Una clave fundamental sin la cual no se puede entender el tiempo que vivimos: la distinta influencia de los espíritus perfectos y los celestiales

En el vídeo enlazado leo y comento un poco el texto que hice a continuación.
Este tema pertenece a los de la página guía B.1

Presentación

De cierto modo, podemos considerar que la «no-batalla» que existe entre por un lado espíritus perfectos en amor natural, y por otro espíritus celestiales, es «la no-batalla» definitiva.

Como sabemos, la verdad no se defiende, no batalla… pero los espíritus perfectos en amor natural pueden tener muy diversos grados de la actitud de defender lo que podríamos llamar «el último error» (el error de pensar y actuar como si fuera posible ser completamente feliz sin Dios, sin una relación de amor con Dios).

Texto principal

Es fantástico haber dado el salto, gracias a la «segunda venida» de Jesús, en Australia… haber dado este «salto perceptivo» de darse cuenta de la inmensa presencia de desencarnados, de espíritus.

Estos desencarnados están en muy diversas condiciones en amor… y son miles de millones, que continuamente están actuando en nuestras heridas emocionales:

– bien sea para anestesiarnos y así impedir el crecimiento real de nuestra alma, sin saberlo…

– o bien para directamente satisfacer «heridas» de control, poder, sexo (y por tanto simplemente reforzando nuestro actuar desarmónico).

– etc. (un largo etcétera… pues hay espíritus simplemente «perdidos» en nuestras «auras», como algunos familiares, etc… o bien perdidos en las ideas de la «reencarnación», y «molestando» así a niños, adultos, etc.)

Ya vimos algo de todo esto, en parte, en algunos vídeos donde hice introducciones, como en:
Lo que verdaderamente está pasando en el planeta
Breve historia del alma

Muchos espíritus tienen una condición superior a la que los humanos tenemos, en general; es decir, están con un crecimiento en amor y verdad de plano 2 y más arriba.

Nosotros tenemos una condición del alma de plano 1, y a veces en una zona muy baja de ese plano o dimensión o esfera 1 (en lo que se llama «los infiernos«).

Entre esos espíritus de planos superiores, muchísimos están en los caminos del amor natural, es decir, no tienen amor divino en el alma, amor de Dios.

Así, no tienen una relación directa con Dios.

La relación directa con Dios es la posibilidad que se abrió con Jesús hace dos mil años (hoy estamos en 2022). Esa posibilidad depende de recibir amor de Dios, pero esta recepción no es algo inmediato, es decir, el amor de Dios no entra en nuestra alma si no lo pedimos y si no lo deseamos sinceramente. No entra en nuestra alma si no estamos armonizados (en el aspecto de deseo sincero, de sinceridad o de la verdad, en nuestra alma) con la posibilidad de recibirlo.

Por lo tanto, estos espíritus actúan en contra de esa recepción del amor divino.

Actúan de ese modo sin saberlo, o bien aposta, a sabiendas*.

Algunos de ellos ya creen que alcanzaron la «perfección con Dios», pero solo han alcanzado la perfección natural humana, que es la dimensión o esfera 6, un lugar muy feliz, sí, pero aún orgullosamente autosuficiente, y que no puede ser «completamente feliz».

Jesús sugirió brevemente la base de lo que acabamos de decir, en el material sobre Sebastian; es decir, sugirió exactamente lo siguiente: que, realmente, una vez que estás en ese plano de perfección natural, el 6, puedes admitir que existe Dios y la posibilidad de transformar tu alma con el amor de Dios, pero, aun así, aunque admitas que Dios existe, puedes rechazar esa elección y:

– y mantener tu condición en amor ya ganada, mantenerte en tu plano (y por lo tanto, como sabemos, con poder sobre los planos inferiores),

– y mantener esa «última herida» de orgullo personal, y puedes no entregarte a la relación directa con Dios, no entregarte al camino del amor divino. Sin esa relación directa, no se puede seguir subiendo de dimensiones, no se puede seguir creciendo en amor y verdad, y con un alma transformada (a partir del plano 8, ya que el 7, como vimos, es de transición, donde se completa la transformación del alma).

Paradójicamente, estos espíritus «listillos» pueden ser de todo tipo de tradición espiritual o «anti-espiritual»…: católicos, ciertos tipos de «ateos»… judíos, musulmanes, hindui-yogis», budistas, «budisto-cristianos» en plan ucdm, etc.

E imaginaos… estos espíritus de plano 6, muy «brillantes»… aunque serán menos en cantidad que por ejemplo los de plano 2… tienen más poder en amor y verdad que los de plano 2, e imaginaos la influencia que pueden tener no solo sobre nosotros, sino sobre los espíritus del plano 2, que a su vez tienen más poder que nosotros en amor y verdad (nosotros, en plano 1).

Y como vemos, estos espíritus de los caminos del amor natural tienen el mismo miedo que solemos tener nosotros a «soltar el control».

Cuando absorbemos emocionalmente verdades como las siguientes, entonces, eso nos lleva a desear soltar el control:

– la verdad de que todo el mundo es igual como alma.

– la verdad de que el amor de Dios sana de manera «incontrolable», sin expectativas, digamos (pues todo depende de poder vivir armónicos con el principio del deseo, que conlleva una superación de las ideas mundanas sobre el trueque (dinero, trueque de emociones)… hacia vivir realmente en la «idea» del regalo, etc.)…

– y la verdad de que con Dios todos tenemos por igual esa relación potencial directa (relación con Dios, recibiendo amor de él/ella).

Así que ahí tenemos algo «a comprobar», sin dogmas… comprobar que esta herida es la misma herida en todos: una herida de «desconfianza» (aunque sean incluso espíritus ya perfectos en amor natural).

Por eso, por esa herida, por ley de atracción, atraemos esa marabunta de tipos de influencias espirituales.

Mucha de esta influencia parece estar compuesta de bandas y más bandas de espíritus listillos, que, si bien han crecido en amor, no lo han hecho con Dios. Pero recordemos que su crecimiento sí les da cierto mayor poder sobre las personas como nosotros, las que estemos en condición de plano 1 (que somos la mayoría de nosotros en la tierra).

Entonces, ese mayor poder en amor y verdad lo usan desarmónicamente con respecto al regalo del libre albedrío (igual en todas las almas).

Como a la mayoría de nosotros, que también somos listillos… a los desencarnados «listillos» les queda esa última herida de no confiar en el creador de su alma…:

– incluso aunque hablen mucho del creador, de Dios (por ejemplo si son espíritus muy proselitistas católicos o judíos…, hablarán mucho de Dios, de «su Dios», querrán difundir de alguna manera su tradición, etc.),

– e incluso aunque hablen de forma muy inteligente y ágil de «Dios» (ya que están en planos elevados, es decir, con más poder en amor y verdad).

Esa herida, como vimos en Sebastian, esconde un enfado básico, que luego podemos esconder de muchas maneras:

– en el caso de los que son «ateos», como Sebastian y otros… vimos que ya pasaban de la tierra olímpicamente, o sea, no les importaba. Es decir, su herida de enfado con Dios no la protegían adictivamente intentando ir a «controlar a los terrestres» más o menos sutilmente para que aquí creamos o dejemos de creer en algo, en lo que sea.

– los que no son ateos, y están elevados pero sin amor divino… muchos de ellos… actúan para controlar, para que la tierra «no se les escape», en una especie de «ingeniería social-espiritual», ingeniería socioespiritual**.
Por eso no ayudan a la manera de Dios, sino a su manera.
Esa ayuda parece estar destinada, en gran medida, y a sabiendas o no… a que la tierra crea en sus versiones de «cielo», por ejemplo (un cielo que como mucho es el de los «perfectos naturales», o sea, el plano 6 nada más, como tope).

Además, esas dimensiones espirituales, para que estén «renovadas», vimos en el material de Sebastian que se requiere que entren y se queden allí nuevas personas, nuevas almas… pues allí no necesariamente están en el amor de Dios, y la sensación definitiva de novedad en el alma proviene de la fuente real infinita, de Dios, y no de nuestra propia alma. Así, si no se tiene amor de Dios en el alma, se necesita otra fuente para «simular la novedad», es decir, se necesitan nuevas almas, al final, pues a fin de cuentas el alma de cada persona es la creación más grande de Dios (que es la mitad de un alma, por cierto, para precisar).

Así que, si en los planos inferiores al 6, y en el plano 6, no tienen amor divino en el alma… entonces, lo que «renueva» todo en esos planos de evolución inferiores al 7 depende más de la gente (depende de que entren nuevas personalidades)… depende más de la gente que del Dios real, infinito, que es lo único que nos puede dar la sensación de renovación ya infinita.

Así que allí, en el plano 6 como tope, parece que necesitan eso: más y más gente… si es que quieren seguir con las ideas de «infinito sin Dios».

Seguir en esas ideas para siempre es imposible, pero al parecer lo conceptualizan de miles y miles de maneras, en miles de tipos de «sistemas de pensamiento»… pensamiento orgulloso… en esos mundos de perfección en amor natural.

Así de cierto modo sustituyen al Dios infinito real que puede entrar en nuestra alma si nos dejamos querer, para renovarnos… para «renacer» de verdad… sustituyen ese Dios por ideas de Dios, por creencias… en esos mundos de felicidad, pero de felicidad «mustia» en el fondo, como vimos en el material de Sebastian.

Además, es así como parece que vamos entendiendo por qué algunos espíritus hablan de que estamos en un periodo de cosecha de almas…:

«necesitan» almas, de alguna manera, para los muchísimos lugares que debe haber en planos superiores… con más o menos adicción a ser proselitistas y controlar…
Pero estos espíritus, al no tener amor divino no tienen una buena sensibilidad al libre albedrío, ni a la existencia de la posibilidad de la relación directa con Dios, etc.

Así que, como vemos, atraemos de todo… y miles de millones de esos desencarnados están en nuestra condición, por lo que dice ahí y en otros lados Miller … (es decir, una condición en general baja, de plano 1).

Y otros tantos miles de millones al parecer están en el plano 2, como nos contaba aquí Jesús (la foto es del taller sobre los atributos de Dios):

Recordemos que mediante esas atracciones de espíritus, o sea, el hecho de que los atraemos, resonando nuestra arrogancia con la suya… mediante eso… nos damos cuenta de las heridas:

– nos damos cuenta de qué emociones se nos metieron en el alma y se bloquearon allí… qué emociones se nos metieron desde nuestros padres y desde nuestro entorno de la infancia (profes, familia, etc.) en el alma (miedos y penas «a perdonar»)…
Es decir, nos percatamos de qué es lo que absorbimos:
muchas emociones desarmónicas, erradas (miedos, vergüenzas, penas de los adultos…), unas emociones que hemos de «desbloquear» sintiéndolas como las sienten los niños pequeños (dejándolas fluir).

– Y nos damos cuenta, luego, de las otras heridas, las que nos causamos a nosotros mismos y a los demás cuando actuamos desde las heridas de infancia:
es decir, las heridas que nos causamos al actuar desarmónicamente, es decir, al hacer «pecados»… actuando desarmónicamente respecto a la verdad y al amor tal como los ve Dios.
Se trata de todo lo que luego hicimos desarmónicamente a partir de ahí, de no sanar nuestras heridas de infancia, de no perdonar eso.
Son cosas que degradan aún más nuestra alma, cosas de las que arrepentirse pero sin culparse (es decir, cosas a «mirar con Dios», con su verdad, que es el sentido de «arrepentirse»).
Son cosas como las parejas e hijos que hemos «atraído» a nuestras vidas, en plan a lo tonto (sin descubrirnos en nuestro yo real).
Y toca arrepentirse en ese sentido de «sentir», ahora o tras morir… sentir… qué es lo que hicimos absorber a esas almas… es decir, sentir qué es lo que nuestras heridas «hicieron» (con esas otras personas, parejas o hijos, etc.) -nuestras heridas de infancia-.

Y claro, atraemos de todo porque aquí estamos perdidos, llevamos poco tiempo… es decir estamos al principio de la vida del alma, y además en una tierra caída donde no entendemos que «despertar» es en el fondo despertar al pecado.

Aunque, por cierto, ahora en la tierra somos muchas almas, y al parecer es por eso que muchos espíritus que habitan en planos superiores tienen tantísimo miedo:

miedo a que se les escape la tierra y les dé lecciones a ellos… lecciones sobre reparación, igualdad, Dios… ya que si mucha gente recibiéramos a Dios ya no podrían jugar a expectativas con «su» planeta, «sus» mundos, su tradición, «su» gente, «su» poder.

Como vimos, si pueden jugar a controlar, mediante nuestras heridas, es porque estamos literalmente abducidos entre otras cosas por la idea del trueque emocional en la vida (dinero, relaciones temerosas…***).

Estamos abducidos por eso… frente a la posibilidad del amor a Dios, que es capaz de situarnos en un verdadero amor/conocimiento a los demás y a la naturaleza… y de los demás y de la naturaleza.

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* No hace falta ponerle nombres, a esos espíritus que actúan «aposta» contra la verdad de que pueden transformar su alma si reciben amor divino. Y de hecho a Jesús vemos que parece que no le gusta poner nombres y etiquetas… pero sabemos que un significado principal y básico de la célebre palabra «cristo» es haber recibido amor divino en el alma.
Por lo tanto, a estos espíritus que actúan aposta contra la recepción de amor divino en las almas de la humanidad (para así no perder cierto control de la humanidad, y «salvarla» a su manera, no a la manera de Dios…)… a estos espíritus los podemos llamar «anti-crísticos».

** Ese miedo a soltar el control lo vemos plasmado en libros como el de Urantia.

*** Sobre esto ver partes del taller de ética y moralidad, por ejemplo, donde se trata sobre el tema del regalo frente al trueque.