Al hilo de este vídeo de «Trending Tony»:
https://www.youtube.com/watch?v=aHhq1VgYDdo
Vivimos en «engaños» y autoengaños que tienen que ver con la frase hecha: «mi teléfono murió», o el aparato tal «murió», el que sea.
Ese engaño sería algo así como «asociar vida con lo muerto», proyectar falsamente «vida» sobre los aparatos. Y esto es lo que parece acompañar o permitir en parte cosas como la obsolescencia programada, etc.
El paso lógico a continuación sería que realmente se una la biología con lo industrial tecnológico, metiendo cosas vivas, elementos vivos, a realizar por ejemplo la computación en los aparatos, y demás.
Así, todo se podría hacer de manera que se autorrepare, como sucede en un organismo vivo ─mientras el daño no sea muy grande y no «haya que operar»─.
¿Vivimos ya en parte y en gran medida para hacerle fácil la «vida» a un «sistema industrial» que «necesita» que se tiren las cosas?
Esa necesidad de tirar cosas parece que permitía el «avance continuo», el cambio continuo (pero cambiar no es avanzar).
Así, habrá que preguntarse: «¿un cambio continuo para que se quede igual el qué… exactamente el qué?», ¿acaso para que se queden igual alguna o algunas jerarquías… e influencias… a discernir?
Ese círculo vicioso parece estar «abocado al abismo», pues la industria «necesita» consumidores insensibles a la «anti economicidad» de todo esto… y en ese círculo vicioso los consumidores necesitamos una industria que haga eso: que no cuide el absurdo derroche, etc.
Todo esto se disfraza con conceptos «económicos», cuando en realidad el funcionamiento es a menudo muy anti económico. También se intenta disfrazar con un ecologismo de fachada, para tapar esta especie de «programa de control» progresivo al que asistimos y en el que participamos.
Es curioso e intrincado de pensar, pues también la industria «sirve a la gente», aunque el problema es que, si nos quedamos en «mundos separados», es decir, sin poder unir mejor «lo artificial» con «lo vivo» (que esencialmente no necesita de mantenimiento), entonces resulta que «el sistema industrial» termina «modelando demasiado» a la gente.
Parece que hoy, en todas partes y desde hace mucho tiempo (medios de comunicación, etc.), se trata de generar e incluso vender problemas, de manera controlada ─en atmósferas controladas─, para que «el sistema» pueda vender unas soluciones que más o menos han sido previamente «calculadas», en la medida de lo posible.
El sistema es claramente todavía muy «antiecológico»… o quizá en parte cada vez lo es más. Es decir, es antieconómico, pues lo que llamamos «ecología» es en realidad casi sinónimo de «economía» ─sólo que parece que a menudo se entiende mal el principio de «economía»─ (lo que es barato a corto plazo, saldría muy caro a largo plazo, visto sistémicamente).
Parece que lo que mejor le viene, todavía, a gran parte del «sistema industrial», es que se fabriquen cosas que NO están destinadas en primer lugar a poderlas reparar fácilmente ─o incluso a que se autorreparen, simulando más y más lo que hacen los seres vivos─.
En general, todas las creaciones humanas requieren mantenimiento (una casa por ejemplo), así que en un sentido muy amplio, por definición, «no hay solución» mientras no imitemos más y mejor a la naturaleza, ya que evidemente lo natural siempre lleva incorporados muchos mecanismos de autorreparación.
Un ejemplo básico sería el del cuerpo humano y una herida en la piel, que cicatriza; pero también hay ejemplos más amplios, como un ecosistema, que tiene «mecanismos de autorreparación», en general lentísimos; es decir, tiene sucesiones de comunidades de flora y fauna, según va cambiando el suelo, etc…. según el sistema pueda retener o atraer más agua… atrayendo así a diferentes organismos que a su vez vayan atrayendo a otros ─otros que porten semillas o microorganismos diferentes, etc.─.
En los cuerpos humanos hemos hecho el avance de poder transplantar órganos. Pero con los aparatos y su venta inercial en este «sistema de huida hacia adelante» parece que vamos hacia atrás, y no podemos hacer «transplantes» ni siquiera ya de las baterías en muchos aparatos (no al menos en los que se dan para uso de «las masas» como nosotros).
Es como si se hiciera casi todo más «para gloria del sistema» que para realmente ser económicos/ecológicos, y eliminar por ejemplo el absurdo del derroche, y hacer realmente más cómoda y «realizada» la vida individual.
Hay una clave en un punto del vìdeo, y es el tema de que a menudo ya no se busca la comodidad del cliente, o sea, satisfacer realmente lo que la persona busca… estudiando qué es realmente lo que valora, qué es lo más cómodo…
En parte parece como si se intentara replicar en todos los aparatos, de manera automática, irreflexiva, lo mismo que «el sistema» habría aprendido a hacer con el teléfono móvil. Con él se habría aprendido que un aparato tiene mucho éxito cuando es muy económico en el verdadero sentido de «económico», es decir, en el sentido de que un solo aparato es capaz de cumplir muchísimas funciones (así como por ejemplo, en la naturaleza, un árbol es un sólo objeto con innumerables funciones).
Es como si «el sistema» se olvidara de que una lavadora no me la puedo llevar en el bolsillo, y no le va a servir el mismo esquema del teléfono para ella, para vender más y mejores lavadoras (a no ser que hacerla semejante al «dios teléfono celular/móvil» nos sirva para volverla autorreparable, etc.).
Se ve que se busca crear valores en la gente (o sea, crear aquello a lo que objetivamente damos valor) para que las personas / clientes nos sometamos a tales patrones… creando sistemas de funciones «de la nada» («que la lavadora sea capaz de «x» cosas»)… o creando distorsiones en las funciones y en sus mezclas… y todo, ¿para qué? ¿para poder hacer exactamente qué cosa? ¿Es acaso en parte para poder confundir, marear, controlar, cambiar, rediseñar? (Mientras las masas nos dejemos…, pues no estamos «separados» del «sistema» ni de lo que éste pueda lograr a la hora de crear «mente colmena» casi «perfectamente calculable/moldeable».)
Parece que lo primordial es el concepto de control, pero hablando de manera objetiva, no «conspirativamente», digamos.
O sea, en el mundo de la economía el control es crucial: las empresas por definición creo que quieren poder calcular (o sea, por lo tanto, controlar) sus cuentas, y así, quieren poder predecir, modelar, los beneficios en aumento, etc. Eso estaría en sus genes.
De hecho, muy, muy en general, el concepto de dinero (en general todo lo que conlleva vender, hacer trueque, etc.) implica un aspecto de control, porque en gran medida si vendo o trueco algo es porque me da miedo regalarlo y quiero «controlar la situación» (cosa esta que vemos ya en parte cambiada con el genial mecanismo actual que se usa en muchos servicios, y que en algunos aspectos parece casi ejemplar: el mecanismo de «regalar» servicios para que todo el mundo tenga acceso, y ya luego, si acaso, algunas personas se van suscribiendo, cuando se motiven, cuando puedan… etc.
Pero claro, ya vemos el problema de «configuramos una sociedad de servicios que parece «democrática», pero que, en el fondo, a veces parece que consiste en hacer dependientes a las masas de esa gratuidad de muchos servicios.
Y luego, las masas es como que nos veremos obligadas a hacer cosas que «ya no queremos»… y así, ya está la «jaula» hecha, pues entonces parece que no podemos bajarnos del «sistema», y éste era más antidemocrático de lo que parecía ser (o bien, es «democrático» más al estilo de lo que significaría tal cosa en la denominada «República Popular Democrática de Corea», es decir, en la «Corea del Norte»).
Así que en ese marco, donde es tan importante el control, y en el que casi todo el mundo huimos hacia delante en una carrera no se sabe hacia dónde… se trataría de hacer que se valoricen cosas que, en realidad, hacen que «el sistema», como «un todo», sea lo que se pone por encima de las personas, es decir, por encima de la capacidad de discernir la utilidad, la pertinencia… (tal capacidad al final siempre sería individual, nunca grupal: un grupo no piensa, no sabe pensar, ni sentir, etc.).
Si esto «se masifica» más y más, parece que el sistema está como imponiéndose a la capacidad de que la persona pueda, consigo misma, conectarse con sus necesidades y características singulares.
Sería en parte un sistema al estilo de la peli Matrix: gente enchufada a máquinas, casi como ideal (paradójico, absurdo… claro)… (y perdón que soy de los que aún no ha visto Black Mirror, ni leído o ni recordado casi libros ciencia ficción… así que no puedo poner muchos ejemplos…).
Volviendo a aquel «autoengaño», tan gracioso, el de proyectar vida en cosas muertas… este rasgo sería quizá más que meramente anecdótico… pero sólo sería un rasgo de lo sistemático que haya en todo este «sistema» donde se fomenta y se aprovecha «la comodidad» y la dependencia inerciales.
Es tragicómico: «Hay que desechar el móvil» porque «murió»… en vez de que haya mecanismos inteligentes y rápidos para hacer fácil el poder cambiar los elementos mecánicos, e incluso chips, etc… no sé.
Tiene bemoles el «crimen» de tirar a la basura cosas tecnológicas increíbles porque haya fallado por ejemplo un botón… o porque no estuviera prevista ni fuera deseada su actualización, o su upgrade, de manera fácil… tiene bemoles, y ya estaríamos cosechando las consecuencias, según parece.