Índice
─ Introducción y enlace al audio
─ Versión en español
─ Versión en inglés
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Introducción
─ Enlace al audio: en ivoox // enlace descarga
La lectura de estos mensajes dura en el audio hasta el minuto 22.08, y luego hay comentarios. Esta vez, los mensajes tampoco tienen una relación directa con este tema 11, que agrupa mensajes muy variados.
Son dos mensajes de dos célebres personajes históricos asociados a la religión judía: Moisés y Daniel. Se trata, pues, de otro tema también importante, el de «los judíos» ─un tema este en el que, como vimos, hay actualmente mucho ruido («político-religioso», etc.)─.
A continuación, pues, vamos a ver parte del apartado:
11) La expiación vicaria
Se trata, pues, de los dos siguientes mensajes contenidos en este apartado.
El tema principal en el apartado va a ser el de la expiación vicaria, ya que es una creencia o dogma muy dañino.
Para ver la lista con todos los enlaces a los textos y audios ver:
Forma parte de un libro que es el primer volumen de los mensajes recibidos a principios del siglo XX por James E. Padgett de parte de varios desencarnados, entre otros, Jesús de Nazaret.
Estos volúmenes fueron preparados o compartidos así por Divine Truth entre otras personas.
El primer volumen incluye los siguientes temas y apartados (los 11 temas numerados sirven para organizar temáticamente los mensajes):
a) ─ Retrato de James E. Padgett
b) ─ Mi testimonio (por Leslie R. Stone)
c) ─ Foto espiritual de Mary Kennedy con su alma gemela, el Dr. Stone.
d) ─ La verdadera misión de Jesús
I. Jesús y su relación con Dios.
II. Dios y el alma humana.
III. El problema del pecado.
IV. Redención del pecado.
─ 1. Los mensajes
─ 2. Ámbitos celestiales
La oración
─ 3. Inmortalidad
─ 4. ¿Quién y qué es Dios?
─ 5. Espíritu Santo
─ 6. Resurrección
─ 7. El alma
─ 8. Perdón
─ 9. Expiación
─ 10. Infierno
─ 11. Expiación vicaria [estamos aquí: Vemos los dos siguientes mensajes en este apartado 11]
e) ─ Mensajes adicionales
Versión en español
11. La expiación vicaria (cont.)
La importancia de que los judíos aprendan las verdades de Dios proclamadas por Jesús (Moisés, el Profeta de Dios de la Antigüedad) (9 noviembre 1915)
Moisés, el profeta de Dios de la Antigüedad.
He estado con vosotros en varias ocasiones, cuando algunos de los espíritus antiguos os escribieron, y me interesó mucho. Sigo siendo un fiel siervo de Dios, pero además, creyente en Jesús, quien es el más grande de todos los hijos del Padre y el único de todos los mensajeros de Dios que trajo a la luz la vida y la inmortalidad.
Esto no lo podría haber dicho antes de su venida. Es decir, no podría haber dicho que otros grandes reformadores y maestros de las verdades de Dios no hubieran hecho eso, pues antes de la venida de Jesús desconocía el significado de la vida y la inmortalidad, y ningún hombre ni espíritu antes de ese tiempo conocía esta gran verdad.
Ahora estoy en los Ámbitos Celestiales con muchos de los antiguos profetas y videntes que han recibido este gran don del Amor Divino, y muchos de los que vivieron y murieron desde la época de Jesús también son espíritus celestiales, participantes de la inmortalidad.
Ahora veo que muchas de mis enseñanzas no eran verdaderas; que el amor no entraba en ellas, sino más bien el espíritu de venganza, que no forma parte en absoluto de las verdades del Padre. Los judíos aún me consideran su gran maestro y legislador, y muchos de ellos observan mis leyes al pie de la letra.
Y quiero comunicaros esto porque creo que cuando publiquen los mensajes del Maestro, si también publican lo que yo escriba, muchos judíos me creerán, y creerán que yo y muchos de quienes enseñaron mis enseñanzas nos dedicamos ahora a mostrar a los espíritus de los judíos que vienen al mundo espiritual las verdades enseñadas por el Maestro.
La nación judía es la más estricta de todos los pueblos en cuanto a sus creencias y observancia de sus doctrinas religiosas, tal como se establecen en el Antiguo Testamento. Y, por lo tanto, serán de los últimos hombres en aceptar las verdades que ahora entiendo y enseño. Pero espero que algo de lo que os pueda comunicar les haga reflexionar y convertirse en creyentes y observadores de esta nueva revelación de la verdad.
Han luchado y sufrido por su religión durante todos estos siglos, y aún lo siguen haciendo, y lo que más les ha impedido aceptar las enseñanzas de Jesús y creer en su misión para la humanidad es que sus seguidores, o quienes intentaron escribir sus enseñanzas, y quienes las interpretaron, declaran y sostienen que Jesús es Dios, que el Dios verdadero era tres, en lugar de uno, tal como declaré en el decálogo. Este ha sido el gran obstáculo para los judíos, y cuando lean ─como podrían hacerlo─ que Jesús mismo declara y proclama que no es Dios, sino solo Su hijo, y que ellos también son Sus hijos, entonces considerarán sus enseñanzas con mayor tolerancia, y muchos se inclinarán a aceptar sus verdades y las verdades del Padre. Y el judaísmo, en su aspecto religioso, desaparecerá gradualmente, y los judíos pasarán a formar parte de la gran hermandad religiosa de los hombres. Y, como sucede en nuestros Ámbitos Celestiales, en la Tierra ya no habrá judíos ni gentiles, sino que todos serán uno en su creencia en el Padre y en la misión de Jesús. Él será aceptado como el Mesías no solo de los judíos, sino del mundo entero, y entonces el Pueblo Elegido de Dios no será una pequeña minoría de los hijos de Dios, sino que el mundo entero será Su Pueblo Elegido.
Estoy muy interesado en esta fase de las Grandes Verdades que serán dadas y aceptadas por los hombres, pues yo fui, más que cualquier otro hombre, responsable de las creencias actuales de los judíos, las cuales los llevan a considerarse separados del resto de la humanidad como los elegidos y especialmente seleccionados del pueblo de Dios.
No escribiré más esta noche, pero siento que debo pedirte que me permitas escribir de nuevo, pues tengo la misión de deshacer la obra que realicé con tanta eficacia cuando era líder de mi pueblo.
Así como Jesús enseña y enseñará a toda la humanidad el camino al Padre y a la inmortalidad, yo debo enseñar a mi pueblo cómo deshacerse de estas creencias erróneas y falsas contenidas en el Antiguo Testamento.
Entonces, con agradecimiento, te deseo buenas noches.
Moisés, el legislador de los judíos
Daniel escribe su experiencia en el mundo espiritual y su vida en la Tierra (Daniel, profeta de Dios del Antiguo Testamento) (21 julio 1915)
Daniel, el profeta de Dios del Antiguo Testamento.
Estoy contigo esta noche porque tienes razones para creer que has sido elegido para realizar la obra de Jesús de transmitir sus mensajes a la humanidad, y quiero sumar mi testimonio al de quienes me han precedido.
Soy un seguidor del Maestro, aunque viví en la Tierra muchos años antes de que él viniera a anunciar la restitución del gran Amor Divino del Padre y a mostrar el camino por el cual todo hombre que lo desee puede obtenerlo.
Nunca supe qué era este Amor hasta que Jesús vino y lo declaró a los hombres y a los espíritus, como así lo hizo; y cuando vino al mundo espiritual, tras su crucifixión, nos predicó a los que estábamos en las esferas espirituales la gran doctrina del plan de salvación de Dios.
Los hombres no deben pensar que los mortales serían los únicos receptores de este Amor, ni que serían los únicos que tuvieron el privilegio de aprender el camino hacia este Amor, pues, como os digo, Jesús vino a los espíritus que vivían en los cielos espirituales, les dio a conocer este gran plan y les enseñó el camino a la inmortalidad.
Antes de su venida, yo era un espíritu que gozaba del favor del Padre, hasta el punto de que mi amor natural se había desarrollado al máximo, y en ese amor era relativamente feliz. También poseía un gran desarrollo intelectual, pero en cuanto al Amor Divino, que ahora poseo, no sabía nada de ello, ni lo sabía ningún espíritu entonces viviente.
Esto os puede parecer extraño, pues, según mi historia, tal como se recoge en el Antiguo Testamento, naturalmente supondríais que gozaba del favor de Dios, y así era. Pero ese favor se limitaba a recibir de Él una gran cantidad del amor natural que Él había otorgado a toda la humanidad, y a saber, por medio de mis percepciones espirituales y por medio del poder de la naturaleza psíquica que poseía, que Dios me cuidaba y me utilizaba para convencer a las naciones paganas de que solo había un Dios y que solo Él debía ser adorado.
Nunca conocí la realidad de lo que era el Amor Divino, ni que yo estaba en una posición diferente a la que podría haber estado si ese Amor no hubiera sido arrebatado a la humanidad cuando nuestro gran padre terrenal cometió su fatal acto de desobediencia. Ningún espíritu, en aquellos tiempos de antes de la venida de Jesús, podía progresar más allá de la esfera donde este amor natural y desarrollo intelectual existían en su máximo grado de perfección.
Así que, como veis, nunca fui un espíritu poseído por esta naturaleza Divina hasta después de la venida del Maestro. Y en el Antiguo Testamento no encontraréis ninguna declaración o promesa de que el hombre poseyera esta naturaleza divina. Quienes vivíamos en los días de mi vida terrenal nos conformábamos con ─y solamente esperábamos─ los favores y dones de Dios, en la medida en que pudieran afectar nuestra prosperidad y felicidad terrenales.
Yo era profeta, como está escrito, y Dios me habló a través de Sus espíritus lo que yo declaré al pueblo, y también me capacitó para predecir muchas cosas que sucederían y efectivamente sucedieron. Pero este gran favor y don no me trajo la posesión del Amor Divino ni la naturaleza del Padre; y cuando morí, pasé al mundo espiritual como un espíritu que poseía únicamente el amor natural y el gran desarrollo moral que me habían dado las comunicaciones derivadas de mi asociación con los espíritus del Padre.
Por lo tanto, el hombre no debe pensar que nosotros, los del Antiguo Testamento, ya seamos profetas, videntes o los especialmente favorecidos por Dios, tuvimos alguna vez esta Esencia Divina Suya mientras vivíamos en la Tierra o mientras existíamos como espíritus antes de la venida de Jesús.
Abraham, Moisés y Elías nunca poseyeron esta naturaleza divina, aunque fueron elegidos especialmente por Dios para realizar Su obra en los aspectos particulares para los que fueron elegidos; y nunca comprendieron que sus vidas tras la muerte serían algo más que una mera existencia en el mundo espiritual como espíritus, o ─tal como se expresaba─ que verse reunidos en el hogar de sus padres. El descanso se entendía entonces como la gran condición de los buenos hombres de Dios, y este descanso significaba para ellos un alivio de todas las tribulaciones terrenales y la felicidad que resultaría de tal liberación.
De modo que, cuando el Maestro vino al mundo espiritual y predicó la gran verdad de la restitución del Amor Divino, los espíritus se sorprendieron tanto como los mortales; y hubo tanta incredulidad entre ellos como entre los mortales.
Los judíos aún creen en las doctrinas que habían sido su regla de fe en la carne; y las leyes de Moisés y las declaraciones de los profetas rigen sobre ellos como espíritus, tal como lo habían hecho en la Tierra.
Por supuesto, tras convertirse en espíritus, aprendieron muchas cosas pertenecientes al mundo espiritual que desconocían como mortales; y entre las leyes que aprendieron como espíritus se encontraba la gran ley de la recompensa [recompense]. Claro que Moisés, en cierto modo, había enseñado los principios de esta ley, como se ejemplifica en su decreto de «ojo por ojo, diente por diente»; pero esto era solo una sombra de lo que significa la ley de la recompensa en el mundo espiritual.
Esta ley existía entonces tanto como ahora, pero los espíritus solo contaban con el amor natural para salir de su condición de sufrimiento y oscuridad, y, en muchos casos, se necesitaron siglos y siglos para que este amor obrara su salvación.
Y también os debo decir que, cuando este amor natural había cumplido su función, el espíritu alcanzaba un estado de felicidad y satisfacción. Tanto es así, que muchos de ellos permanecen satisfechos; y algunos que vivieron en la Tierra cuando yo viví, y que se convirtieron en espíritus cuando yo me convertí en espíritu, todavía disfrutan de la felicidad que les brinda este amor natural en estado puro. No despertaron a la gran verdad de que el Amor Divino les había sido ofrecido en el momento de la venida de Jesús a la Tierra; y ellos son tantos, sí, como la gran mayoría de los hombres, que nunca han despertado a esta realidad.
Entonces, como veis, si bien Dios, en su bondad y misericordia, ha provisto un camino para que todos puedan participar de su naturaleza divina y de la correspondiente gran e inmortal felicidad, no obstante, también ha provisto un amor natural que puede liberarse de todo pecado e inmundicia terrenales, y que, al purificarse, permite al espíritu disfrutar de una felicidad mucho mayor de la que los mortales pueden concebir.
Pero esta última condición no trae la inmortalidad, y ningún espíritu con solo este amor natural tiene la seguridad de ser inmortal.
Bueno, he escrito mucho y debo detenerme por ahora.
Pues bien, cuando Moisés y Elías se encontraron con Jesús en el Monte de la Transfiguración, habían recibido una porción de este Amor Divino, pues antes de esa fecha habían aprendido que había sido vuelto a otorgar a la humanidad. Y como eran seres muy espirituales, en el sentido de que habían desarrollado su amor natural hasta su máxima excelencia y estaban muy cerca del Padre en el desarrollo de su alma, eran receptores preparados para este Amor Divino cuando éste volvió de nuevo al hombre y a los espíritus. Pero estaban tan llenos de él entonces como lo están ahora muchos espíritus que fueron mortales en vuestro tiempo.
Según entiendo el significado de la Transfiguración, fue para mostrar a los discípulos del Maestro que, si bien Jesús poseía y encarnaba este Amor Divino en el mundo mortal, Moisés y Elías lo poseían en el mundo espiritual. En otras palabras, la apariencia [appearance] de Jesús demostró que había sido otorgado al hombre mortal, y la apariencia de Moisés y Elías demostró que también había sido otorgado a los espíritus.
En algún momento os contaré mi experiencia al encontrar este Amor y convencerme de la verdadera misión y verdad de la enseñanza de Jesús, y cómo este Amor llegó a mi alma y me llevó a volverme un cristiano.
La esfera en la que vivo no tiene número, pero es elevada en los Ámbitos Celestiales, aunque no tanto como la esfera donde viven los apóstoles. Ellos tienen un desarrollo de alma maravilloso, lo que significa poseer este Amor en gran medida, lo cual determina su lugar de vida.
Bueno, agradezco haber podido escribirte esta noche, y siento que al hacerlo estoy abriendo el camino para poder hacer el bien a los mortales, pues ahora estamos formando un ejército, como diríais vosotros, para lanzar un gran y exitoso ataque contra los poderes del mal y la oscuridad tal como existen actualmente en el mundo mortal. Jesús será el líder de este ejército. Él es el espíritu más grande de todo el universo de Dios, y nosotros, que somos sus seguidores, comprendemos este hecho y le seguimos sin dudarlo.
Así que, amigo mío, debo terminar.
Con el amor de un hermano, que para ti puede parecer anciano, pero que es muy joven, te deseo buenas noches.
Daniel
Versión en inglés
The Importance of the Jews Learning the Truths of God Proclaimed by Jesus (Moses – The Prophet of God of Ancient Days) (9 Nov 1915)
Moses, the Prophet of God of Ancient Days.
I have been with you on several occasions when some of the ancient spirits wrote you, and I was much interested. I am still the faithful servant of God, but in addition, a believer in Jesus, who is the greatest of all the sons of the Father, and the only one of all God’s messengers who brought to light, life and immortality.
I could not have said this before his coming. I mean that I could not have said that other great reformers and teachers of the truths of God had not done this, because I did not know before the coming of Jesus what life and immortality meant – and no man or spirit before that time knew this great truth.
I am now in the Celestial Heavens with many of the old prophets and seers who have received this great gift of the Divine Love, and many who lived and died since Jesus’ time are also Celestial spirits – partaking of immortality.
I now see that many of my teachings were not true – that love did not enter into them, but rather the spirit of retaliation which is absolutely no part of the truths of the Father. The Jews still look upon me as their great teacher and law-giver, and many of them observe literally my laws.
And I want to tell you this fact, because I believe that when you publish the messages of the Master, should you publish also what I may write, many Jews will believe me, and that I and many of those who taught my teachings, are now engaged in showing the spirits of Jews who come into the spirit world the truths as taught by the Master.
The Jewish nation is the most strict of all people in their beliefs in and observations of their religious doctrines as set forth in the Old Testament; and, hence, will be among the last of all men to accept the truths which I now understand and teach. But I hope that something which I may communicate to you will cause them to think and become believers and observers of this NEW REVELATION OF THE TRUTH.
They have fought and suffered for their religion in all these centuries and are still doing so, and the one great thing that more than any other, has prevented them from accepting the teachings of Jesus and believing in his mission to mankind, is that his followers, or those who attempted to write his teachings, and those who interpreted the same, declare and maintain that Jesus is God – that the true God was three instead of one, as I in the decalogue declared. this has been the great stumbling block to the Jews, and when they read, as they may, that Jesus himself declares and proclaims that he is not God but only his son, and that they are also his sons, they will look upon his teachings with more tolerance, and many of them will be inclined to accept his Truths and the Truths of the Father; and Judaism in its religious aspect will gradually disappear, and the Jews will become a part of the one great religious brotherhood of men, and as in our Celestial Heavens, there will be on earth no more Jew and no more Gentile, but all will become one in their belief in the Father and the mission of Jesus. He will be accepted as the Messiah not only of the Jew but of the whole world, and then God’s Chosen People will not be a very small minority of God’s children, but the whole world will be his Chosen People.
I am so interested in this phase of the Great Truths that shall be given to and accepted by men, because i was more than any other man responsible for the present beliefs of the Jews, which causes them to hold themselves separate and apart from all the rest of mankind as the chosen and specially selected of God’s people.
I will not write more to-night, but I feel that I must ask you to permit me to write again, as I have a mission to perform on earth to undo a work which I so effectively performed when I was the leader of my people.
As Jesus is teaching and will teach all mankind the way to the Father and immortality, I must teach my people the way to get rid of these erroneous and false beliefs which are contained in the Old Testament.
So thanking you, I will say, good-night.
MOSES, the lawgiver of the Jews.
Daniel Writes His Experience in the Spirit World, and His Life on Earth (Daniel – Prophet of God of The Old Testament) (21 Jul 1915)
DANIEL, the Prophet of God of the Old Testament.
I am with you to-night because you have reason to believe that you have been selected to do the work of Jesus in transmitting his messages to mankind; and I want to add my testimony to that of the others who have preceded me.
I am a follower of the Master, although I lived on earth many years before he came to announce the rebestowal of the great Divine Love of the Father, and show the way by which every man who so desires may obtain it.
I never knew what this Love was until Jesus came and declared it to man and to spirits, as he did; and when he came to the spirit world, after his crucifixion, he preached to us who were in the spiritual spheres the great doctrine of God’s plan of salvation.
Men must not think that mortals are the only recipients of this Love, or that they are the only ones that had the privilege of learning the way to this Love, for, as I tell you, Jesus came to the spirits who lived in the spiritual heavens, and made known this great plan and taught the way to immortality.
I was, before his coming, a spirit who enjoyed the favor of the Father to the extent that my natural love was developed to the highest degree, and in that love I was comparatively happy. I also possessed great intellectual development but as to the Divine Love, which I now possess, I knew nothing of, nor did any spirit then living.
This may seem strange to you, because from my history as contained in the Old Testament, you would naturally suppose that I was in high favor with God, and so I was; but that favor extended no further than in receiving from Him a very great amount of the natural love which He had bestowed on all mankind, and in knowing by my spiritual perceptions and the power of a psychic nature, which I possessed, that God was caring for me and using me to convince the heathen nations, that there was only one God, and that He alone should be worshiped.
Never did I know the reality of what the Divine Love was, or that I was not in position other than I might have been, had not that Love been taken from mankind when our great earthly father committed his fatal act of disobedience. No spirit in those times before the coming of Jesus, could possibly progress higher than the sphere where this natural love and intellectual development existed in their greatest degree of perfection.
So you see, I was never a spirit possessed of this Divine nature, until after the coming of the Master; and you will find nowhere in the Old Testament, any declaration or promise the man should possess this Divine nature, and we who lived in the days of my earthly life, were satisfied with and expected only the favors and gifts of God as they might affect our earthly prosperity and happiness.
I was a prophet, as it is written, and God spoke to me through His spirits the things which I declared to the people, and also enabled me to foretell many things which would and did happen. But this great favor and gift did not bring to me the possession of the Divine Love or nature of the Father; and when I came to die, I passed to the spirit world as a spirit possessed only of the natural love and the great moral development which my communications from my associations which with the spirits of the Father had given me.
So man must not think that we of the Old Testament, no matter whether prophet or seer or the specially favored by God, ever had this Divine Essence of His, while we lived on earth or while we existed as spirits, before the coming of Jesus.
Abraham, Moses or Elias never possessed this Divine nature, although they were the specially chosen of God to do His work in the particulars in which they were chosen; and they never understood that their lives after death were to be anything more than a mere existence in the spirit world as spirits, or, as it was expressed, they were gathered to the home of their fathers. Rest was then understood as the great condition of the good men of God, and this rest meant to them a relief from all earthly troubles and a happiness that would result from such freedom.
So that, when the Master came into the spirit world and preached the great truth of the rebestowal of the Divine Love, the spirits were as much surprised as were mortals; and there was just as much unbelief among them as among mortals.
The Jews still believe in their doctrines which had been their rule of faith when in the flesh; and the laws of Moses and the declarations of the prophets control them as spirits just as they had controlled them on earth.
Of course, after they became spirits, they learned many things which pertain to the spirit world of which they had no knowledge as mortals; and among the laws which they learned as spirits was the great law of recompense. Of course, Moses had in a way taught the principles of this law as instanced in his decree of «an eye for and eye, and a tooth for a tooth;» but this was merely a shadow of what the law of recompense means in the spirit world.
This law was then in existence just as much as it is now, but then spirits had only the natural love to help them get out of their condition of suffering and darkness, and, in many cases, it required centuries and centuries for this love to work out their salvation.
And I must tell you also, that when this natural love had done its work, the spirit came into a condition of happiness and satisfaction. So much so, that many of them remain contented; and some who lived on earth when I lived and became spirits when I became a spirit, are still in that condition of happiness which this natural love in a pure state gives them. They did not awaken to the great truth that the Divine Love had been offered them at the time of Jesus’ coming to earth, just as many, yes, as the large majority of men, have never awakened to this fact.
So you see, while God in His goodness and mercy has provided a way by which all may become partakers of His Divine nature and of the corresponding great and never dying happiness, yet, He has also provided a natural love which may become free from all sin and earthly grossness, and when so purified enables the spirit to enjoy a happiness far beyond what mortals may conceive of.
But this latter condition does not bring immortality, and no spirit with only this natural love has any assurance that it is immortal.
Well, I have written very much and must stop for this time.
Well, at the time Moses and Elias met Jesus in the Mount of Transfiguration, they had received a portion of this Divine Love, because they had learned previous to that date of its rebestowal on mankind. And as they were very spiritual beings, in the sense, that they had developed their natural love to its supreme excellence and were very near the Father in their soul development, so they were ready recipients of this Divine Love when it came again to man and spirits. But they were so filled with it then as many spirits who were mortals in your time, are now.
As I understand the meaning of the Transfiguration, it was to show to the disciples of the Master, that while Jesus was the possessor and embodiment of this Divine Love in the mortal world, so Moses and Elias were the possessors of it in the spirit world. In other words, Jesus’ appearance showed that it had been bestowed on mortal man, and the appearance of Moses and Elias showed that it had also been bestowed on the spirits.
Sometime I will come and relate to you my experience in finding this Love and in becoming convinced of the real mission and truth of Jesus’ teaching – and how this Love came into my soul and resulted in my becoming a Christian.
The sphere in which I live has no number, but it is high in the Celestial Heavens, but not so high as that in which the apostles live. They have wonderful soul development, which means the possession of this Love to a great degree, which determines their place of living.
Well, I am grateful that I could write to you to-night, and I feel that by having done so, I am opening the way to my being able to do good to mortals, for we are now forming an army, as you would say, to make a great and successful onslaught on the powers of evil and darkness as they now exist in the mortal world. Jesus will be the leader of this army. He is the greatest spirit in all God’s universe, and we, who are his followers, realize that fact and follow him without question.
So, my friend, I must stop.
With the love of a brother, who to you may seem ancient, but is very young, I will say, good-night.
DANIEL.