Índice
─ Introducción y enlace al audio
─ Versión en español
─ Versión en inglés
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Introducción
─ Enlace al audio: en ivoox // enlace descarga
A continuación vamos a ver una parte del apartado:
9) La expiación
Vemos los siguientes mensajes contenidos en el tema 9.
El tema es la expiación («atonement»).
Para ver la lista con todos los enlaces a los textos y audios ver:
Forma parte de un libro que es el primer volumen de los mensajes recibidos a principios del siglo XX por James E. Padgett de parte de varios desencarnados, entre otros, Jesús de Nazaret.
Estos volúmenes fueron preparados o compartidos así por Divine Truth (entre otras personas).
El primer volumen incluye los siguientes temas y apartados (los 11 temas numerados sirven para organizar temáticamente los mensajes):
a) ─ Retrato de James E. Padgett
b) ─ Mi testimonio (por Leslie R. Stone)
c) ─ Foto espiritual de Mary Kennedy con su alma gemela, el Dr. Stone.
d) ─ La verdadera misión de Jesús
I. Jesús y su relación con Dios.
II. Dios y el alma humana.
III. El problema del pecado.
IV. Redención del pecado.
─ 1. Los mensajes
─ 2. Ámbitos celestiales
La oración
─ 3. Inmortalidad
─ 4. ¿Quién y qué es Dios?
─ 5. Espíritu Santo
─ 6. Resurrección
─ 7. El alma
─ 8. Perdón
─ 9. Expiación [estamos aquí: Vemos los siguientes mensajes en este apartado 9]
─ 10. Infierno
─ 11. Expiación vicaria
e) ─ Mensajes adicionales
Versión en español
9. La expiación (cont.)
Confirma que Lucas escribió sobre la expiación (Jesús) (4 enero 1916)
Estoy aquí, Jesús.
Escribiré solo unas pocas líneas, pues deseo confirmar lo que Lucas ha explicado tan claramente sobre lo que es la expiación.
Él ha expuesto el verdadero plan de Dios para la redención de la humanidad, es decir, para situarla en la misma relación con nuestro Padre que ocupaban nuestros primeros padres, relación que les fue arrebatada por su desobediencia y que no se restableció hasta mi venida. Los hombres deben aprender el verdadero significado del gran plan para su salvación y para que se vuelvan en unidad con el Padre en Su naturaleza divina. No se ha proporcionado ningún otro plan, y no hay ningún otro camino abierto para que los hombres reciban esta naturaleza divina del Padre y la inmortalidad.
El amor material del hombre, es decir, el amor del Padre que Dios concedió a los hombres en la creación de nuestros primeros padres, es un amor puro y en armonía con las leyes de Dios y el funcionamiento del universo, y que debe ser restaurado a su pureza original para que el hombre entre en armonía con Dios en cuanto a las leyes que lo controlan; y los hombres, para alcanzar esta armonía, deben liberarse de todas las violaciones de las leyes de Dios en su conducta hacia Él y hacia los demás; y muchas de mis enseñanzas estaban dirigidas a lograr esta armonía.
La Regla de Oro es una, y esta gran enseñanza, si se observa en la conducta de los hombres entre sí, tenderá a lograr la armonía; pues para el hombre lo más importante es su propia felicidad; y cuando un hombre haga a los demás lo que quiere que los demás le hagan a él, estará avanzando hacia esa condición de conducta y de relación correcta entre los hombres que traerá armonía, y el cumplimiento de los requisitos de las leyes de Dios que controlan dicha relación.
Pero la observancia de la conducta correcta del hombre hacia el hombre o la recuperación de la pureza de este amor natural no va a traer consigo la gran reconciliación con Dios en el sentido divino, es decir, no hará que los hombres sean uno con el Padre en su divinidad e inmortalidad.
Y ahora veo y comprendo por qué mis grandes enseñanzas sobre la expiación [atonement] divina no fueron consideradas tan importantes por los hombres ─después de la muerte de mis primeros seguidores─ como sí [se consideraron más importantes] aquellas enseñanzas que debían controlar su conducta hacia los demás, es decir, las que podrían llamarse mis enseñanzas morales.
En aquellos días, la gran mayoría de los hombres que profesaban seguir mis enseñanzas, tal como están escritas en la Biblia que la Iglesia adoptó, pensaban más en las recompensas y la felicidad que podrían llegar a ellos como mortales que en las que podrían obtener después de convertirse en espíritus, tal como los judíos lo habían concebido durante todos los largos años anteriores a mi llegada. Estas enseñanzas eran meramente terrenales y, como tales, tanto las del Antiguo Testamento como cualquier otra enseñanza que ellos reconocían como rectora de su conducta como simples mortales, eran más importantes para ellos que las enseñanzas que les mostraban el camino al Reino Celestial.
Y cuando la iglesia que fundaron mis apóstoles quedó bajo el control y el gobierno de hombres que solo tenían en mente los intereses temporales, se dio más importancia a aquellas cosas que, según pensaban los gobernantes y líderes de la iglesia, harían que el pueblo se comportara de tal manera que tendiera a aumentar el poder y la influencia de la iglesia. Y de ahí que se descuidara la gran verdad del Nuevo Nacimiento, y se declarara que la salvación se obtenía por medios que pudieran ser utilizados más fácilmente por los funcionarios de la iglesia. En otras palabras, la salvación se convirtió en algo que dependía de la iglesia y no del individuo. Así pues, se puede ver el gran daño que causaron estas enseñanzas y el gran poder que adquirió la iglesia.
La salvación es algo entre Dios y el individuo, y solo puede obtenerse cuando el individuo se vuelve en unidad con el Padre, a quien no le importan las enseñanzas de la iglesia o del hombre, a menos que estas enseñanzas pongan las almas de los hombres en armonía con Él. Digo que no le importa, pero eso no expresa lo que quiero decir, pues a Dios le importa cuando a sus criaturas se les enseñan doctrinas falsas, ya que Él está esperando y ansioso por otorgar a cada hombre Su Amor Divino. Pero ni siquiera Él puede otorgar, ni va a otorgar tal don, a menos que el hombre siga el Plan que Él ha prescrito. Y no podría haber adoptado ningún otro plan, ya que la única forma en que los hombres pueden unirse a Él es convirtiéndose, por así decirlo, en parte de Él, participando de Su Naturaleza y Sus Atributos; y a menos que el alma del hombre reciba estas Cualidades del Padre, nunca podrá unirse a Él.
Como dijo Lucas, mi muerte, mi sangre o cualquier supuesta expiación vicaria no podrían haber hecho que el alma de un hombre fuera poseedora del Amor Divino del Padre, pues no podían llevar al hombre a esa relación con el Padre que haría que el alma del hombre se abriera al influjo de este Amor. Que ningún hombre suponga que puede volverse uno con el Padre por el mero hecho de creer en mí como hijo de Dios y salvador del mundo, o de creer que yo morí por él, pues eso no es cierto, y ha causado un gran daño a la humanidad.
Solo las aspiraciones puras, honestas y sinceras del alma de un hombre por este Gran Amor del Padre pueden lograr esta expiación que es necesaria para que ese hombre se convierta en parte de la Divinidad de Dios y participe de su Naturaleza Divina.
He escrito lo suficiente y voy a terminar.
Tu hermano y amigo,
Jesús
¿Cuál es la verdad con respecto a la autenticidad de la Biblia (San Lucas, del Nuevo Testamento)? (12 marzo 1917)
Estoy aquí, Lucas.
Esta noche deseo escribir sobre el tema «¿Cuál es la realidad con respecto a la autenticidad de la Biblia?». Estuve con vosotros en la conferencia del predicador sobre este tema y me sorprendió que pudiera anunciar con tanta aparente confianza que la Biblia es la palabra auténtica de Dios, escrita realmente por los hombres cuyos nombres aparecen en ella como autores de la misma. El hecho de que rastreara la existencia de ciertos manuscritos y versiones hasta ciento cincuenta años después de la época de las enseñanzas de Jesús no establecía la veracidad de su afirmación de que, por tal establecimiento, la autenticidad de la Biblia o la de los manuscritos tal como ahora existen contienen los escritos reales de los apóstoles o de aquellas personas que se supone que son los autores de los mismos por el hecho de que sus nombres estén asociados a estos manuscritos.
Ni tampoco es cierto que la vida de Juan se prolongara hasta finales del siglo I para que pudiera escribir las verdaderas declaraciones de las verdades eternas tal como las declaró Jesús, ya que Juan no vivió hasta esa época, y sus escritos no se conservaron tal como él los había formulado, ni se transmitieron fielmente los resultados de sus declaraciones, como afirman quienes enseñan la inviolabilidad de las Escrituras.
Yo fui escritor sobre estos temas sagrados y, como ya os he dicho, escribí un documento que se titulaba «Hechos de los Apóstoles» y dejé varias copias de mis escritos cuando morí; pero dicha recopilación era simplemente una historia de lo que había oído de parte de aquellos que habían vivido con Jesús y habían escuchado sus enseñanzas, y de sus esfuerzos por difundir y enseñar sus doctrinas después de su muerte. También tuve el beneficio de ver algunos escritos de los discípulos sobre Jesús, pero dichos escritos eran muy pocos, ya que estos discípulos y seguidores de Jesús no comenzaron a plasmar en forma de manuscrito sus enseñanzas o la experiencia de su vida hasta mucho tiempo después de que él hubiera dejado la Tierra. Esperaban su rápido regreso, cuando se convertiría en su rey y legislador, y por lo tanto no veían ninguna ocasión ni necesidad de preservar las verdades que él les había enseñado bajo la forma de escritos.
Sé que después de mi propia muerte los escritos que dejé no se conservaron intactos, y que muchas cosas que había incorporado en ellos fueron omitidas e ignoradas en las numerosas copias y recopias de mis manuscritos; y muchas cosas que yo no escribí y que no estaban de acuerdo con la verdad fueron insertadas por estos sucesivos copistas en su trabajo de reproducción. Y muchas de estas omisiones y adiciones eran de vital importancia para la verdad de los asuntos espirituales, ya que habían sido declaradas por los discípulos como contenedoras de las verdades que Jesús había enseñado.
Y durante el período ─y corto período, como lo denominó el conferenciante─ que hay entre los primeros escritos de los padres de la iglesia y los tiempos en que realmente ocurrieron los hechos a los que se supone que estos escritos se refieren y describen correctamente, se produjeron muchos cambios en los escritos que yo había dejado, así como en los que dejaron los otros escritores originales.
Incluso en las epístolas de Pablo, que estos teólogos y estudiosos de la Biblia afirman que tienen más autenticidad y mayor certeza que los Evangelios u otras epístolas de la Biblia, se realizaron muchos cambios entre la época en que fueron escritas y la época en que se plasmaron los manuscritos o los sermones de los padres de la iglesia primitiva.
En esos ciento cincuenta años, las verdades de las enseñanzas espirituales del Maestro se habían perdido, en mayor o menor medida, de la consciencia y del conocimiento de quienes intentaban reproducir los escritos originales, pues estos hombres se habían vuelto menos espirituales, y sus pensamientos y esfuerzos se habían centrado más en construir la iglesia como tal que en intentar desarrollar, enseñar y preservar las grandes verdades espirituales. Los preceptos morales se convirtieron en los objetos dominantes de sus escritos y enseñanzas, y les resultaban más fáciles de comprender que los preceptos que enseñaban el camino hacia el desarrollo de sus almas y hacia el conocimiento de la voluntad del Padre, y la misión de Jesús para la humanidad como guía y salvador de las almas, más que como Mesías para establecer su reino en la tierra.
No, yo declaro con autoridad que la autenticidad de la Biblia no puede establecerse como la palabra de Dios, ya que en muchos aspectos no es Su palabra, sino que, por el contrario, contiene muchas afirmaciones de verdad que no lo son, y que se oponen diametralmente a Sus verdades y a las enseñanzas de Jesús sobre la verdad.
Esta Biblia ha cambiado y ha pervertido todo el plan de Dios para la salvación del hombre, y lo ha sustituido por un plan que surgió de la sabiduría limitada de aquellos que intentaban convencer a la humanidad de que tenían conocimiento de Dios y de Sus designios en cuanto a la creación y el destino del hombre; y en esto se vieron influidos en gran medida por su conocimiento y creencia en las enseñanzas de la iglesia judía y la historia de la raza judía en su relación con Dios, según ellos suponían, y en las enseñanzas de los escribas y fariseos. Este hecho quedó claramente demostrado por el intento de estos escritores de poner a Jesús en su plan de salvación sustituyendo a los animales sacrificados en el plan de salvación judío. Así como el Dios de los judíos, para ser apaciguado y adorado satisfactoriamente, exigía sangre y más sangre, el Dios que Jesús declaró que era el Dios de todos los pueblos de la tierra, para ser apaciguado y adorado satisfactoriamente, exige sangre, y, en concreto, la sangre de Su muy amado hijo.
Entre estos escritos de la Biblia hay muchas cosas declaradas como verdades e incorporadas en cuanto que palabras reales de Dios, que son contradictorias e inexplicables, pero que si fueran las palabras de Dios ─o incluso las enseñanzas de Jesús─ no contendrían ninguna contradicción ni admitirían ninguna interpretación que no fueran coherentes entre sí.
A medida que se realizaban las adiciones, mutilaciones e interpretaciones en los escritos originales de aquellos que declaraban las verdades tal como las habían oído del Maestro, la disminución de la comprensión de las cosas espirituales y la creciente sabiduría de sus propios intelectos finitos les llevó a concebir un plan por parte de Dios para la salvación del hombre, y a medida que continuaba la recopilación, los pensamientos de quienes copiaban o dictaban se centraban más en este plan, por lo que estas copias se reunieron y se consideraron, y se hicieron esfuerzos para llegar a un acuerdo en la declaración de este plan; y a medida que se hacían las nuevas copias, se construían con el fin de mostrar este acuerdo.
No debe suponerse que las copias a partir de las cuales se hicieron los manuscritos que son la base de la Biblia, se ejecutaran y conservaran de manera que quedaran aisladas unas de otras, y que no fueran conocidas por las personas que copiaban o hicieron copiar los escritos a partir de los cuales se hicieron los manuscritos, pues eso no sería cierto. Éstas, o lo que podríamos llamar las copias básicas, estaban en circulación en la época en que escribieron los padres cristianos, quienes tenían acceso a ellas, las citaban y contribuían a darles las interpretaciones que ahora prevalecen en las iglesias, con las interpretaciones adicionales añadidas desde entonces.
Los hombres ya saben que entre estos padres cristianos hubo amargas disputas sobre lo que formaba parte de la palabra, y sobre lo que debía aceptarse y lo que debía rechazarse entre estos escritos anteriores a los manuscritos que forman la base de la Biblia, y que muchos manuscritos que pretendieron ser la palabra de Dios fueron rechazados como tales, y por la razón de que no podían ser registros de la palabra de Dios, pues no coincidían con lo que los obispos de la iglesia, en su conocimiento y razón humanos, aceptaban como palabra de Dios. Incluso estos obispos disentían y diferían, al igual que las mentes y la razón humanas discrepan entre sí.
Entonces digo que el conferenciante no demostró la autenticidad de la Biblia como palabra de Dios. No se remontó en el curso del tiempo ─como él mismo decía─ lo suficiente como para descubrir la existencia de ninguna autenticidad, y, siendo así, su argumento de prueba es tan débil como si hubiera partido de la época de las Biblias impresas, cuyo contenido es sustancialmente el mismo, pero que, no siendo los originales, la similitud no prueba nada.
Lo que he dicho con referencia a mis propios escritos se aplica a los escritos de todos los demás. La Biblia no contiene sus escritos tal como ellos los escribieron y los dejaron a la humanidad.
La Biblia contiene muchas verdades, y las suficientes como para permitir al hombre alcanzar el Reino de los Cielos, siempre que se comprendan y apliquen correctamente; pero hay tantas cosas enseñadas en ella como verdades y que son justo lo contrario de la verdad, que dificultan a los hombres discernir y aplicar la verdad, y comprender la Voluntad de Dios con respecto a los hombres, y los destinos que deben ser los suyos según sigan y obedezcan esa voluntad o no lo hagan.
Juan ya te ha escrito sobre este tema con referencia a sus escritos, y también lo ha hecho Pablo con respecto a los suyos, por lo que no es necesario que yo trate los errores e interpretaciones que contienen sus escritos.
No escribiré más ahora, ya que estás cansado, pero pronto vendré y escribiré un mensaje sobre otro tema sobre el que he deseado escribir desde hace tiempo.
Con mi amor y mis bendiciones, soy
Tu hermano en Cristo,
Lucas
Versión en inglés
Confirms that Luke Wrote on the Atonement (Jesus) (4 Jan 1916)
I AM HERE. Jesus.
I will write only a few lines, and because I desire to confirm what Luke has so clearly explained as to what the atonement is.
He has stated the true plan of God for the redemption of mankind, that is for the placing of them in the exact relation to our Father that our first parents occupied, and which relation by their disobedience was taken from them and never restored until my coming. Men must learn the true meaning of the great plan for their salvation and for their becoming at one with the Father in His divine nature. No other plan has been provided and no other way is open to men to receive this divine nature of the Father and immortality.
The material love of man – that is the love of the Father that God bestowed upon men at the creation of our first parents – is a love that is pure and in harmony with God’s laws and the workings of the universe, and which must be restored to its pristine purity in order for man to come into harmony with God as to the laws controlling it; and men must, in order to get in this harmony, become free from all violations of God’s laws in their conduct towards Him and towards one another; and many of my teachings were directed to bring about this harmony.
The Golden Rule is one, and this great teaching, if observed in the conduct of men towards one another, will tend to bring about the harmony; for to man the most important thing is his own happiness; and when a man shall do unto others as he would have others do unto him, he will be proceeding towards that condition of conduct and the correct relationship of man to man that will bring harmony, and an observance of those requirements of God’s laws controlling such relationship.
But the observance of the right conduct of man to man or the regaining of the purity of this natural love, will not bring about the great reconciliation to God in the Divine sense – that is, make men at one with the Father in his divinity and immortality.
And now I see and understand why my great teachings of the Divine atonement was not considered as important by men, after my early followers died, as the teachings that should control them in their conduct towards one another, that is, what may be called my moral teachings.
In those days the great majority of men who professed to follow my teachings, as are written in the Bible that the church adopted, thought more of the rewards and happiness that might come to them as mortals than to those that might come to them after they became spirits, just as the Jews had thought for all the long years prior to my coming. These teachings were merely those of the earth, and as such teachings, whether of the Old Testament or any other teachings recognized by them as governing their conduct as mere mortals, were of more importance to them than were the teachings that showed them the way to the Celestial Kingdom.
And when the church which my apostles founded, came under the control and government of men with only the temporal interests at heart, the more importance was attached to those things which, as the rulers and leaders of the church thought, would cause the people to conduct themselves in such a way as would tend to increase the power and influence of the church. And hence, the great truth of the New Birth was neglected, and salvation was declared to be by means that could be more readily utilized by the officials of the church. In other words, salvation became a thing which depended on the church and not on the individual. So you see, the great harm that was done by these teachings and the great power the church acquired.
Salvation is a thing between God and the individual, and can be obtained only by the individual becoming at one with the Father, who cares not for the teachings of the church or of man, unless these teachings will bring the souls of men in harmony with him. I say, cares not, but that doer not just express what I mean, for God does care whenever his creatures are taught false doctrines, as He is waiting and anxious to bestow upon every man His Divine Love. But even He cannot or will not make such bestowal, unless man follow the Plan which He has prescribed. And He could not have adopted any other plan, for the only way in which men can become at one with Him is to become, as it were, a part of Him – to partake of His Nature and Attributes; and unless the soul of man receives from the Father these Qualities, it can never become at one with Him.
As Luke said, my death or blood or any supposed vicarious atonement could not have made a man’s soul a possessor of the Divine Love of the Father, because they could not bring man into that relationship with the Father that would cause the soul of man to open up to the inflowing of this Love. Let no man suppose that by a mere belief in me as the son of God and the savior of the world, or that I died for him, he can become at one with the Father, for it is not true, and has worked great harm to mankind.
Only the pure, honest, sincere aspirations of the soul of a man for this Great Love of the Father can possibly bring about this atonement that is necessary in order for that man to become a part of God’s Divinity and partake of his Divine Nature.
I have written enough and will close.
Your brother and friend,
JESUS.
What is the Fact in Reference to the Authenticity of the Bible (St. Luke – of the New Testament) (12 Mar 1917)
I AM HERE. Luke.
I desire tonight to write on the subject of «What is the fact with reference to the authenticity of the Bible.» I was with you at the lecture of the preacher on this subject, and was surprised that he could announce with such apparent confidence that the Bible is the authentic word of God, actually written by the men whose names appear therein as the writers of the same. The fact that he traced back the existence of certain manuscripts and versions to a hundred and fifty years subsequent to the time of the teachings of Jesus, did not establish the truth of his declaration that by such establishment the authenticity of the Bible, or the genuineness of the manuscripts as they now exist contain the real writings of the apostles, or of those persons who are supposed to be the writers of the same from the fact that their names are associated with these manuscripts.
Neither is it true that John’s life was prolonged to the end of the first century in order that he might write the true declarations of the eternal truths as declared by Jesus, for John did not live until that time, and his writings were not preserved as he had formulated them, nor was the results of his declarations transmitted truthfully, as claimed by those who teach the inviolability of the Scriptures.
This Bible has changed and perverted the whole plan of God for the salvation of man, and has substituted a plan that arose from the limited wisdom of those who attempted to convince mankind that they had a knowledge of God and of His designs as to the creation and destiny of man; and they were influenced very largely in this particular by their knowledge of and belief in the teachings of the Jewish church and the history of the Jewish race in its dealings with God, as they supposed, and in the teachings of the scribes and pharisees. This fact was conspicuously shown by these writers attempting to substitute Jesus in their plan of salvation in the place of the animals in sacrifice in the Jewish plan of salvation. As the God of the Jews in order to be appeased and satisfactorily worshiped, demanded blood and more blood, so the God, that Jesus declared was the God of all the peoples of the earth, in order to be appeased and satisfactorily worshiped, demand blood and that the blood of His dearly beloved son.
Among these writings of the Bible there are many things declared to be truths, and embodied as the actual words of God, that are contradictory and unexplainable, and which, if they were the words of God, or even the teachings of Jesus, would contain no contradiction, or admit of any constructions that were not consistent one with the other. As the additions and emasculations and interpretations were made in the original writings of those who declared the truths as they had heard them from the Master, the decreasing want of comprehension of spiritual things and the growing wisdom of their own finite intellects, caused them to conceive a plan on the part of God for man’s salvation, and as the recopying continued the thoughts of those who copied, or who dictated the same, became more centered on this plan, and so these copies were gathered together and considered, and efforts to have some agreement in the declaration of this plan; and as the new copies were made they were constructed with the view of showing forth this agreement.
It must not be supposed that the copies from which the manuscripts that are the basis of the Bible were made were executed and preserved in a manner that caused them to be isolated one from the other, and that they were not all known to the persons who copied or caused the copying of the writings from which the manuscripts were made, for that would not be true. These, what may be called the basic copies, were in circulation at the time the Christian fathers wrote, and they had access to them, and quoted from them and helped to give them the interpretations that now prevail in the churches with the additional interpretations since those days.
Men know now that among these Christian fathers were bitter disputes as to what was a part of the word, and as to what should be accepted and what rejected among these writings antedating the manuscripts that form the basis of the Bible and that many manuscripts, purporting to be the word of God were rejected as such, and for the reason that they could not have been the records of God’s word, because they did not agree with what the bishops of the church in their human knowledge and reason accepted as God’s word should be. Even these bishops disagreed and differed, just as the human minds and reason disagree with one another.
Then I say the lecturer did not prove the authenticity of the Bible as being the word of God. He did not go down the stream of time as he called it, far enough to discover the existence of any authenticity, and that being so, his argument of proof is just as weak as if he had started from the time of the printed Bibles, where their contents are substantially the same, but they not being the originals, the similarity proves nothing.
What I have said with reference to my own writings applies to the writings of all the others. The Bible does not contain their writings as they wrote and left them to humanity.
The Bible contains many truths, and enough to enable man to reach the Kingdom of Heaven, provided they are correctly understood and applied, but there are so many things taught therein as truths, which are just the opposite of truth, that they make it difficult for men to discern and apply the truth, and comprehend the Will of God with respect to men, and the destinies that must be theirs according as they follow and obey that will or do not do so.
John has already written you on this subject with reference to his writings and so has Paul as to his, so that there is no necessity for me to deal with the errors and interpretations contained in their writings.
I will not write more now as you are tired, but will soon come and write a message on another subject that I have been desiring to write for some time.
With my love and blessings, I am
Your brother in Christ,
LUKE.