Hay una especie de «batalla por el alma humana».
Hay una polémica en torno al curso de milagros y la CIA 🙂
Y sí, UCDM sí es una especie de distorsión y suplantación en torno a estos asuntos cruciales que son Dios, y lo que sucedió y sucede con Jesús ─independientemente de que llamemos o consideremos a los agentes de tal distorsión como «la CIA» 🙂 , etc.─.
(Y no lo digo desde una posible posición fanática… donde defendería por ejemplo una religión cualquiera… o algún dogma o algún tipo de cristianismo, por ejemplo. También, tal como mucha gente sabe o intuye, sucede que la Biblia se usa distorsionadamente… aparte de que contiene muchas imprecisiones, etc.)
Parece ser crucial, entonces, controlar ─desde el mundo espiritual, en esa especie de «batalla por el alma humana»─ los discursos alternativos y posiblemente «mejores» que lo escrito en la Biblia… y que son posibles palabras de Jesús o sus interpretaciones.
Tras la muerte física, los desencarnados aumentan en su brillo (en armonía, en amor y verdad); aumentan progresivamente, y todos lo haremos, desde la condición más o menos miedosa que tenemos;
pero todos seguiremos teniendo ciertos apegos… y allí, en «el otro lado», no todos tienen realmente una relación de amor con Dios.
No todos tendremos obligatoriamente esa relación con Dios, pues el amor es un regalo, no una obligación ─y mucho menos es una obligación el amor de Dios─.
Los guías, que siempre tenemos, a menudo suplantan a Dios, y el amor natural se confunde con el amor divino.
No por morir conocemos más a Dios; no por ser desencarnados sabemos más cosas; no por brillar más conocemos a Dios… no por saber más verdades y aplicarlas conocemos realmente a Dios, personalmente… recibiendo su amor.
Hay guías que saben esto, y hacen más o menos aposta esa suplantación… con la actitud de «los medios justifican los fines», etc.
Pero otros guías harían estas «suplantaciones» así como más inercialmente, «inconscientemente», actuando en parte con la actitud de los padres y madres terrestres, físicos… a modo de nuestros padres y madres, que muchas veces medio imponen a los hijos versiones de amor… más o menos distorsionadamente, condescendientemente: «nosotros sabemos mejor lo que conviene, hijo mío»… con ese «amor» que nos vamos «pasando» entre nosotros, y que muy comúnmente es hasta lo contrario del amor (un amor que siempre hay que purificar hasta que realmente se sanan las heridas ─al menos a la manera natural─).