perfección que hará felices a todos los hombres.

Sin embargo, ese tiempo está muy lejos y no se realizará en la tierra en absoluto hasta que surjan el Nuevo Nacimiento y los Nuevos Cielos [will not be realized on earth at all, until the New Birth and the New Heavens appear, …], y mientras tanto, los sueños de los hombres sobre esta gran fraternidad no van a verse realizados.

Sé que los hombres esperan que alguna vez, en un futuro muy lejano, por medio de la educación, las convenciones y las predicaciones de la verdad moral, este sueño de una hermandad ideal se vea establecido en la tierra, y que desaparezcan todas las almas de odio y guerra, y la opresión de los débiles por los fuertes. Pero yo os digo que si, para dar lugar a esta condición tan deseada, los hombres dependen de este mero amor natural y de todos los grandes sentimientos e impulsos que puedan surgir de él, se encontrarán con decepciones y perderán la fe en la bondad de los hombres, y a veces se las verán con un retroceso no sólo en dicho amor, sino en la conducta de los hombres entre sí, y en el trato de las naciones entre sí.

Me he desviado un poco de mi tema, pero he creído oportuno mostrar al hombre que su dependencia de sí mismo ─que es su dependencia de este amor natural─ no es suficiente y adecuada para llevarlo a una condición de felicidad siquiera en la tierra, y por tanto totalmente inadecuada para llevarlo al Reino del Cielo.

El Amor Divino del que hablo es, por Sí mismo, no sólo capaz de hacer de un hombre un habitante del Reino del Padre, sino que es suficiente para permitirle dar lugar y llevar a cabo esa gran hermandad hasta el nivel máximo de sus sueños, incluso mientras está en la tierra.

Este amor del Propio Ser del Padre [of the Father’s Own Self] es de naturaleza inmutable, y en todos los lugares y bajo todas las condiciones está produciendo los mismos resultados y convirtiendo las almas de los hombres en la tierra, así como las de los espíritus en el mundo espiritual, no sólo en la imagen sino en la Sustancia de la Naturaleza Divina. Puede poseerse en menor o mayor grado, dependiendo del hombre mismo; y este grado de posesión determina la condición del alma y su proximidad al Reino del Padre, tanto si el alma está en la carne como en el espíritu.

El hombre no tiene por qué esperar a convertirse en espíritu para buscar y obtener este Amor, pues el alma es la misma en la tierra que cuando está en el mundo espiritual, y su capacidad para recibir este Amor es tan grande en un lugar como en el otro. Por supuesto, en la tierra hay muchas circunstancias, entornos y limitaciones en el hombre que impiden el libre funcionamiento del alma en el camino de las aspiraciones y la fe, y que no existen después de que el hombre se convierta en un habitante del mundo espiritual; pero, sin embargo, y a pesar de todos estos inconvenientes y escollos de la vida terrenal, el alma del hombre puede recibir este Amor Divino sin limitaciones y en una abundancia tal que lo volverá una nueva criatura, como dicen las escrituras.

La posesión de este Amor Divino significa también la ausencia de esos deseos y anhelos de lo que se llama el hombre natural, que producen egoísmo, falta de bondad y otras cualidades que crean el pecado y el error, e impiden la existencia de esta verdadera fraternidad que los hombres desean tan fervientemente como precursora de la paz y la buena voluntad; y cuanto más de este Amor Divino entra en el alma del hombre, menos hay de esas tendencias y deseos malos, y más de la Naturaleza y Cualidades Divinas.

El Padre es todo Bondad, Amor y Verdad, y Perdón, y Generosidad [Kindness], y cuando los hombres reciben y poseen el Amor Divino, estas Cualidades llegan a dominar sus almas. Y cuando el hombre es sincero y fiel, y posee estas Cualidades, nunca le abandonan ni cambian; y cuando esta hermandad se fundamente en ellas, será algo construido sobre roca, y que continuará viviendo y haciéndose más puro y firme en su efecto vinculante y en los grandes resultados que de ello fluirán, pues la roca de sus cimientos será la Naturaleza Divina del Padre, que es sin variabilidad ni cambio, y nunca decepciona.

Una hermandad así creada y unida es, como digo, «la única hermandad verdadera que hará para el hombre una especie de cielo en la tierra, y desterrará las guerras, el odio, la contienda y el egoísmo, y el principio de lo mío y lo tuyo. Lo mío se cambiará por lo nuestro, y toda la humanidad será verdaderamente hermana, sin referencia a raza, secta o adquisiciones intelectuales. Todos serán reconocidos como hijos del único padre».

Tal será el efecto de la existencia de este Amor en las almas de los hombres en la tierra, y cuando tales almas dejen su envoltura de carne, encontrarán sus hogares en el Reino de Dios ─partes de la Divinidad del Padre, y partícipes de su Inmortalidad─.

Pero sólo este Amor Divino capacitará a las almas de los hombres para este Reino, pues en este Reino todas las cosas participan de esta Naturaleza Divina y nada que no tenga esa Cualidad puede entrar en él.

Así que los hombres deben entender que ninguna mera creencia, ceremonia de la iglesia o bautismo ─ni cualquiera de este tipo de cosas─ basta para capacitar a un alma para convertirse en un habitante de este Reino. Los hombres pueden engañarse y se engañan, a sí mismos, en sus creencias de que cualquier cosa que no sea este Amor Divino pudiera asegurarles una entrada en el Reino.

Las creencias pueden ayudar a los hombres a buscar y aspirar a la posesión de este Amor, pero a menos que y hasta que este Amor Divino sea realmente poseído por las almas de los hombres, no podrán llegar a ser partícipes de la naturaleza divina y disfrutar de la felicidad y la paz del Reino del Padre.

Cuando el camino para obtener este Amor es tan fácil y la alegría de su posesión tan grande, es sorprendente que los hombres se contenten con las cáscaras del formalismo, la satisfacción, el engaño de la mera adoración de boquilla y las creencias intelectuales.

Como he dicho, este Amor está esperando a ser poseído por todo hombre que lo busque sinceramente y con verdaderas aspiraciones del alma. No es una parte de cada hombre, sino que lo rodea y lo envuelve, pero sin formar parte de él a menos que sus anhelos y oraciones hayan abierto su alma para que pueda fluir y llenarlo con su presencia.

El hombre nunca está obligado a recibirlo, así como nunca está obligado a hacer otras cosas contra su voluntad, pero como en este último caso, cuando en el ejercicio de esa misma voluntad se niega a dejar que el Amor Divino fluya en su alma, debe sufrir la pena, que es la privación total y absoluta de cualquier posibilidad de convertirse en un habitante del Reino de Dios ─o Reino Celestial─ y de cualquier consciencia del hecho de su inmortalidad.

Que los hombres dirijan sus pensamientos y aspiraciones a Dios, y en verdad y sinceramente rueguen al Padre por una afluencia en sus almas de su Amor Divino, y tengan fe, y así siempre encontrarán que el Padre les otorgará su amor, de acuerdo con la extensión de sus aspiraciones y anhelos, que son las mediaciones [mediums] para abrir sus almas a las obras del Espíritu Santo, que, como he escrito antes, es el mensajero de Dios para la transmisión de su amor divino de su Fuente de Amor a las almas de los hombres orantes y aspirantes.

De ninguna otra manera puede el Amor Divino ser poseído por el hombre, y siempre es un asunto individual entre el hombre particular y el Padre. Ningún otro hombre, ni cuerpo de hombres, ni iglesia, ni espíritus ni ángeles pueden hacer el trabajo del individuo. En cuanto a él, su alma es lo único implicado, y sólo sus aspiraciones, sus oraciones y su voluntad pueden abrir su alma a la afluencia de este Amor, que lo vuelve parte de su propia divinidad.

Por supuesto, las oraciones, los pensamientos bondadosos y las influencias amorosas de los hombres buenos y de los espíritus divinos y de los ángeles pueden ayudar y ayudan a las almas de los hombres a volverse hacia Su amor y a progresar en su posesión, pero en cuanto a la cuestión de si un hombre llegará a ser poseedor o no de este amor, depende del hombre.

Bueno, ya he escrito suficiente por esta noche y debo parar.
Así que, mi querido hermano, con todo mi amor y bendiciones, buenas noches.
Tu hermano y amigo,
Jesús

¿Cuál es la razón por la que los mortales no buscan el amor del Padre, en lugar de esforzarse por creer en los credos y sacramentos de la Iglesia a la que pertenecen o con la que están afiliados? (San Juan, apóstol de Jesús) (4 junio 1917)

Estoy aquí, San Juan.

He venido esta noche para escribirte un mensaje que considero muy importante, y como te encuentras en buenas condiciones, me esforzaré por hacerlo.

En primer lugar, deseo decirte que te encuentras, mucho más que antes, en esa condición de desarrollo del alma tal que nos permite establecer una relación contigo; y nos complace que así sea, ya que cuanto mayor sea tu desarrollo, más fácil nos resultará expresar nuestras ideas sobre las verdades superiores que tanto deseamos revelar a través de ti.

Bien, el tema sobre el que deseo escribir es: ¿Cuál es la razón por la que los mortales no buscan el Amor del Padre en lugar de esforzarse por creer en los credos y sacramentos de las iglesias a las que pertenecen o con las que están afiliados?

Ahora bien, puede parecerte que los propios mortales podrían explicar mejor la razón de esta preferencia y sus acciones al llevar a cabo sus preferencias, pero esta suposición no sería cierta porque en realidad no lo saben. El conocimiento de la verdad que podrían obtener, y el supuesto conocimiento de la verdad que tantos de ellos se contentan con creer que poseen, son dos cosas distintas, y muy diferentes.

En primer lugar, creen que los credos de sus iglesias contienen y revelan las verdades sobre Dios y sobre la relación de los mortales con Él, y que, si siguen estos credos, harán lo que agrada a Dios y está de acuerdo con Su voluntad; por lo tanto, se conforman con permanecer en ese conocimiento y no buscan aprender más sobre las verdades de su existencia y de su salvación.

Los credos, en la mayoría de los casos, no contienen las verdades de estos asuntos espirituales, ya que se basan en el error y, por consiguiente, no pueden tener ninguna verdad como superestructura, y a partir de ellos los mortales no pueden instruirse sobre el verdadero conocimiento de las cosas espirituales.

Estos credos son creados por el hombre y no se basan en las verdades reales que nunca pueden ser cambiadas por los credos, ni por ninguna otra cosa que sea resultado de la creación del hombre.

Pero los mortales no saben que estos credos no les revelan la verdad, y esta es una de las razones por las que prefieren seguir las enseñanzas de los credos y confiar en ellos. No tienen nada más a lo que recurrir, excepto las muchas afirmaciones de verdad que contiene la Biblia; e incluso, aunque recurrieran a estas afirmaciones, en su estado de desarrollo mental y espiritual no serían capaces de descubrir las verdades que allí se revelan, ni de darse cuenta de la diferencia entre esas verdades y lo que ellos creen que son las verdades de sus credos.

Durante largos años, generación tras generación, estos credos han sido aceptados, creídos y proclamados como verdades por las respectivas iglesias a las que los mortales pueden haber pertenecido; y han visto a sus padres y abuelos creer y descansar en la seguridad de que los credos contenían la verdad, y han visto a estos familiares vivir y morir aparentemente felices en sus creencias, y por lo tanto se han conformado con hacer lo que hicieron aquellos que les precedieron y no cuestionar ni buscar la verdad en otra parte ─ni siquiera pensar que se puede encontrar en otra parte─.

Y tal como está constituido el hombre, se podría decir que tal posición y condición son naturales, y que nosotros o vosotros, que conocemos la verdad y también sabemos que los credos no contienen la verdad, no deberíamos sorprendernos.

Una vez más, los mortales prefieren sus credos, pues en la mayoría de los casos, cuando una iglesia o denominación ha existido durante mucho tiempo, aquellos que, por así decirlo, han heredado estas creencias en los credos nunca consideran por un momento que tengan que hacer otra cosa que creer sin cuestionar las enseñanzas de sus credos y que, en tal creencia, están en la verdad y no se les pide que duden o cuestionen. Y así, al crecer, como muchos hacen, en esta creencia, en muchos casos se convierte para ellos en algo meramente formal, sin vitalidad y sin crear en quienes la poseen ninguna preocupación especial por si su creencia está bien fundada o no. Esta creencia les ahorra la molestia de ejercitar sus mentes en profundidad, y dicen: «Estoy satisfecho con el credo de mi iglesia y no deseo preocuparme por cuestionarlo». Y, por lo tanto, verás que no les resulta difícil tener una preferencia, ya que, de hecho, no hay ninguna preferencia, sino una condición mental que no deja lugar al ejercicio de ninguna preferencia.

Y, además, esta preferencia existe debido a la vida social de las personas que creen en los credos de las iglesias, ya que si no creen de esa manera, no se les permite convertirse en miembros de las iglesias, pues deben suscribir el credo, sin importar qué otras cosas vitales se requieran creer o declarar ser creídas por parte del mortal que desea afiliarse.

La iglesia es el mayor centro social en la vida de los hombres, y su influencia y poder son muy grandes y llegan más lejos en la economía de la vida social de lo que las personas irreflexivas pueden darse cuenta. Así pues, cuando el solicitante suscribe el credo y se convierte en miembro de la iglesia, suele quedar satisfecho con su posición social, y sus pensamientos sobre las verdades espirituales dejan de ser flexibles para volverse fijos, y, con el paso del tiempo va actuando de manera automática y quedándose satisfecho en vez de prestar más atención a lo que los credos puedan exigirle. Su posición se vuelve entonces muy cómoda, y su mente se libera del esfuerzo al aceptar sin dudar las doctrinas de los credos de su iglesia.

Por supuesto, hay muchas excepciones a esta condición entre los miembros de las iglesias, ya que, aunque suscriban los credos, sus almas no están satisfechas y muestran su anhelo por el amor del Padre, un amor que muchos poseen, aunque intelectualmente no sepan lo que significa. No obstante la mayoría ya tiene su elección hecha, por las razones que he expuesto, y será muy difícil despertarlos de esta satisfacción y de la sensación de que en sus creencias reside la certeza de hacer la voluntad del Padre y de su propia salvación.

Ahora bien, aunque todo esto sea cierto, estos mortales no se dan cuenta de que es precisamente así, en el sentido que he descrito, y la gran labor que nos espera tanto a vosotros como a nosotros es hacer que las verdades que estáis recibiendo se presenten a estas personas de tal manera que no se conformen con descansar en la seguridad de sus antiguas creencias, sino que se sientan persuadidas a buscar la verdad fuera de las enseñanzas de sus credos. Y puedo decir que, si estas personas tuvieran tal despertar y buscaran la verdad con seriedad y honestidad, no dudarían en creer que se han equivocado en sus creencias y no estarían satisfechas hasta aprender la verdad.

Simplemente pensé en escribir esto porque, aunque más bien se trata de un tema relacionado con la mera vida de los hombres en la tierra, sin embargo, en sus resultados y consecuencias, si la vida es cambiada, las cosas espirituales se convertirán en las cosas más cautivadoras.

Estos credos excluyen la verdad, y los hombres nunca podrán encontrarla hasta que excluyan de sus mentes y almas las doctrinas de los credos.

No escribiré más por esta noche.
Así que, con mi amor, te daré las buenas noches.
Tu hermano en Cristo,
Juan

Versión en inglés

How a Soul Must Receive the Divine Love of the Father in Order to Become An Inhabitant of the Kingdom of God and Realize That Immortality of Which I Have Written You (Jesus) (28 Feb 1916)

I AM HERE. Jesus.

I desire to-night to write you on the subject: How a soul must receive the Divine Love of the Father in order to become an inhabitant of the Kingdom of God, and realize that immortality of which I have written you.

In the first place, it must be understood that the Divine Love of the Father is an entirely distinct kind of love from the love which the Father bestowed upon man at the time of his creation, and which man has possessed in a more or less condition of purity ever since that time.

This Divine Love was never conferred upon man as a perfect and completed gift, either at the time of his creation, or since my coming to earth, but as a gift which is waiting for man’s own efforts and aspirations to obtain, and without which it can never become his, although it is always close to him, waiting to answer his call.

Then understanding what this Love is, and that man must seek for it, and what its effect upon the soul of man is, it becomes very important that man should make the obtaining of it, the one great object of his aspirations and desires. For when he possesses it to a degree that makes him at one with the Father, he ceases to be a mere man, and becomes of a nature of soul existence that makes him Divine, with many qualities of the Father, the chief of which is, of course, Love; and also causes him to absolutely realize the fact of his immortality.

Mere moral goodness, or the possession of the natural love to its fullest degree will not confer upon man this Divine Nature that I have mentioned; nor will good acts, and charity and kindness, of themselves lead men to the possession of this Love, but the possession of this Love in truth and in fact, will lead to charity, and good deeds, and kindness, always unselfish, and to a brotherhood of men on earth that the mere natural love cannot possibly lead to or cause to exist.

I know that men preach about the Fatherhood of God, and the brotherhood of man, and urge men to attempt to cultivate the thoughts and deeds of love and self-sacrifice and charity in a way to bring about the greatly to be wished for unity of life and purpose on the part of men; and by reason of this natural love can, themselves, do a great work in bringing about this brotherhood. Yet the chain that binds them together cannot possibly be any stronger than the natural love which forges it; and when that becomes overshadowed by ambition and material desires, the brotherhood will become greatly weakened, or disappear entirely, and men will realize that its foundation was not built upon a rock, but rather upon the infirm sand, which could not sustain the superstructure, when the storms arising from men’s ambition and desires for power and greatness, and many other material things, beat upon it. So I say, there is a great necessity for something more than man’s mere natural love to help him form a brotherhood that will remain steadfast and firm under all conditions and among all men.

So this natural love, under circumstances the most favorable to preserve the constancy of man’s happiness and freedom from sin and error, proved itself to be not sufficient to maintain that condition, then what may be expected of it when circumstances are such that this love has degenerated from its pure state and has become defiled by all these tendencies of men to do that which is in violation not only of God’s laws, but of everything that would otherwise help men to realize a true brotherhood.

As I have heretofore said in my writings, there will come a time when this natural love will be restored to its original state of purity and freedom from sin, and when this brotherhood may exist in a degree of perfection that will make all men happy.

Yet that time is far off and will not be realized on earth at all, until the New Birth and the New Heavens appear, and in the meantime men’s dreams of this great brotherhood will not be realized.

I know that men expect that sometime, in the far distant future, by means of education and conventions and preachments of moral truth, this dream of an ideal brotherhood will be established on earth, and all the souls of hatred and war, and the oppression of the weak by the strong will disappear. But I tell you that if men depend upon this mere natural love and all the great feelings and impulses that may arise from it, to bring about this condition so much desired, they will find disappointments and lose faith in the goodness of men, and at times a retrogression, not only in that love, but in the conduct of men towards one another, and in the treatment of nations by one another.

I have digressed somewhat from my subject, but I thought it best to show to man that his dependence upon himself, which is his dependence on this natural love, is not sufficient and adequate to bring him into a condition of happiness even on earth, and therefore totally inadequate to bring him into the Kingdom of Heaven.

The Divine Love that I speak of, is of Itself not only able to make a man an inhabitant of the Father’s Kingdom, but is sufficient to enable him to bring about and realize to the fullest of his dreams that great brotherhood, even while on earth.

This love of the Father’s Own Self is of a never changing nature, and in all places and under all conditions is working out the same results and converting the souls of men on earth as well as of the spirits in the spirit world, into not only the image but the Substance of the Divine Nature. It may be possessed in smaller or greater degree, depending upon man himself; and this degree of possession determines the condition of the soul, and its nearness to the Father’s Kingdom, whether the soul be in the flesh or in the spirit.

Man does not have to wait to become a spirit, in order to seek for and obtain this Love, for the soul on earth is the same soul as when in the spirit world, and its capacity for receiving this Love is just as great in one place as in the other. Of course on earth there are many circumstances and surroundings and limitations on man that prevent the free workings of the soul in the way of aspirations and faith that do not exist after man becomes an inhabitant of the spirit world but, nevertheless, and notwithstanding, all these drawbacks and stumbling blocks of the earth life, the soul of man may receive this Divine Love without limitations and to an abundance that will make him a new creature as the scriptures say.

The possession of this Divine Love also means the absence of those desires and longings of what is called the natural man, which produce selfishness and unkindness and other qualities which create sin and error, and prevent the existence of this true brotherhood which men so earnestly desire as the forerunner of peace and good will, and the more of this Divine Love that enters into the soul of man, the less there is of evil tendencies and desires, and the more of the Divine Nature and Qualities.

The Father is all Goodness and Love and Truth, and Forgiveness, and Kindness, and these Qualities the souls of men become possessed of, when they receive and possess the Divine Love. And when man is sincere and faithful, and possesses these Qualities, they never leave him or change; and when this brotherhood shall be founded on them, it will be built on a rock and will continue to live and become purer and firmer in its binding effect, and in the great results that will flow from it, for its foundation stone will be the Divine Nature of the Father, which is without variableness or change and never disappointing.

A brotherhood so created and joined together is, as I say, «the only true brotherhood that will make for man a kind of heaven on earth, and banish wars and hatred and strife and selfishness, and the principal of mine and thine. The mine will be changed to ours, and all mankind will be truly brothers, without reference to race or sect or intellectual acquirements. all will be recognized as the children of the one father.»

Such will be the effect of the existence of this Love in men’s souls on earth, and when such souls leave their envelope of flesh, they will find their homes in the Kingdom of God – parts of the Divinity of the Father, and partakers of his Immortality.

But only this Divine Love will fit the souls of men for this Kingdom because in this Kingdom all things partake of this Divine Nature and nothing which has not that Quality can possibly enter therein.

So men must understand, that no mere belief or ceremony of church or baptism, or any of these things are sufficient to enable a soul to become an inhabitant of this Kingdom. Men may do and deceive themselves in their beliefs that anything short of or other than this Divine Love can ensure them an entrance into the Kingdom.

Beliefs may help men to seek and aspire to the possession of this Love, but unless and until this Divine Love is actually possessed by the souls of men, they cannot become partakers of the divine nature and enjoy the happiness and peace of the Father’s Kingdom.

When the way to obtain this Love is so easy and the joy of its possession is so great, it is surprising that men will be satisfied with the husks of formalism and the satisfaction and delusion of mere lip worship and intellectual beliefs.

As I have said this Love is waiting for every man to possess, who sincerely and with true soul aspirations seek it. It is not a part of, but surrounding and enveloping every man, but at the same time forming no part of him unless his longings and prayers have opened up his soul, so that it may flow in and infill him with its presence.

Man is never compelled to receive it, as he is never compelled to do other things against his will, but as in the latter case, when in the exercise of that same will, he refuses to let the Divine Love flow into his soul, he must suffer the penalty, which is the utter and absolute deprivation of any possibility to become an inhabitant of the Kingdom of God, or Celestial Kingdom, and of any consciousness of the fact of his immortality.

Let men turn their thoughts and aspirations to God, and in truth and sincerely pray to the Father for an inflowing into their souls of his Divine Love, and have faith, and they always find that the Father will bestow his love upon them, in accordance with the extent of their aspirations and longings, which are mediums of opening up their souls to the workings of the Holy Spirit, which, as I have before written, is the messenger of God, for the conveying of His Divine Love from his Fountainhead of Love to the souls of the prayerful and aspiring men.

In no other way can the Divine Love be possessed by man, and always it is an individual matter between the particular man and the Father. No other man or body of men or church or spirits or angels can do the work of the individual. As to him, his soul is the only thing involved, and only his aspirations, and his prayers, and his will can open up his soul to the inflowing of this Love which makes him a part of its own divinity.

Of course, the prayers and kind thoughts and loving influences of good men and divine spirits and angels can and do help the souls of men in turning to His love, and in progressing in its possession, but as to the question, will a man become possessor or not of this love, it depends upon the man.

Well I have written enough for to-night and must stop.
So my dear brother I will say with all my love and blessings, good-night.
Your brother and friend,
JESUS.

What is the Reason That Mortals Will Not Seek the Love of the Father, Rather Than Endeavor to Believe in the Creeds and Sacraments of the Church to Which They Belong or Be Affiliated With? (St. John – Apostle of Jesus) (4 Jun 1917)

I AM HERE. St. John.

I came to-night to write you a message that I consider very important, and as you are in good condition I will endeavor to do so.

In the first place, I desire to say that you are much more in that condition of soul development that enables us to make a rapport with you than you have been, and we are pleased that this is so, for the greater development you have the easier it is for us to express our ideas of the higher truths that we so much desire to disclose through you.

Well, the subject about which I wish to write is: What is the reason that mortals will not seek the Love of the Father rather than endeavor to believe in the creeds and sacraments of the churches to which they belong or be affiliated with?

Now it may appear to you that mortals themselves, could better tell the reason of this preference and their actions in carrying out their preferences, but this supposition would not be true because they do not really know. The knowledge of the truth which they might obtain, and the supposed knowledge of truth which so many of them content themselves with believing that they possess, are two and very different things.

And first, they believe that the creeds of their churches contain and disclose the truths as to God and as to mortals relationship to Him, and that, if they follow these creeds – they will do that which is pleasing to God and in accordance with His will; and, hence, they rest satisfied to abide in such knowledge, and seek no further to learn the truths of their being and of their salvation.

The creeds in most particulars do not contain the truths of these spiritual matters, for they are based upon error, and consequently, can have no truth as a super-structure, and from them, mortals cannot learn the true knowledge of things spiritual.

These creeds are man made and are not based upon the real verities that can never be changed by creeds, nor any other thing that is the result of man’s making.

But mortals do not know that these creeds do not disclose to them the truth, and this is one reason why they prefer to follow the teachings of the creeds and believe in them. They have nothing else to which they can resort, except the many statements of truth that the Bible contains; and even, though, they should resort to these statements, yet in their condition of mental and soul development they would not be able to discover the truths as therein disclosed, and to realize any distinction between such truths and what they believe are truths of their creeds.

For long years – generation after generation – these creeds have been accepted and believed in and proclaimed to be the truths by the respective churches to which the mortals may have belonged; and they have seen their parents and grandparents believing and resting in the assurance that the creeds contained the truth, and have seen these relatives live and die apparently happy in their beliefs, and hence they become satisfied to do that which those before them did and not question or search for the truth elsewhere, or even think that it can be found elsewhere.

And as man is constituted it may be said that such a position and condition is natural, and we or you, who know the truth and also that the creeds do not contain the truth, should not be surprised.

Again, mortals prefer their creeds, because in the majority of the instances when a church or denomination has existed for a long time those who have, as I may say, inherited these beliefs in the creeds never consider for a moment, that they should do anything else than give an unquestioning belief to the teachings of their creeds and that in such belief they are in the truth and are not called upon to doubt or question. And thus growing up, as many do, in this belief, it becomes to them in many cases, a thing of mere form, having no vitality and creating in those who possess it, no special concern as to whether their belief is well founded or not. This belief saves them the trouble of exercising their minds to any comprehensive degree, and they say: «I am content with the creed of my church and do not desire to be troubled by questioning the same.» And, hence, you will see, it is not difficult for them to make the preference, for in fact, there is no preference, but a condition of mind existing that has in it no room for the exercise of any preference.

And then again, this preference exists, because of the social life of the people who believe in the creeds of the churches, for if they do not so believe it is not permissible for them to become members of the churches, as the creed must be subscribed to, no matter what else that may be vital is required to be believed in, or declared by the mortal who desires affiliation to be believed.

The church is the greatest of social centers in the lives of men, and its influence and power are very great and reaches further in the economy of social life than unthinking people may realize. So then when the applicant subscribes to the creed and becomes a member of the church he becomes satisfied, usually, with his social position and his thoughts of spiritual truths are no longer plastic but fixed, and as time goes by he pays less attention to what the creeds may require of him, but in a kind of automatic manner acts upon them and rests satisfied. His position then becomes so comfortable and his mind free from efforts by the undoubting acceptance of the doctrines of his church creeds.

Of course, there are many exceptions to this condition existing among members of the churches, for while they subscribe to the creeds, yet their souls are not satisfied and go out in longings to the Father for His Love and many who possess this Love, though intellectually they do not know what it means. But with the majority the preference is made because of the reasons that I have stated – and the difficulty will be great to cause an awakening from this satisfaction and feeling that in their beliefs lie the certainty of doing the Father’s will and of their own salvation.

Now, while all this is true, yet these mortals do not realize that it is true just in the sense that I have described it, and the great work that lies before you and us is to cause the truths which you are receiving to be presented to these people in such a way that they will not be satisfied to rest in the security of their old beliefs, but be persuaded to seek for the truth outside of the teachings of their creeds. And this I can say, that if these people will have such an awakening, and seriously and honestly seek for the truth, they will not hesitate to believe that they have been mistaken in their beliefs, and will not be satisfied until they learn the truth.

I merely thought I would write this, because, while it is more of a subject pertaining to the merely living of men on earth, yet in its results and consequences, if the living be changed the things spiritual will become the things of absorbing interest.

These creeds shut out the truth, and men will never be able to find the truth, until they shut out from their minds and souls the doctrines of the creeds.

I will not write more to-night.
So with my love, I will say good-night.
Your brother in Christ,
JOHN.

 

 

 

Sobre el encuentro del 2 de julio, 2025: Nuestra perspectiva distorsionada sobre nuestra condición

En la foto tenemos dos toneles que representan nuestra alma.A la izquierda, está la visión distorsionada de nuestra alma, en la que solemos estar, y donde creemos que lo más grande es el "dolor del terror" (pain of terror) y el "dolor de infancia" (childhood pain), mientras que arriba tenemos, minimizado falsamente, el dolor actual (current pain), representado como una pequeña capa superficial. En el tonel de la derecha tenemos la realidad, la verdad sobre nuestra alma: Jesús está señalando al dolor actual, que es la parte mayor, y debajo vemos las "capas" del terror y del dolor de infancia, representadas más pequeñas.
Momento del vídeo del 2016, al que nos referimos aquí

Ayer 2 julio 2025 tuvimos ese encuentro online que fue anunciado en el canal en telegram, y que también subí al canal de youtube aquí.

Al final estuvimos comentando rápidamente un poco
sobre algo que sería un «punto álgido» de las enseñanzas.

Es una parte que enlazo abajo * ─un momento de las enseñanzas de Jesús─.

Ahí se habla de la distorsión que tenemos en cómo nos vemos… la perspectiva distorsionada que tenemos sobre nuestra condición, sobre nuestra alma.

En un momento de la charla me surgió el recuerdo de las emociones que Jesús llama «globales».

Y por cierto, algo importante que no recordé es que la fe
(fe en las leyes de Dios, en la bondad de Dios, etc.)
es una emoción que Jesús llamó en aquel momento «emoción global positiva», o sea, del tipo de las positivas…
y que sería como la más importante.

De las negativas, de las que llama «globales» a falta de mejor nombre,
tenemos:

─ el miedo a sentir dolor de infancia

─ y el miedo a sentir el terror «global».

Y esos miedos, esas emociones, serían así como «los motores de la fachada», de las fachadas… es decir, los motores que nos hacen seguir acumulando pecado, con el consiguiente «dolor de compensación»
(un dolor que minimizamos falsamente).

Minuto 1:00:48 * ─ transcripción, con comentarios entre paréntesis: Continuar leyendo «Sobre el encuentro del 2 de julio, 2025: Nuestra perspectiva distorsionada sobre nuestra condición»

1/8:1) 8. El perdón (primer mensaje) | El verdadero evangelio – Revelado de nuevo por Jesús | Vol. 1. / 8:1

Índice
─ Introducción y enlace al audio
─ Versión en español
─ Versión en inglés 

___

 

Introducción

─ Enlace al audio: en ivoox // enlace descarga

A continuación vamos a ver parte del apartado:

8) El perdón

Vemos el primer mensaje contenido en el tema 8.

El tema es el perdón.

Para ver la lista con todos los enlaces a los textos y audios ver:

unplandivino.net/transicion/

Forma parte de un libro que es el primer volumen de los mensajes recibidos a principios del siglo XX por James E. Padgett de parte de varios desencarnados, entre otros, Jesús de Nazaret.

Estos volúmenes fueron preparados o compartidos así por Divine Truth (entre otras personas).

El primer volumen incluye los siguientes temas y apartados (los 11 temas numerados sirven para organizar temáticamente los mensajes):

a) ─ Retrato de James E. Padgett
b) ─ Mi testimonio (por Leslie R. Stone)
c) ─ Foto espiritual de Mary Kennedy con su alma gemela, el Dr. Stone.

           d) ─ La verdadera misión de Jesús

I. Jesús y su relación con Dios.
II. Dios y el alma humana.
III. El problema del pecado.
IV. Redención del pecado.

─ 1. Los mensajes
─ 2. Ámbitos celestiales
La oración
─ 3. Inmortalidad
─ 4. ¿Quién y qué es Dios?
─ 5. Espíritu Santo
─ 6. Resurrección
─ 7. El alma
─ 8. Perdón [estamos aquí: Vemos el primer mensaje en este apartado 8]
─ 9. Expiación
─ 10. Infierno
─ 11. Expiación vicaria
e) ─ Mensajes adicionales

Versión en español
8. El perdón

El perdón (Ann Rollins – Espíritu Celestial, abuela del Sr. Padgett) (31 marzo 1915)

Estoy aquí, soy tu abuela.

He venido a escribirte sobre el perdón y la misericordia del Padre, y a iluminarte sobre este tema tan poco comprendido, desde que los hombres comenzaron a distorsionar las enseñanzas del Maestro.

El perdón es esa operación de la Mente Divina que libera al hombre de las penalizaciones por los pecados que ha cometido y le permite alejarse de sus malos pensamientos y acciones, y buscar el amor del Padre; y si lo busca con sinceridad, encontrar la felicidad que le espera. No viola ninguna ley que Dios haya establecido para impedir que el hombre evite las penas por sus violaciones de la ley de Dios que controla su conducta. Continuar leyendo «1/8:1) 8. El perdón (primer mensaje) | El verdadero evangelio – Revelado de nuevo por Jesús | Vol. 1. / 8:1»

1/7:2-6) 7. El alma (siguientes mensajes) | El verdadero evangelio – Revelado de nuevo por Jesús | Vol. 1. / 7:2-6

Índice
─ Introducción y enlace al audio
─ Versión en español
─ Versión en inglés 

___

 

Introducción

─ Enlace al audio: en ivoox // enlace descarga

A continuación vamos a ver parte del apartado:

7) El alma

Vemos los cinco siguientes mensajes contenidos en el tema 7, para completarlo.

El tema es «el alma».

Para ver la lista con todos los enlaces a los textos y audios ver:

unplandivino.net/transicion/

Forma parte de un libro que es el primer volumen de los mensajes recibidos a principios del siglo XX por James E. Padgett de parte de varios desencarnados, entre otros, Jesús de Nazaret.

Estos volúmenes fueron preparados o compartidos así por Divine Truth (entre otras personas).

El primer volumen incluye los siguientes temas y apartados (los 11 temas numerados sirven para organizar temáticamente los mensajes):

a) ─ Retrato de James E. Padgett
b) ─ Mi testimonio (por Leslie R. Stone)
c) ─ Foto espiritual de Mary Kennedy con su alma gemela, el Dr. Stone.

           d) ─ La verdadera misión de Jesús

I. Jesús y su relación con Dios.
II. Dios y el alma humana.
III. El problema del pecado.
IV. Redención del pecado.

─ 1. Los mensajes
─ 2. Ámbitos celestiales
La oración
─ 3. Inmortalidad
─ 4. ¿Quién y qué es Dios?
─ 5. Espíritu Santo
─ 6. Resurrección
─ 7. El alma [estamos aquí: Vemos los siguientes mensajes en este apartado 7, para completarlo]
─ 8. Perdón
─ 9. Expiación
─ 10. Infierno
─ 11. Expiación vicaria
e) ─ Mensajes adicionales

Versión en español
7. El alma (cont.)

Cómo se salva el alma redimida de las penas que el pecado y el error le han acarreado (Jesús) (2 marzo 1916)

Estoy aquí, Jesús.

Deseo escribir esta noche sobre el tema de cómo se salva el alma redimida de las penas que el pecado y el error le han acarreado.

Cuando el alma se encuentra en un estado de pecado y error, no es receptiva a la influencia del Espíritu Santo, y para alcanzar un estado de receptividad a estas influencias, debe tener un despertar a su verdadera condición de esclavitud por estas cosas; y hasta que no se produzca ese despertar, no hay posibilidad de que reciba el Amor de Dios en su interior y de que dirija sus pensamientos hacia las verdades de Dios y hacia las prácticas de vida que le ayudarán en su progreso hacia una condición de libertad.

No quiero que la humanidad crea que cualquier alma está obligada a permanecer en esta condición de esclavitud al pecado hasta que el Espíritu Santo venga a ella con el amor del Padre para otorgárselo en toda abundancia, porque la misión del Espíritu Santo no es despertar el alma del hombre a la comprensión del pecado y la muerte, sino simplemente llevar a esa alma este Amor cuando esté lista para recibirlo.

El despertar debe provenir de otras causas que influyen tanto en la mente como en el alma, y que les hacen darse cuenta de que la vida que vive el hombre no es la vida correcta ni la que está de acuerdo con las exigencias de las leyes de Dios, ni con los verdaderos anhelos de sus propios corazones y almas.

Hasta que llega este despertar, el alma está realmente muerta en lo que se refiere a su consciencia de la existencia de las verdades de su redención, y tal muerte significa una continuidad en tales pensamientos de pecado y maldad, y en una vida que sólo conduce a la condenación y la muerte durante ─tal vez─ largos, largos años.

Pero para acercarme más a mi punto de discusión.

El alma que existe en el pecado y el error, tendrá que pagar tarde o temprano las penas por tal pecado y error, y no hay escapatoria al pago de estas penalizaciones excepto en la redención que el Padre ha provisto mediante el Nuevo Nacimiento. Estas penas son sencillamente el resultado natural de la operación de las leyes de Dios, y deben ser soportadas hasta que se pague la penalización completa. Aunque un hombre pueda progresar hacia una condición más elevada de excelencia del alma, y tener mucha felicidad, debe pagar hasta el último centavo y así liberarse de estas penas.

Con mucho amor,
Soy tu amigo y hermano,
Jesús

El periodo probatorio [probation] existe entre los espíritus del infierno. Todos los que se niegan a buscar el camino hacia los ámbitos celestiales acabarán encontrando el camino hacia el reino donde existe el hombre natural perfecto (Jesús) (29 octubre 1916).

Estoy aquí, Jesús.

Tenías razón al suponer que estaba contigo esta noche y, tal como imaginabas, estaba a tu lado mientras el predicador pronunciaba su sermón, y sentiste la influencia de mi amor y mi simpatía, y también recibiste los pensamientos que yo estaba sobreponiendo en tu cerebro.

En muchos aspectos, el sermón del predicador constituía un avance con respecto a las creencias ortodoxas, pero en el aspecto más importante, y en el que afectará más vitalmente a los mortales en su progreso en la vida espiritual, él estaba equivocado, muy equivocado. Me refiero a su declaración de que no veía ni conocía ninguna afirmación en la Biblia que le justificara en afirmar que los espíritus de los mortales tendrían la oportunidad de recibir el perdón o de progresar desde la condición del infierno a la de la luz y el cielo en el mundo espiritual, si no habían comenzado tal viaje en la vida mortal. Esto, como os he dicho, es una doctrina condenable, y una que ha causado más daño a lo largo de los siglos ─desde la época en que viví en la Tierra─ que casi cualquier otra enseñanza de la Iglesia que dice representarme a mí y a mis enseñanzas.

Muchas pobres almas han llegado al mundo espiritual con esta creencia firmemente arraigada en su mente y su conciencia [conscience], y las dificultades han sido grandes, y los años largos, antes de que pudieran despertar de esta creencia y darse cuenta de que el Amor del Padre les espera en la vida espiritual al igual que en la vida terrenal, y que la probación nunca se cierra para los hombres o los espíritus, y nunca estará cerrada hasta el momento en que se retire la gran oportunidad para que los hombres se conviertan en habitantes de los Ámbitos Celestiales; e incluso entonces, la oportunidad de purificar su amor natural no cesará, y nunca lo hará, hasta que todos los que tengan la oportunidad se conviertan en hombres perfectos en sus amores naturales.

Si él hubiera escudriñado las Escrituras, en las que cree tan incondicionalmente, habría encontrado una autorización para declarar que, incluso en el mundo espiritual, a los espíritus de los pecadores no salvos en la tierra, que murieron sin haberse reconciliado con Dios, se les predicó el evangelio de la salvación; y además, cuando declaró que la Biblia dice que yo dije: «que al que pecare contra el Hijo del Hombre le será perdonado, pero al que pecare contra el Espíritu Santo no le será perdonado, ni en este mundo ni en el venidero», si el predicador hubiera dado la interpretación natural y única implícita a esta declaración, habría descubierto que el pecador que descuidó la oportunidad en la tierra, tendría otra oportunidad en el mundo venidero ─que son las palabras con las que se refiere al mundo espiritual─.

De modo que, incluso según su propia fuente de creencia y fundamento de su conocimiento de estas cosas del futuro, estaría justificado, e incluso obligado, como predicador honesto de las Escrituras, a declarar que la probación no terminaba con la muerte física del mortal.

Es muy triste que los credos y las opiniones fijas de estos predicadores, formados a partir de las enseñanzas de los antiguos padres ─como se les llama─ sean hombres con desarrollo espiritual ─como lo es este predicador─ y enseñen la doctrina condenable de la que hablo y que él declaró.

Hay un infierno, o más bien infiernos, al igual que hay un cielo o cielos, y cuando se convierten en espíritus, todos los hombres se verán obligados a ocupar uno u otro de estos lugares; y no porque Dios haya decretado que un espíritu en particular ocupe ese tal lugar debido a su creencia o condición terrenal, sino porque la condición de desarrollo de su alma, o la falta de desarrollo, lo encaja y lo fija en ese lugar, y en ningún otro. Dios ha establecido Sus leyes de armonía, y estas leyes nunca cambian, y cuando un alma en particular entra en una condición que está en concordancia con estas leyes, entonces esa alma se aúna con el Padre y se convierte en habitante de Sus cielos; y mientras esa alma permanezca fuera de tal condición, estará en el infierno, que es la condición que consiste en estar en desacuerdo con la armonía de las leyes de Dios. Esto es el infierno, y no hay otra definición más completa de él: toda cosa o lugar que no sea cielo, es infierno. Por supuesto que hay muchos grados de infierno, y los habitantes de estos grados están asignados a ellos según la condición de desarrollo de su alma, que a su vez está determinada por la cantidad y calidad de la impureza y del pecado que existe en tales almas. El alma se desarrolla a medida que el amor se purifica y el pecado se erradica, y es a medida que este proceso avanza como el alma se desarrolla.

Dios ha decretado que Su universo, tanto de hombres como de cosas, sea armonioso, y sólo es la criatura, el hombre, quien se ha salido de esa armonía; y mientras continúe el universo, el único destino del hombre es que vuelva a esa armonía de la que cayó por culpa de su propia voluntad extraviada. Si Dios hubiera decretado ─tal como el predicador declaró por implicación necesaria─ que el pecador que muere en sus pecados permanecerá para siempre en ellos y en un estado de antagonismo con dicha armonía, entonces Dios mismo se convertiría necesariamente en la causa y el poder que derrotaría Sus propias leyes de armonía, lo cual ningún mortal en su sano juicio, creyente o no en las Escrituras, creería o podría creer.

Las Leyes de Dios son fijas e inmutables, y siempre están en armonía entre sí y con Su Voluntad, y, sabiendo esto, todo hombre pensante reconocerá y habrá de reconocer que siempre que un predicador, un laico, un filósofo o un científico plantee una proposición u opinión que muestre que, para que exista una determinada condición o verdad, las Leyes de Dios tendrán que funcionar en conflicto o en oposición entre sí, entonces esa proposición u opinión es falsa y no tiene fundamento en la realidad. Así pues, para aceptar esta declaración del predicador ─de que no hay probación después de la muerte, o como él dijo, que no hay oportunidad de progresar fuera del infierno que el mortal lleva consigo al mundo espiritual─ los hombres tendrán que creer que el Padre Amoroso, para satisfacer Su ira y cumplir con las exigencias de Su supuesta justicia, pondrá a Sus leyes en conflicto entre sí y destruirá la armonía de Su universo.

El predicador habló, como él mismo dijo, como científico, y no como maestro religioso, y sin embargo, la deducción que hizo al declarar la existencia eterna de los infiernos violó una de las leyes fundamentales de la ciencia, a saber, que dos leyes contradictorias en el funcionamiento del universo de Dios no pueden ser aceptadas como verdaderas, y que aquella de las dos que esté en armonía con todas las demás leyes conocidas debe aceptarse como verdadera.

Entonces digo que, basándose en las Escrituras o en la ciencia, el predicador no tenía fundamento para hacer la afirmación falsa y deplorable de que la muerte física pone fin a la posibilidad del hombre de progresar desde una condición o estado de existencia infernal hacia uno de pureza y liberación del pecado, y hacia la armonía con las leyes perfectas de Dios y los requisitos de Su voluntad.

El predicador habló desde su intelecto y sus creencias mentales de larga data, y desde los ecos de la memoria de lo que había oído decir a otros predicadores y maestros que dejaron en su consciencia las creencias en sus falsas doctrinas. Pero en lo más profundo de su alma, donde arde el Amor del Padre y crece el sentido del alma, él no cree en esta doctrina, pues se da cuenta de que este Amor del Padre es mucho más grande, más puro y más santo que cualquier otro amor que exista en el cielo o en la tierra; y el Padre, de quien proviene, debe ser más santo, más misericordioso, más indulgente y más atento con Sus hijos que cualquier padre mortal con los suyos. Y entonces, como un padre mortal que tiene en su alma el Amor Divino sabe que su hijo no podría cometer ningún pecado u ofensa que pudiera llegar a ser imperdonable, o del que no fuera a permitir ─y con mucho agrado─ que el hijo se arrepintiera en cualquier momento. Y así, él [un padre terrenal] vería que si negara que en el Padre ─de quien proviene este Amor Divino─ hubiera un amor y una simpatía que harían que ese Padre fuera tan indulgente con Sus hijos como lo es él ─el padre terrenal─ entonces, el Atributo Más Grande de ese Padre ─Dios, que es Todo Amor─ no sería igual al amor de su criatura. El derivado sería más grande, más grandioso, más puro y más Divino que la Fuente del que se deriva.

No, el predicador en su alma no cree en esta enseñanza antinatural y, a veces, sufre en su alma por el conflicto que se produce entre la esclavitud mental de sus creencias intelectuales y la libertad de su sentido álmico [soul sense], la criatura del Amor Divino que hay en él y la única parte de la Divinidad que posee.

Y así se demuestra la gran y verdadera paradoja de la existencia, en un mismo mortal y al mismo tiempo, de una creencia intelectual y un conocimiento del alma tan distantes entre sí como las antípodas. Y también se demuestra la verdad, una gran verdad, de que la mente del hombre y el alma del hombre no son lo mismo, sino que son tan distintas como lo han de ser entre sí la criatura de una creación especial, la mente, y la creación de aquello que es la única parte del hombre hecha a imagen de su Creador, el alma.

Pero algún día el conocimiento del alma vencerá a la creencia mental, y entonces el predicador sabrá que la armonía y la desarmonía no pueden existir para siempre, que el pecado y el error deben desaparecer y que solo deben existir la pureza y la rectitud, y que cada hombre y cada espíritu deben llegar a ser uno con el Padre, ya sea como habitante de los Ámbitos Celestiales o como el hombre perfecto que apareció por primera vez ante la llamada de Dios, y por él declarado «muy bueno».

He escrito lo suficiente por esta noche y debo detenerme, pero antes de hacerlo quiero decir que hoy he estado contigo y he visto que estabas muy feliz en tus pensamientos y en tu experiencia espiritual. También había otros espíritus contigo rodeándote con su amor e influencia. Persevera en tus esfuerzos por obtener este Amor Divino, y reza al Padre y te llegará en mayor abundancia, y con él una felicidad maravillosa.

Volveré pronto y te escribiré otro mensaje.
Así que, con mi amor y mis bendiciones, te daré las buenas noches y que Dios te bendiga.
Tu hermano y amigo,
Jesús

La importancia para la humanidad de buscar el amor divino y no conformarse con desarrollar el amor natural en un estado puro (Jesús) (10 enero 1916)

Estoy aquí, Jesús.

Vengo esta noche para hablarte de una verdad que es importante para toda la humanidad, y que deseo que recibas tal como la escribo, así que presta la máxima atención a lo que voy a intentar escribir.

He leído con vosotros esta noche muchos dichos contenidos en las que se dicen ser epístolas de Pablo y de Pedro, y me doy cuenta de que no parecen ser coherentes con la verdad que os hemos declarado tanto yo como los apóstoles que os han escrito, y deseo que comprendáis algunas de estas incoherencias y descartéis de vuestra mente estos dichos de las epístolas, siempre que no concuerden con lo que hemos escrito o con lo que escribiremos.

En primer lugar, la continua referencia de estas epístolas a que yo soy Dios es totalmente errónea y no debe creerse; también lo es la afirmación de que mi sangre lava los pecados o que morí en la cruz para la salvación de los hombres, o que tomé sobre mí los pecados de la humanidad y así la liberé de la carga de sus pecados y del castigo que deben sufrir en expiación de sus malas acciones y pensamientos.

Además, cuando se dice que desde el principio el Padre había predestinado mi muerte en la cruz para que el hombre pudiera ser redimido de las penas del pecado en todos los hombres que vivieran después, todo ello es erróneo y no tiene fundamento como hechos en el plan de Dios para la salvación del hombre y la restauración de la armonía de Su universo y la erradicación de todo pecado y error del mundo.

Ni Pablo ni Pedro escribieron estas cosas, y yo nunca las enseñé, porque no están de acuerdo con el gran plan de salvación; y son cosas que están muy alejadas de poder infundir una comprensión de la verdad del único plan que el Padre ha provisto para su redención, el cual yo vine a la tierra a declarar y explicar primero a mis apóstoles, y luego al mundo entero. [Neither Paul nor Peter wrote these things, and never did I teach them, for they are not in accord with the great plan of salvation; and the further away will be the realization by them of the truth of the only plan the Father has provided for their redemption, which I came to earth to declare and explain to my apostles first, and then to the whole world.]

En estas epístolas se da demasiado énfasis a la importancia de la fe y las obras ─me refiero a la fe en las meras creencias que estas epístolas enseñaban, seguida de obras─, y no se da la suficiente importancia a la verdad fundamental de la redención del hombre del pecado y su reconciliación con el Padre ─me refiero al Nuevo Nacimiento por la afluencia, en sus almas, del Amor Divino del Padre a través de la ministerio del Espíritu Santo─.

Muchas de sus enseñanzas sobre la conducta del hombre hacia el hombre, y sobre la vida que deben llevar los destinatarios de estas verdades para purificarse y alcanzar la rectitud son ciertas, y tan aplicables a la conducta y la vida de los hombres de hoy como lo eran en los días en que los apóstoles enseñaban. Pero cuando las epístolas enseñan o llevan a los hombres a entender que estos principios, que podrían llamarse meramente morales, permitirán al hombre, mediante su observancia, entrar en el Reino de Dios o en el Reino Celestial, son falsas y engañosas, y los hombres, cuando se conviertan en espíritus, se darán cuenta de que, aunque lleven la vida que estas enseñanzas les piden que lleven, y sean muy felices y ocupen condiciones y posiciones en el mundo espiritual que harán que su felicidad sea muy superior a la que disfrutan en la tierra ─y que incluso les permitirá convertirse en ocupantes de esferas espirituales más elevadas─, sin embargo, nunca se les permitirá entrar en el Reino del Padre, al que sólo se puede llegar mediante la posesión del Amor Divino.

Por eso digo que los hombres deben comprender y darse cuenta de la diferencia entre los resultados que les reporta llevar una vida simplemente buena y moral, que afecta al amor natural y lo desarrolla, y los resultados que se derivan del Nuevo Nacimiento.

Os he intentado explicar por qué la gran e importante verdad de mi misión en la tierra ─tal como se la expliqué a mis apóstoles, y tal como ellos la enseñaron y escribieron─ no se conservó ni se incluyó en la Biblia tal como está escrita y es aceptada ahora por la Iglesia como canónica. El gran deseo en aquellos días era mostrar e inculcar a los hombres aquellas enseñanzas que afectaban a su conducta en la tierra, y ofrecerles las recompensas que seguirían a tal vida, así como las recompensas que seguirían a sus vidas en el mundo espiritual, que se convertiría en su hogar después de la muerte. Y, como he dicho, llevar una vida de acuerdo con tales enseñanzas aseguraría a los hombres una gran felicidad en el mundo espiritual, pero no la felicidad a la que conducirían mis enseñanzas, si se observan.

En las diversas copias y compilaciones de los escritos de los apóstoles se hicieron muchos cambios con respecto a los originales, y las personas que realizaron este trabajo ─y me refiero a los dignatarios y gobernantes de la iglesia─ no conocían la diferencia entre aquellas cosas que traerían consigo una purificación del amor natural, con respecto a aquellas cosas que eran necesarias para preparar un alma para entrar en el Reino de los Cielos. Y por eso, cuando se dispusieron a realizar esta labor, cometieron el error de enseñar que llevar una vida moral daría derecho al alma a una recompensa que, según ellos, sería el Reino de los Cielos y la inmortalidad.

Y esta enseñanza errónea ha impedido a muchos hombres obtener el derecho al Reino de los Cielos, que creían honesta y sinceramente que sería suyo cuando pasaran al mundo espiritual.

Muchas de estas enseñanzas tienen por objeto reformar la vida de los hombres y purgar sus almas del pecado y el error, en la medida en que el amor natural forma parte de la condición del alma; y yo enseñé en gran medida estas verdades morales, pues tales enseñanzas eran necesarias, ya que la voluntad de los hombres estaba en desacuerdo con las leyes de Dios, lo cual afectaba al amor natural, así como en desacuerdo con las leyes que afectaban al Amor Divino del Padre; y el objetivo y el plan de Dios es armonizar ambos amores y, de ese modo, capacitar al hombre para disfrutar de aquellas cosas que se le proporcionan y le esperan.

Como dije cuando estaba en la tierra: «Estrecho es el camino y angosta la puerta que conduce a la vida eterna, y pocos son los que entran por ella». Y lo repito ahora, porque es evidente, al observar la forma en que la humanidad ha ejercido su voluntad desde el principio, que Dios deja libre a tal voluntad propia, y que la gran mayoría de los hombres nunca entrarán por la puerta estrecha, sino que se contentarán con vivir en las esferas y la felicidad a las que les capacitará su amor natural en su progreso y en su estado perfecto.

Es cierto que todos los hombres acabarán por alcanzar la armonía con Dios, ya sea en el amor natural o en el Amor Superior, y está decretado que todo pecado y error van a ser finalmente erradicados del universo de Dios; pero el momento en que esto ocurra dependerá en gran medida de la voluntad y los deseos de los hombres, y por lo tanto, aunque mi gran misión al venir a la Tierra y enseñar a los hombres era mostrarles el camino al Reino Celestial, una parte menor de mi misión era enseñarles un camino hacia su redención del pecado y el error que resultaría en la purificación del amor natural; y para mi gran pesar ─y para el daño incalculable al hombre─ mis enseñanzas morales se expusieron más ampliamente en partes de la Biblia, tal como se acepta ahora, que mis enseñanzas de las Verdades Superiores.

No escribiré más por esta noche, pero continuaré más tarde.

Bueno, mi querido hermano, veo que estás en una condición espiritual mucho mejor que la que has tenido durante algún tiempo, y debes dar gracias al Padre por ello. Tu concepción de la experiencia de anoche es verdadera, y recibiste una maravillosa cantidad de Amor Divino, y yo estuve contigo en amor y bendición.

Así que sigue orando y confiando en el Padre y alcanzarás una maravillosa felicidad, poder y paz.
Debo detenerme ahora.
Tu hermano y amigo,
Jesús

El alma y su relación con Dios, la vida futura y la inmortalidad (San Mateo, apóstol de Jesús) (2 noviembre 1915)

Estoy aquí, San Mateo.

Hace mucho tiempo que no te escribo, y deseo decirte unas palabras sobre asuntos relacionados con el alma y su relación con Dios, la vida futura y la inmortalidad.

El alma es una imagen del Gran Alma del Padre y participa de características a semejanza de esta Gran Alma, excepto que no necesariamente tiene el Amor Divino que hace que el alma de un mortal o espíritu sea partícipe de la Divinidad. El alma puede existir en el hombre y en el espíritu [en alguien que ya está en el mundo espiritual] en todas las cualidades receptivas y, no obstante, no tener nunca la Esencia Divina que la llene, la cual es necesaria para hacer del hombre o del espíritu una nueva criatura ─que es el objeto del Nuevo Nacimiento─.

Solo aquel mortal o espíritu que ha recibido este Amor Divino del Padre puede ser considerado inmortal, y todos los demás pueden vivir, o no. Aún no se nos ha revelado si la vida o la existencia de estos espíritus que no tienen el conocimiento consciente de la Inmortalidad, continuará a lo largo de toda la eternidad; pero si lo hacen, será porque así lo quiere Dios. Mas su existencia estará sujeta al cambio y, si tal cambio se produce, solo Dios sabe cuál será su carácter. Por el contrario, aquella alma que ha adquirido la inmortalidad no puede morir nunca; su estatus en cuanto a la vida a lo largo de toda la eternidad es fijo, e incluso Dios mismo no puede destruir esa existencia, pues es poseedora de esa divinidad que hace que Dios sea inmortal.

«El alma que peca, por el pecado morirá», significa que las cualidades que necesita obtener para formar parte de la inmortalidad nunca podrán alcanzarse, y por lo tanto, en lo que respecta a esas cualidades, está muriendo y está muerta.

El alma en sí misma vivirá, ya que ningún espíritu podría existir sin un alma, y cuando los hombres intentan enseñar que, cuando el espíritu de la vida abandona el cuerpo, el alma muere, esos hombres no dicen la verdad. El alma vivirá mientras continúe la existencia espiritual, y hasta que el gran cambio ─si es que lo hay─ llegue a ese espíritu. Por lo tanto, todos los hombres deben creer que el alma que Dios le dio al hombre es tan parte del hombre como lo es el cuerpo espiritual o físico.

El alma es la parte más elevada del hombre, y es la única parte que, de alguna manera, se asemeja al Gran Padre, que no es cuerpo ni cuerpo espiritual en forma, sino que es Alma; y el alma del hombre, como he dicho, es una imagen de esa Gran Alma.

Así pues, cuando hablamos de destruir el alma, no significa que se vaya a destruir el alma que pertenece a cada espíritu, sino que se destruirá la esencia del alma, o más bien la potencialidad de esa alma para recibir el Amor Divino y la Naturaleza del Padre.

Por supuesto, el alma puede ser privada de alimento y colocada en una condición de estancamiento, de modo que todos sus poderes receptivos queden, por así decirlo, muertos, y sólo algún gran milagro o ministerio inusual pueda despertarla, pero decir que el alma muere alguna vez es erróneo. Al decir esto, no incluyo la posibilidad de algún gran cambio en el espíritu del mortal por el cual dicho espíritu pueda ser destruido, y en tal caso el alma dejará de existir como alma o entidad individualizada.

No sé cuál sería el destino de un alma en tal caso y, por lo tanto, no puedo profetizar, pero, a menos que se produzca un cambio tan grande, el alma vivirá, pero no como un alma inmortal que posee la Esencia de la Divinidad, que haya experimentado el Nuevo Nacimiento.

Dios, el Gran Alma Suprema [Great Oversoul], no puede retirar para Sí mismo el alma de ningún hombre [may not recall to Himself the soul of any man in the sense of depriving that man of his soul], en el sentido de privar a dicho hombre de su alma, pero Su relación con esa alma será meramente la de Creador y creado, siempre sujeta a la Voluntad del Creador; mientras que la relación de Dios con el alma que ha recibido el Nuevo Nacimiento y, por lo tanto, la Naturaleza Divina, no es sólo la de Creador y creado, sino también la de iguales en lo que respecta a esta Gran Cualidad de la Inmortalidad. El alma del hombre se vuelve entonces auto-existente [self-existing], y algo que no depende de Dios para continuar existiendo.

Sé que este es un tema difícil de comprender para la mente mortal, pero cuando hayáis recibido las percepciones del alma, sumadas a vuestra mente natural, no os resultará tan difícil comprender el significado exacto de mis proposiciones.

No escribiré más esta noche.
Soy
vuestro hermano en Cristo,
San Mateo

Discurso sobre el alma (San Cornelio, el primer gentil cristiano) (2 noviembre 1915)

Permitidme decir unas palabras sobre el alma. He escuchado lo que dijo Mateo y me parece que no describió lo que es el alma con la claridad deseable.

Mi concepción del alma es que es la parte de la existencia del hombre que determina cuál será su destino. Es la parte real del hombre que piensa, quiere y es consciente. El intelecto del hombre puede morir —esto puede parecer irreal, pero es cierto—, y el hombre dejar de existir como ser consciente ─quiero decir, si el intelecto fuera la única facultad que posee para ser consciente de su existencia─. El alma, por lo que sabemos, no puede morir nunca, y tiene como cualidades y elementos todas las percepciones y facultades de razonamiento que tiene el intelecto, y muchas más. El alma es la única facultad o parte del hombre que realiza la misión de conocer, razonar y determinar, después de que el hombre ha pasado a la séptima esfera; y, en consecuencia, a menos que se desarrollen estas cualidades o percepciones del alma, obteniendo en el alma el amor divino, un hombre o un espíritu no puede entrar en la séptima esfera, ya que sería totalmente incapaz de vivir allí y comprender o hacer nada en esa esfera.

El alma no necesita instrucciones de los meros sentidos físicos, porque estos sentidos no son adecuados para ser utilizados en las operaciones de las facultades del alma y, por lo tanto, un hombre que nunca cultiva estos sentidos del alma ─como diría─ no es capaz de comprender las cosas espirituales superiores de las Esferas Celestiales.

No escribiré más esta noche, pero volveré.
Tu hermano en Cristo,
San Cornelio, el primer gentil cristiano

Versión en inglés

How the Redeemed Soul is Saved from the Penalties That Sin and Error Has Brought Upon It (Jesus) (2 Mar 1916)

I AM HERE. Jesus.

I desire to write to-night on the subject of How the redeemed soul is saved from the penalties which sin and error has brought upon it.

When the soul is in a condition of sin and error it is not responsive to the inflowing of the Holy Spirit, and in order to get into a condition of receptivity to these influences it must have an awakening as to its actual condition of enslavement by these things; and until such an awakening comes to it there is no possibility of its receiving the Love of God into it, and of turning its thoughts to the truths of God and to the practices of life that will help it in its progress towards a condition of freedom.

I would not have mankind believe that any soul is compelled to stay in this condition of slavery to sin until the Holy Spirit comes to it with the Father’s love to bestow it in all abundance, for the mission of the Holy Spirit is not to awaken man’s soul to a realization of sin and death, but merely to bring to that soul this Love when it, the soul, is ready to receive it.

The awakening must come from other causes that influence the mind as well as the soul, and cause them to realize that the life man lives is not the correct life or one in accord with the demands of the laws of God, or with the real longings of their own hearts and souls.

Until this awakening comes the soul is really dead so far as its having a consciousness of the existence of the truths of its redemption is concerned, and such death means a continuance in such thoughts of sin and evil, and in the life which leads only to condemnation and death for long long years, it may be.

But to come nearer to my point of discourse.

The soul that is existing in sin and error will have, sooner or later, to pay the penalties for such sin and error, and there is no escape from the payment of these penalties except in the redemption that the Father has provided by the New Birth. These penalties are only the natural results of the operation of God’s laws and they must be endured until the full penalty is paid. Even though a man may progress to higher condition of soul excellence and have much happiness, yet he must pay the last farthing and thus release himself from these penalties.

With much love,
I am your friend and brother,
JESUS

Probation Does Exist Among Spirits in the Hells. All Who Refuse to Seek the Way to the Celestial Heavens Will Eventually Find Their Way to the Kingdom Where the Perfect Natural Man Exists (Jesus) (29 Oct 1916)

I AM HERE. Jesus.

You were right in your surmise that I was with you to-night, and as you imagined, I was standing close to you at the time the preacher was delivering his discourse, and you felt the influence of my love and sympathy, and also received the thoughts that I was superimposing on your brain.

The preacher’s sermon was an advance upon the beliefs of the orthodox in many particulars, but in the most important particular and in the one that will affect mortals most vitally in their progress in the spirit life, he was wrong, very wrong. I refer to his declaration that he saw or knew of no statement in the Bible that would justify him in asserting that there would be an opportunity for the spirits of mortals to receive pardon or to progress from the condition of hell to that of light and heaven in the spirit world, when they had not started on that journey in the mortal life. This, as I have told you, is a damnable doctrine, and one that has done more harm all down the centuries from the time of my living on earth, than most any other teaching of the church that claims to be representative of me and my teachings.

Many poor souls have come into the spirit world with this belief firmly fixed in their minds and conscience, and the difficulties have been great and the years long before they could awaken from this belief and realize that the Love of the Father is waiting for them in spirit life just as in the earth life, and that probation is never closed for men or spirits, and never will be until the time of the withdrawal of the great opportunity for men to become inhabitants of the Celestial Heavens, and even then, the opportunity to purify their natural love will not cease, and never will, until all who have the opportunity shall become perfect men in their natural loves.

Had he searched the Scriptures, in which he so implicitly believes, he would have found an authorization for him to declare that even in the spirit world, the spirits of the unsaved sinners on earth, who died without having become reconciled to God, had the gospel of salvation preached to them; and furthermore when he declared that the Bible says that I said «that he that sinneth against the son of man it shall be forgiven him, but he that sinneth against the Holy Ghost it shall not be forgiven him, neither in this world nor in the world to come,» had the preacher placed the natural and only implied construction on this declaration, he he would have found that the sinner who neglected the opportunity on earth, would yet have another chance for  in the world to come, as the spirit world is referred to.

So that, even according to his own source of belief and foundation of his knowledge of these things of the future, he would be justified and even required, as an honest preacher of the Scriptures, to declare that probation did not end with the physical death of the mortal.

It is so sad that the creeds and fixed opinions of these preachers, formed from the teachings of the old fathers, as they are called, should be men of soul development, such as this preacher has, and teach the damnable doctrine that I speak of which he declared.

There is a hell, or rather hells, just as there is a heaven or heavens, and all men when they become spirits, will be compelled to occupy one or the other of these places; not because God had decreed that any particular spirit because of his earth belief or condition shall occupy that place, but because the condition of his soul development, or want of development, fits and fixes him for that place and no other. God has made His laws of harmony and these laws are never changed, and when any particular soul gets into a condition of agreement with these laws, then that soul becomes at one with the Father and an inhabitant of His heavens; and so long as that soul remains out of such condition it is in hell, which is the condition of being out of agreement with the harmony of God’s laws. This is hell and there is no other comprehensive defiinition of it: every thing or place that is not heaven is hell. Of course there are many gradations of hell, and the inhabitants of these gradations are made by the condition of their soul development, which is determined by the quantity and quality of the defilement and sin that exists in these souls. The soul is developed as the love becomes purified and sin eradicated, and just as this process progresses the soul becomes developed.

God has decreed that His universe, both of men and things, shall be harmonious, and only the creature, man, has become out of that harmony; and as the universe shall continue, the only destiny for man is, that he shall return to that harmony from which he fell by reason of his own misdirected will. Had God decreed, as the preacher by necessary implication, declared, that the sinner who dies in his sins shall forever remain in his sins and in a state of antagonism to such harmony, then God, Himself, would necessarily become the cause and power of defeating His own laws of harmony, which no sane mortal whether he believes in the Scriptures or not, would or could believe.

God’s Laws are fixed and unchangeable and always in harmony with one another and with His Will, and knowing this, every thinking man will know and should know that whenever a proposition or opinion is put forth by preacher or layman or philosopher or scientist that shows that in order for a certain condition or truth to exist, God’s Laws will have to work in conflict with or in opposition to one another, then that proposition or opinion is false and has no foundation in fact. And so to accept this declaration of the preacher that there is no probation after death, or as he said, chance to progress out of the hell which the mortal carries with him to the spirit world, men will have to believe that the Loving Father, for the satisfying His wrath and meeting the demands of His supposed justice, will set his laws in conflict with one another and destroy the harmony of his universe.

The preacher spoke, as he said, as a scientist, and not as a religious teacher, and yet the deduction that he made when he declared the eternal existence of the hells, violated one of the fundamental laws of science and that is, that two conflicting laws in the workings of God’s universe cannot both be accepted as true, and that the one of these two that is in harmony with all the other known laws must be accepted as true.

Then I say, that founded on the Scriptures or founded on science, the preacher had no basis for making the untrue and deplorable statement, that physical death ends man’s possibility of progressing from a condition or state of hell existence into that of purity and freedom from sin and into harmony with God’s perfect laws and the requirements of His will.

The preacher spoke from his intellect and mental beliefs of long years standing and the memory echoes of what he had heard said by other preachers and teachers who left upon his conscious beliefs in their false doctrines. But deep down in his soul, where the Love of the Father is burning and the soul sense is growing, he does not believe this doctrine, for he realizes that this Love of the Father is so much greater and purer and holier than any other love that exists in heaven or on earth; and the Father from Whom It comes must be holier and more merciful and forgiving and thoughtful of His children than of any mortal father of his children. And then as a mortal father having in his soul the Divine Love, he knows that his child could not commit any sin or offense that could possibly become unpardonable, or that he would not permit, and gladly, the child to repent of at any time. And so he would see, that if he refused to the Father, from Whom this Divine Love comes, a love and sympathy that would cause that Father to be as forgiving to His children as is he, the earthly parent, then the Greatest Attribute of that Father, God, Who is All Love, would not be equal to the love of his creature. The derivative would be greater and grander and purer and more Divine than the Fountainhead from which it is derived.

No, the preacher in his soul does not believe this unnatural teaching , and at times, he travails in his soul at the conflict that takes place between the mental bondage of his intellectual beliefs and the freedom of his soul sense, the creature of the Divine Love that is in him, and the only part of Divinity that he possesses.

And thus is demonstrated the great, real paradox of the existence in the same mortal at the same time, of an intellectual belief and a soul knowledge as far apart as the antipodes. And also is demonstrated the truth, a great truth, that the mind of man and the soul of man are not one and the same, but are as distinct as the creature of a special creation, the mind, and the creation of that which is the only part of man made in the image of his Maker, the soul, must necessarily be.

But some day the soul knowledge will overcome the mental belief, and then the preacher will know that harmony and inharmony cannot exist for all time – that sin and error must disappear and purity and righteousness must exist alone, and that every man and spirit must become at one with the Father, either as an inhabitant of the Celestial Heavens or as the perfect man that first appeared at the call of God, and by him pronounced «very good.»

I have written enough for to-night and must stop, but before doing so, I want to say that I have been with you today and saw that you were very happy in your thoughts and in your soul ex-experience. Other spirits were also with you, throwing around you their love and influence. Persevere in your efforts to obtain this Divine Love, and pray to the Father and it will come to you in increased abundance, and with it a wonderful happiness.

I will come soon and write you another message.
So with my love and blessings, I will say good-night and God bless you.
Your brother and friend,
JESUS.

The Importance for Mankind Seeking the Divine Love and Not Be Satisfied by Merely Developing the Natural Love in a Pure State (Jesus) (10 Jan 1916)

I AM HERE. Jesus.

I come to-night to tell you of a truth which is important to all mankind, and which I desire that you receive just as I write it, so give your best care to receiving just what I shall attempt to write.

I have read with you to-night many sayings contained in the alleged epistles of Paul and Peter, and I realize that they do not seem to be consistent with the truth that has been declared to you by myself and by the apostles who have written to you, and I desire that you shall understand some of these inconsistences and discard from your mind these sayings of the epistles wherever they do not agree with what we have written or what we shall write.

In the first place, the continual reference of these epistles to my being God is all wrong and must not be believed; also the statement that my blood washes away sin or that I died on the cross for the salvation of men, or that I took upon myself the sins of mankind and thereby relieved them from the burden of their sins, and the punishment which they must suffer in expiation of their evil deeds and thoughts.

Again, when it said, that from the beginning the Father had foreordained my death on the cross that man might be redeemed from the penalties of sin in all men who lived thereafter, are all wrong and have no foundation as facts in the plan of God for the salvation of man and the restoring of the harmony of His universe and the eradication of all sin and error from the world.

Neither Paul nor Peter wrote these things, and never did I teach them, for they are not in accord with the great plan of salvation; and the further away will be the realization by them of the truth of the only plan the Father has provided for their redemption, which I came to earth to declare and explain to my apostles first, and then to the whole world.

In these epistles too much emphasis is given to the importance of faith and works. I mean faith in the mere beliefs which these epistles taught followed by works – and not enough importance to the foundation truth of man’s redemption from sin and becoming reconciled to the Father. I mean the New Birth by the inflowing into their souls of the Divine Love of the Father’s through the ministrations of the Holy Spirit.

Many of their teachings as to man’s conduct towards man and as to the lives that the recipients of these truths should lead as effecting their own purification and becoming in a condition of righteousness, are true, and are as applicable to the conduct and living of men today as they were in the days in which the apostles taught. But when the epistles teach or lead men in any particular to understand that these, what may be called merely moral principles, will enable a man by their observance, to enter into the Kingdom of God, or the Celestial Kingdom, they are false and misleading, and men when they become spirits will realize that while leading the lives which these teachings call them to lead, they will become very happy and occupy conditions and positions in the spirit world that will make their happiness far superior to that which they enjoy on earth and even enable them to become occupants of higher spiritual spheres; yet they will never be permitted to enter the Kingdom of the Father, which can only be attained to by the possession of Divine Love.

So I say, men must understand and realize the difference between the results to them from leading merely good and moral lives which affect and develop the natural love and those results which ensue from the New Birth.

I have attempted to explain to you why the great and important truth of my mission to earth, as I explained it to my apostles, and as was taught by them and written by them, was not preserved and contained in the Bible as now written and accepted by the church as canonical. The great desire in those days was to show and impress upon men those teachings which affected their conduct on earth, and to hold out to them the rewards that would following such living, and also the rewards which would follow their lives in the spirit world which would become their homes after death. And, as I have said, the leading of lives in accordance with these teachings would insure men a great happiness in the spirit world, but not the happiness which my teachings, if observed, would lead to.

In the various copyings and compilations of the writings of the apostles many changes from the originals were made, and those persons who performed this work, and I mean by this the dignitaries and rulers of the church, did not know the difference between those things which would bring about a purification of the natural love, and those things which were necessary to fit a soul for entrance into the Kingdom of Heaven. And hence, when they came to perform this work they made the error of teaching that the living of the moral life would entitle the soul to a reward which they supposed, would be the Kingdom of Heaven and immortality.

And this erroneous teaching has prevented many a man from gaining the right to the Kingdom of Heaven, as they honestly and sincerely believed would be theirs, when they came to pass into the spirit world.

Many of these teachings are intended to make a reformation in the lives of men and to purge their souls from sin and error so far as the natural love forms a part of the condition of the soul; and I taught these moral truths to a very large extent, for such teachings were necessary, because men’s will were out of harmony with God’s laws, which affected the natural love, as well as out of harmony with the laws that affected the Divine Love of the Father; and it is the object and plan of God to bring into harmony both of these loves, and thereby enable man to enjoy those things which are provided and waiting for him.

As I said when on earth, «Narrow is the way and strait is the gate which leads to life everlasting and few there be that enter therein,» I repeat now; for it is apparent from the observation of the way in which mankind from the beginning have exercised their wills, which God leaves free to their own volition, that a vast majority of men will never enter in at the strait gate, but be contented to live in the spheres and happiness which their natural love, in its perfect state and progress, will fit them for.

That all men will ultimately be brought into harmony with God, in either the natural love or in the Higher One, is certain, and that all sin and error will finally be eradicated from God’s universe is decreed, but the time will depend to a great extent, upon the wills and desires of men, and, hence, while my great mission in coming to earth and teaching men, was to show the way to the Celestial Kingdom, yet a lesser part of my mission was to teach them a way to their redemption from sin and error that would result in the purification of the natural love; and to my great regret and to the untold injury to man, my moral teachings were more at large set forth in portions of the Bible, as now accepted, than were my teachings of the Higher Truths.

I will not write more to-night but will continue later.

Well my dear brother, I see that you are in a much better condition spiritually than you have been for some time, and you must thank the Father for it. Your conception of last night’s experience is true, and you received a wonderful amount of the Divine Love, and I was was with you in love and blessing.

So continue to pray and trust in the Father and you will realize a wonderful happiness and power and peace.
I must stop now.
Your brother and friend,
JESUS.

The Soul and Its Relationship to God and Future Life and Immortality (St. Matthew – Apostle of Jesus) (2 Nov 1915)

I AM HERE. St. Matthew.

I have not written you for a long time, and I desire to say a few words on matters pertaining to the soul and its relationship to God and future life and immortality.

The soul is an image of the Great Soul of the Father, and partakes of features like this Great Soul, except that it does not necessarily have it in the Divine Love which makes the soul of a mortal or spirit a partaker of Divinity. The soul may exist in man and spirit in all receptive qualities and yet never have the Divine Essence to fill it, which is necessary in order to make man or spirit a new creature, that is the subject of the New Birth.

Only that mortal or spirit who has received this Divine Love of the Father can be said to be Immortal, all others may live or they may not. It has not yet been revealed to us whether the life or existence of these spirits who have not the conscious knowledge of Immortality will continue to live through all eternity; but if they do it will be because God so wills that they shall live. But their existence will be subject to change and if such change should take place, only God knows what its character will be. While on the contrary, the soul that has acquired Immortality can never die, its status as to a life through all eternity is fixed, and even God himself cannot destroy that existence because it is the possessor of that Divinity which makes God Immortal.

«The soul that sinneth, sinning it shall die,» means that the qualities which it is necessary for it to obtain to make it a part of immortality can never come to it, and hence as regards these qualties it is dying and dead.

The soul itself will live, for no spirit could possibly have an existence without a soul, and when men attempt to teach that when the spirit of life leaves the body the soul dies, such men do not state a truth. The soul will live as long as the spirit existence continues, and until the great change, should there be one, comes to that spirit. So all men must believe, that the soul which God gave to man is just as much a part of man as is the spiritual or physical body.

The soul is the highest part of man, and is the only part, that in any way resembles the Great Father, who is not body or spirit-body in form but is Soul, and the man’s soul, as I have said, is an image of that Great Soul.

So you see, that when we speak of destroying the soul it does not mean that the soul which belongs to every spirit will be destroyed, but that the essence of the soul, or rather the potentiality of that soul receiving the Divine Love and Nature of the Father will be destroyed.

Of course, the soul can be starved and placed in a condition of stagnation so that all its receptive powers will be, as it were, dead, and only some great miracle or unusual ministration can awaken it, but to say that the soul ever dies is erroneous. In saying this I do not include the possibility of some great change in the spirit of mortal by which such spirit may be destroyed, and in such case the soul will cease to exist as an individualized soul or entity.

I do not know what would be the destiny of a soul in such event and, hence, can’t prophesy, but, unless there be such great change, the soul will live, but not as an immortal soul possessing the Essence of Divinity, unless it has experienced the New Birth.

God, the Great Oversoul, may not recall to Himself the soul of any man in the sense of depriving that man of his soul, but His relation to that soul will be merely that of Creator and created, subject always to the Will of the Creator, whereas, the relationship of God towards the soul that has received the New Birth and hence the Divine Nature, is not only of a Creator and created, but also that of a co-equal so far as this Great Quality of Immortality is concerned. the soul of man then becomes self-existing and not depending upon God for its continuance to exist.

This, I know, is a subject not easy for mortal mind to understand, but when you shall have received the soul perceptions in addition to your natural mind, it will not be so difficult to grasp the exact meaning of my propositions.

I will not write more to-night.
I am
Your brother in Christ,
ST. MATTHEW.

Discourse on the Soul (St. Cornelius – The First Gentile Christian) (2 Nov 1915)

Let me say just a word as to the soul. I have heard what Matthew said, and it seems to me that he did not describe what the soul is as clearly as desirable.

My conception of the soul is, that it is that part of the existence of man which determines for him what his destiny shall be. It is the real thinking, willing and conscious part of man. The intellect of man may die – this may seem unreal, but it is true – and man cease to exist as a conscious thing – I mean if the intellect was the only faculty that he possesses to make him conscious of his existence. The soul, so far as we know, can never die, and it has as its qualities and elements, all the perceptions and reasoning powers that the intellect has and many more. The soul is the only faculty or part of man that performs the mission, of knowing, and reasoning and determining, after man has passed into the seventh sphere, and consequently, unless these soul qualities or perceptions are developed, by obtaining into the soul the Divine love, a man or spirit cannot get into the seventh sphere, for he would be wholly unable to live there and understand or do anything in that sphere.

The soul needs no instructions from the mere physical senses because those senses are not suitable to be used in the operations of the soul’s faculties, and hence a man who never cultivates these soul senses, as I will say, is not capable of understanding the higher spiritual things of the Celestial Spheres.

I will not write more to-night, but will come again.
Your brother in Christ,
ST. CORNELIUS, The First Christian Gentile

Eventos Divine Truth, 2025

27 junio 2025

[Las fotos con que ilustro esta entrada, así como algunos datos, son de Flor (gracias), que también asistió esta vez a uno de los encuentros de la gira 2025, esta vez también el de Portugal]

En el año 2025 Jesús y María Magdalena (J y M) están realizando la gira que anunciaron en el 2024, más o menos tal como la tenían pensada.

Sobre los eventos del 2024 vimos esta breve entrada aquí.

En esta gira, como por una parte es lógico, se está remarcando el tema de la «oración«, de recibir amor de Dios, de la relación de amor con Dios.

Esta vez ─como se puede ver en las fotos, y como contó Flor─ el local donde se organizó el evento era más cómodo y más adecuado para poder realizar grabaciones sin el calor o los ruidos que por ejemplo había en el anterior en Portugal, donde crujía el suelo, etc.

Además, también J y M se encargaron de grabar la imagen en vídeo, no sólo con audio, y además con varias cámaras (una de ellas da un plano general del público, como se puede ver en los encuentros ya subidos, como por ejemplo el de Inglaterra).

En esta ocasión cada asistente recibió un regalo material (ver foto) consistente en cuatro libros recopilatorios de los mensajes dados via Padgett hace más de 100 años (son esos mensajes que estamos viendo de nuevo, ordenadamente, desde hace unas semanas, y que J y M han comentado detalladamente a menudo, y que en cierto modo ellos simplemente están ampliando ─en cuanto a «enseñanza» formal y en cuanto a enseñanza «vivencial»─).

La recopilación y ordenación de los mensajes en esta forma fue hecha al parecer por Leslie R. Stone, y es pasada y publicada tal cual, sin cambios, por una organización, la cual publica estos cuatro libros, llamada Foundation Church of the New Birth.

Como ya vimos, una de las ideas de esta nueva gira es poder empezar a realizar algunos encuentros más informales y quizá más extensos en el tiempo, para compartir alguna tarea (en algún entorno natural, etc.), y así poder entablar cierto tipo de conversaciones más abiertas, y por ejemplo poder mirar algunas actitudes que podamos tener (a modo de lo que se organiza periódicamente en Australia en los encuentros y tareas abiertas para el voluntariado, como son por ejemplo las tareas simples relacionadas con la regeneración del entorno natural).

En esta ocasión, en el caso del evento en Portugal, tal cosa al parecer se iba a realizar, en algún grado (por lo menos el día de excursión o caminata, que parece que muchas veces se organiza), tras el fin de semana del encuentro más formal tipo «conferencia», pero en esto no pudo participar Flor ─ya que tenía que irse tras el fin de semana─ y aún no sé qué tal habrá ido (ni si ha habido algo más que una excursión o paseo colectivo un día).

Por lo que escuché al ver los vídeos de un encuentro de esta gira 2025 anterior a este de Portugal (el de Inglaterra) me parece que en el caso de Inglaterra sólo hicieron una salida, esa «excursión», uno de los días posteriores a la «charla».

Pero aparte, lógicamente, al desplazarse a cada lugar donde se realiza cada evento, J y M no van «a un vacío», es decir, en cada sitio ya tendrán personas conocidas con las que han compartido cosas anteriormente ─aunque sólo sea online, etc.─, y con las que tener interacciones más «informales».

Feliz navidazzz

(Hace poco anunció Flor en el canal de telegram que organizaba un evento online para charlar un rato por Zoom (día 2 de julio, 2025, a las 20:00 horas, en la hora peninsular española), a modo de digamos «celebración» de todo esto)

 

1/7:1) 7. El alma (primer mensaje) | El verdadero evangelio – Revelado de nuevo por Jesús | Vol. 1. / 7:1

Índice
─ Introducción y enlace al audio
─ Versión en español
─ Versión en inglés 

___

 

Introducción

─ Enlace al audio: en ivoox // enlace descarga

A continuación vamos a ver parte del apartado:

7) El alma

Vemos el primer mensaje contenido en el tema 7.

El tema es el de el alma.

Para ver la lista con todos los enlaces a los textos y audios ver:

unplandivino.net/transicion/

Forma parte de un libro que es el primer volumen de los mensajes recibidos a principios del siglo XX por James E. Padgett de parte de varios desencarnados, entre otros, Jesús de Nazaret.

Estos volúmenes fueron preparados o compartidos así por Divine Truth (entre otras personas).

El primer volumen incluye los siguientes temas y apartados (los 11 temas numerados sirven para organizar temáticamente los mensajes):

a) ─ Retrato de James E. Padgett
b) ─ Mi testimonio (por Leslie R. Stone)
c) ─ Foto espiritual de Mary Kennedy con su alma gemela, el Dr. Stone.

           d) ─ La verdadera misión de Jesús

I. Jesús y su relación con Dios.
II. Dios y el alma humana.
III. El problema del pecado.
IV. Redención del pecado.

─ 1. Los mensajes
─ 2. Ámbitos celestiales
La oración
─ 3. Inmortalidad
─ 4. ¿Quién y qué es Dios?
─ 5. Espíritu Santo
─ 6. Resurrección
─ 7. El alma [estamos aquí: Vemos el primer mensaje en este apartado 7]
─ 8. Perdón
─ 9. Expiación
─ 10. Infierno
─ 11. Expiación vicaria
e) ─ Mensajes adicionales

Versión en español
7. El alma

El alma: lo que es y lo que no es (Jesús) (2 marzo 1917)

Estoy aquí, Jesús.

Esta noche vengo a escribir mi mensaje sobre el alma, y lo haré, si podemos establecer la vinculación necesaria.

Bueno, el tema es de gran importancia y difícil de explicar, ya que no hay nada en la tierra conocido por el hombre con lo que se pueda comparar y, por lo general, los hombres no pueden comprender la verdad o la naturaleza de las cosas, excepto mediante la comparación con lo que ya saben que existe y con cuyas cualidades y características están familiarizados. No hay nada en el mundo material que sirva de base para comparar con el alma y, por lo tanto, es difícil para los hombres comprender la naturaleza y las cualidades del alma mediante meras percepciones intelectuales y la razón; y para comprender la naturaleza de esta gran creación ─el alma─ los hombres deben tener cierto desarrollo espiritual y poseer lo que se conoce como percepciones del alma. Solo el alma puede comprender al alma, y el alma que busca comprender su propia naturaleza debe ser un alma viva, con sus facultades desarrolladas al menos en pequeña medida. Continuar leyendo «1/7:1) 7. El alma (primer mensaje) | El verdadero evangelio – Revelado de nuevo por Jesús | Vol. 1. / 7:1»