Un repaso «espiritual» ─y algo geopolítico :)

Tenemos resistencia a la verdad:

─ o bien resistencia en cuanto a «demostrarse uno mismo» a ver si es así de simple,

─ o bien a la hora de «practicarla» realmente.

Los espíritus (desencarnados) que tenemos alrededor a menudo nos tapan a la hora de oír o entender cosas simples acerca del alma ─cosas personales y universales─.

Los espíritus que solemos tener pegados ─a veces durante muchos años─ son a menudo nuestros propios familiares. Y es que, claro está, resonamos muy fuertemente con sus heridas… y con las ganas, más o menos compartidas, de no sentir las heridas emocionales, el dolor de la compensación negativa, etc.

No por nada es que nuestros adultos acompañantes son quienes nos han pasado las heridas emocionales más básicas, y la forma de hacer fachada frente a ellas, para no sentir tales heridas.

Así que, al fin y al cabo, a «nuestros adultos» les dolerán las cosas de manera similar.

Y, en general, tal como nos sucede a todos ─por ahora─, parece que suelen pasar muchos años antes de que sintamos verdaderos deseos de arrepentirnos y de perdonar nuestras cosas.

Imaginemos los apegos que sigue habiendo a las cosas materiales y a sus efectos sobre nosotros (los efectos «adictivos»), si en el fondo la muerte física no cambia nada en nuestro ánimo.

En «el otro lado» seguimos apegados a no sentir ciertas cosas, y a sí sentir ciertas otras: como pueden ser los efectos emocionales, es decir, los efectos que tienen o tenían en nuestra alma las adicciones a la comida, al alcohol, las drogas, el poder, la violencia, el sexo, el dinero, etc.

Seguimos apegados a no sentir la verdad o parte de la verdad acerca de la relación que hemos tenido con nuestros «hijos», «parejas», etc.

Y en esa relación, nosotros hemos mamado, también, por ejemplo, el resentimiento general contra la vida que muchos padres y madres experimentan en esta sociedad, donde se gestionan así de poco amorosamente, en general, las «obligaciones» para con los hijos, etc.

Y de ahí, entonces, que muchos desencarnados nos ayuden a tapar emociones, y que esto nos pase a todos en algún grado.

En algún momento nos pasa que recibimos esto, esta ayuda «falsa», anti humildad.

Y recibir eso es algo que se podría interpretar como un ataque, aunque sea bienintencionado. Es decir, es como un egoísmo compartido, digamos, en cuanto que se trata de usar a los demás (encarnados entre sí, o encarnados con desencarnados)… usarnos entre nosotros… para no progresar como almas, para no sanar las heridas.

Todo el tema físico: el estado al que permitimos que lleguen nuestros cuerpos, o el estado al que permitimos que lleguen las casas, etc., tiene que ver en gran medida con reflejar eso que pasa en el alma, personalmente.

Por cierto, la violencia nunca está justificada. Sí es lógico que surja la emoción de enfado, pues ahí tenemos mucho tapado, dentro del alma (la tendríamos ahí como encerrada, la emoción de enfado, así como apuntando hacia miedos, etc.).

Pero nunca estaría justificado actuar en base a tales enfados para quedarse viviendo en ese enfado o ira, más o menos disimuladamente, y para, así, conseguir no sentir otras emociones más profundas ─emociones subyacentes en cuya resistencia nos surge la ira, la frustración, el enfado, etc.─.

Ni siquiera está justificada la violencia en defensa propia, ya que no somos el cuerpo ─ni siquiera el cuerpo espíritu─.

Aprender formas de «escapar», y de limitar la violencia de otros sin causar daño, sería lo ideal, supongo.

Si los ejércitos se enfocaran en eso sería fantástico. Y al parecer las tecnologías ya existen, y de sobra, para ello… aunque parezcan «muy avanzadas». Serían tecnologías para evitar todo uso de armas con fines violentos, destructivos…, es decir, serían por ejemplo tecnologías con las que se anule todo mecanismo artificial ─o se inutilice aunque sólo sea momentáneamente…─.

Y parece ser eso lo que a veces han presenciado algunos, cuando actúan grupos de desencarnados, de los que a veces falsamente se piensa que son «extraterrestres», pero que son desencarnados ─como ocurre siempre─.

En esas ocasiones es muy conocido ese dato o suceso de que los aparatos dejan de funcionar, etc.

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Como hemos visto, resulta que cuando pasamos al mundo espiritual mucha gente está en sitios desagradables, y tienen una compañía que es similar a ellos mismos ─si es que se tiene compañía cerca─.

Es el alma la que «crea» el entorno, es decir, la que «se coloca» en un cierto entorno en el mundo espiritual.

Es decir, mediante el cuerpo espíritu, en el otro lado (tras la muerte física) el alma estará ─si se lo permite, y no se quiere apegar demasiado a las cosas terrestres─, el alma estará en aquel entorno que mejor le pueda hacer sentir su verdadero estado, y no ese estado de «fachada» que aquí en la Tierra es más fácil mantener.

Entonces, en ese estado de mayor o menor desolación, tenemos ayuda, aunque todavía hay que desearla.

Y entonces, los guías menos manipuladores, es decir, los proto amigos más elevados, es decir, los desencarnados algo más avanzados en el amor, nos van a intentar hablar sobre todo de las cosas de nuestra vida, es decir, de nuestra alma, para que recordemos y sintamos lo que no queremos sentir… tanto lo «bueno» como lo «malo» (ellos en general parece que ven claramente nuestra alma: todo lo que nos pasó, el por qué, etc.).

Y, además, a ser posible, esos «amigos» también nos invitarán o nos ayudarán a sentir qué opina emocionalmente Dios mismo sobre ello, también… etc.

Y es que la resistencia a las emociones sería lo que nos «enferma» ─lo que nos envejece, incluso─, y sería eso lo que nos bloquea a la hora de «ser más felices», etc.

Cuando dejamos adicciones ─tal como ocurre si pasamos a no comer productos animales, por ejemplo─, cuando dejamos adicciones, surgen emociones tapadas, y con ello surgirá siempre alguna enfermedad ─si nos resistimos a tales emociones desarmónicas (miedo, vergüenza, enfado, pena…)─.

Por ejemplo, en el caso «vegano», la enfermedad no se debe a que haya que suplementarse ─no en general─.

Y es que el alma es la que «manda», y el alma es el ánimo: emociones, deseos, etc.

Normalmente los deseos son impuros:

por ejemplo, en casi todo lo que sucede en las religiones… o en general todos los «deseos de espiritualidad» suelen estar algo teñidos o muy teñidos de:

─ evitar sentir las emociones «fuertes» de la infancia,

─ así como de evitar sentir el dolor de la parte negativa de la compensación ya acumulada en el alma ─la acumulada por nuestros pecados (nuestros errores que degradan el alma sí o sí, ya que cuando somos mayores no son simples errores)─.

Es decir, normalmente hay falta de humildad.

Muchos desencarnados creen estar más elevados de lo que lo están; es decir, les pasaría lo mismo que lo que a nosotros a menudo nos pasa, ya que la muerte no cambia nada en el alma ─no tiene poder «mágico»─.

Y así, muchos desencarnados sólo están en el «peldaño primero», por así llamarlo: en la esfera uno ─o condición de alma uno─ que es en la que estamos muchos todavía.

Tanto mortales como espíritus, hay muchos, o somos muchos, en baja condición.

Entonces, muchos de tales desencarnados son manipuladores o muy manipuladores.

Por ejemplo, algunos o muchos de los que hay en torno al reiki, como constaté alguna vez… y, en general, los que de manera más chabacana guíen las «religiones», las «espiritualidades» o las corrientes intelectuales, en la Tierra.

Este tema de las emociones ─el tema de no soltar esas emociones que ni queremos saber que tenemos─, esto, atrae a nuestras vidas a guías espirituales (no visibles), o sea, desencarnados, que resuenan con nuestra actitud todavía algo impura, la que se basa en evitar (en no ser humildes), para así tapar emociones ─con metafísica, creencias varias, etc.─.

Lo semejante, ya se sabe, atrae a lo semejante ─o a lo complementario─, y ello para bien y/o para mal.

Y en esto tendríamos todos los tipos de guías que se quiera… y todo tipo de religiones y espiritualidades.

En la mayoría de espiritualidades no se trataría todavía de una auténtica espiritualidad, por esta evitación de la que hablamos, por esta falta de humildad real.

Por eso de la evitación se sacraliza incluso literalmente a la madre, e incluso por eso se les ponen velos y demás a las mujeres: tabú…

O, por ejemplo, existe en el catolicismo todo el tema de María, la madre biológica de Jesús: con ello representan incluso una especie de incesto emocional ─haciéndola casi como pareja en sacralidad junto a su hijo biológico─.

(Sobre eso, por cierto, me salió un audio algo graciosete hace unos años, justo cuando estuve yendo a algunas rondas por clínicas abortistas que hacen grupos básicamente de católicos, grupos de oración práctica, digamos ─que están abiertos a que vaya todo el mundo─.)

En torno a la madre (y al padre, etc.), en nuestras vivencias con los adultos cuando éramos pequeños, hemos tapado muchas emociones,
para ser a su imagen ─a imagen de los adultos, o a su «contraimagen»─.

Y nos formamos de ese modo, nos hacemos ser así, antes que ser «lo que ya somos» (una esencia única personal, con mucho poder), y desarrollarlo.

Es decir, nos hacemos a imagen de lo que hay en nuestro entorno, y adquirimos esas actitudes de falta de humildad, etc., para no ser la esencia personal única, creada por Dios, en forma de alma.

Esa alma no tiene forma «corporal», tal como nosotros lo entendemos, pues el alma no es el cuerpo espíritu con el que seguimos todos vivos tras «morir» (muchos desencarnados parece que se conforman con llamar alma a su cuerpo espíritu, continuando así en parte la actitud de identificarse con los cuerpos, que es errónea).

Esto de «evitar sanarse», de evitar sentir emociones de terror, de miedo, de rabia por lo que tuvimos que sentir y tapar de pequeños, y de evitar en general el dolor de lo que hemos hecho a los demás y a nosotros mismos… esta actitud… la siguen teniendo muchos «guías» en el mundo espiritual.

Es decir, una vez pasamos al mundo espiritual, vamos brillando más, ya que en algún momento nos cansamos un poco de manipular por manipular…, de las adicciones terrestres, etc. Pero es progresivo, es decir, todos al principio siguen teniendo ahí cosas tapadas ─en la vida en «el otro lado»─.

Por eso en el mundo espiritual está como graduada esa subida por diferentes esferas o «dimensiones», que son sólo hasta seis, si sólo progresamos en amor natural… y que luego no tienen ya ese límite si se recibe amor de Dios.

Además, gracias a esa relación directa con Dios ─de amor·─, con ello, iremos subiendo por las seis primeras esferas de otra manera ─además de poder traspasar la esfera seis hacia otras─.

Este es el gran y simple «dato».

Todo el truco o actitud de «enjaular la Tierra»… todo esto en torno a la «cosecha de almas», que vivimos con tantas corrientes intelectuales, o religiosas, o espirituales… todo el tema de la batalla por el alma humana… y la clave sobre todo lo «anticrístico»… tiene que ver con este dato sobre la limitación en evolución de las almas, y que depende de una verdadera relación con Dios.

Por cierto, ¿cómo es que «lo judío» tiene esta relevancia?

Como vimos, es evidente por todo lo dicho.

Y por cierto, que se ataque «lo judío» es lo que quieren que suceda muchos, ya que al atacar algo, se lo dota de cierta realidad… etc.

En la lucha violenta de supuestos opuestos parece que pierde la verdad (no hay vencedores).

Los desencarnados oscuros que en parte o en gran parte controlan al gobierno israelí, querrán eso, al parecer. Según se divulga en algunos sitios, esos desencarnados querrían que se atraiga cierto ataque global hacia Israel, para cumplir lo que parece ser que en algunos sitios estaría «profetizado».

Atacar es un modo de reconocer que existe algo, que importa…

Si no tenemos miedo nunca atacaríamos ni nos defenderíamos de forma destructiva.

En la lucha entre religiones o civilizaciones cuyas creencias tienen impurezas y falsedades e imprecisiones… lo que pierde es la verdad.

Nos metemos en ciclos de victimización de unos o de otros…

Y todas las religiones tienen falsedades, impurezas e imprecisiones: cristiana, musulmana, judía… ya que en todo caso prepondera «el apego a lo mío» antes que la relación real de amor con Dios.