Cómo eliminar bloqueos para poder experimentar todas nuestras emociones

Inspirados por lo que estamos viendo de A. J. Miller… estas son algunas cosas evidentes que merecen mucho resaltarse (el audio arriba enlazado trata cosas complementarias, así como el que enlazo abajo del todo):

Para responder con amor, ya sabemos que primero tenemos que estar nosotros al menos deseando la conexión con el amor divino… ya que este no puede imponerse (y ese es a veces el único amor que sana).

Tenemos que realmente permitirlo… si queremos estar en ese camino.

Normalmente no nos lo permitimos… en la humanidad, pues no nos atrevemos humildemente a simplemente sentir todo lo que surge en nuestro interior.

Lo normal es que tengamos adicciones emocionales y físicas… que sustituyen esa humildad real con, por ejemplo, una máscara de humildad… y con todo tipo de máscaras.

Todos estamos metidos en alguna de esas dinámicas… y eso impide la «mentalidad milagrosa».

«Los milagros son naturales», decía J.

Pero igual de natural para nuestra alma es la perfecta capacidad de sentir cualquier cosa… de la que depende también todo este proceso de crecimiento.

Esa capacidad la tenemos autobloqueada, y por cierto, a veces esas heridas/bloqueos están siendo usados (pues es como si fueran, literalmente, tubos de conexión) por gente ya desencarnada… gente que tiene parecidas adicciones a las nuestras -como ya vimos un poco aquí-.

Entonces, tenemos bloqueos asociados a emociones profundas, causales, como pueden ser sentimientos profundos de invalidez, de sentirse no merecedores de la vida… y cosas similares.

Esos sentimientos, a veces veréis que, en su desesperación,
y debido a no poder llorarlos y procesarlos… los niños pueden expresarlos por ejemplo diciendo: «te odio», al adulto que pase por ahí 🙂 .

Luego, en la vida, en torno a esas cosas no procesadas se van a crear situaciones para que las sintamos y las podamos procesar (todo aquello que de niños se bloqueó).

Esas cosas son bloqueadas muy pronto en parte debido a que los ambientes no están preparados para el procesamiento emocional necesario en un lugar a menudo compartido por:
– adultos frustrados
– y niños en proceso de asimilación.

Entonces, ¿qué pasa entonces con lo de ayudar a otros?

Bueno, este discurso es algo muy conocido, o tendrá que serlo si los humanos vamos a sanar:

Parece que es sobre todo sintiendo a fondo nuestro yo herido (una de cuyas partes es lo que se suele llamar «niño herido»)… es así… como ayudaríamos a «otros».

Es decir, podremos ayudar cada vez más a los demás, podremos servir en el sentido espiritual… si sentimos a fondo nuestras emociones causales.

Estas son aquellos profundos sentimientos de invalidez y similares…, que casi siempre tenemos que afrontar en algún momento, desde pequeños, y que, debido a las inercias de nuestro ambiente y a las proyecciones y violencias usuales empleadas en él por unos adultos más o menos frustrados (aunque casi siempre bienintencionados), etc…. son sentimientos que no pudimos llorar, liberar.

Así pues, en torno a esos sentimientos «causales» se formaron bloqueos en nuestro cuerpo energético.

Nuestro deseo de amor divino es algo que no puede funcionar (en caso de que se desee, que no parece ser lo usual todavía, en la mayoría de nosotros), no puede funcionar… si no tenemos «humildad», definida así exactamente:

desear apasionadamente sentir todo lo que surja (ya sea «bueno», «malo», etc.).

Pues es así como puede actuar la verdad y perforar la máscara, el yo-máscara, el más «alejado» del yo real, en el núcleo.

Las verdades absolutas («soy amor», soy «hijo de Dios», etc.) solo pueden «materializarse» consistentemente si asumimos nuestras creencias.

Las creencias son nuestras verdades «falsas» personales -valga la contradicción-.

Las podemos llamar «verdades falsas» :), provocativa y tontamente… porque, cuidado, son VERDADES PARA NOSOTROS… (son «nuestra verdad»)… pero son falsas «para Dios».

A menudo esas creencias son muy, pero que muy verdad para nosotros, aunque a veces parecemos no saber nada de ellas… o precisamente, si son muy «verdad» para nosotros… es porque no queremos saber nada o casi nada de ellas.

Por lo tanto, esas son cosas QUE DIOS (LA VIDA) NO NOS PUEDE QUITAR SI NOSOTROS MISMOS NO LAS MIRAMOS.

Esas creencias más profundas se solidifican en torno a esos bloqueos creados por el no procesamiento de las emociones causales (no nos permitimos sentir simplemente la energía de un pesar profundo, etc.).

Entonces, además, no podemos eliminar esas creencias si no HACEMOS algo con los miedos que están asociados a ellas, y que nos impiden simplemente sentir esas emociones causales.

Esas «verdades personales» se construyen con cosas como, por ejemplo, que un día, de niños, teniendo quizá recién bloqueado nuestro intenso pesar… pena… creamos alguna reacción de odio aparentemente «hacia» nuestro padre, nuestra madre, algún adulto, etc.

En realidad, si sentimos eso, que ya es una proyección… es ya desde el bloqueo de nuestra emoción causal, como por ejemplo la relativa a: «soy no-merecedor de la vida».

Como vemos, esas «verdades personales» más profundas (esas creencias que quieren ser verdades y solo son creencias) están asociadas primero a emociones del yo herido, o emociones causales… en momentos muy concretos donde sentimos e interpretamos, por ejemplo: «mis padres no me quieren», como una especie de proyección de mi profundo sentimiento de invalidez, que se queda bloqueado al no poder procesar ese sentimiento en tanto que simple sentimiento -como simple energía que quiere correr por mi ser-.

De esas emociones a menudo no queremos oír ni hablar, pues se expresaron a veces muy pronto con cosas como esos odios que quizá parecimos «tener» de pequeños.

Esos sentimientos, incluso esos odios, etc., son, como vemos, a menudo «sacrílegos» (por ejemplo, los que se den en torno a la figura de la madre, donde hay muchas tensiones culturales, emocionales, etc.)… y, por cierto, es por eso mismo que se nos daba por ejemplo el curso de milagros…, para que apliquemos ahí -pero SINTIENDO- cosas como aquello de: «mis pensamientos no significan nada»… (pero aplicándolo de forma que nos abrimos a sentir, es decir, SIN ELIMINAR EL SENTIMIENTO que surja, sin eliminarlo POR NUESTRA CUENTA, con la maniobra intelectual de «decir la frase» de turno).

¿Qué son esas creencias o «verdades» personales?

Serían pues expresiones o condensaciones, cristalizaciones quizá, de todas esas emociones no integradas, de esos bloqueos.

En parte, esas emociones se quedaron bloqueadas porque los adultos tienen a su vez emociones bloqueadas que les hacían reaccionar ante nuestros profundos sentimientos de pena, etc…

Es decir, creamos «por resonancia», por así decirlo… creamos bloqueos que reflejan los de esos mismos adultos o acompañantes de nuestra primera infancia, que, desde que somos fetos, proyectaban automáticamente muchas emociones (en vez de procesarlas) «sin querer», hacia el mundo (y esa proyección cae sobre lo que sea… sobre la «esponja» emocional que es todo niño, etc.-).

Y luego, a los niños se les suelen reprimir esas mismas emociones, lógicamente, pues los adultos no las quieren sentir… y de ahí los bloqueos que vamos alimentando… generación tras generación (sobre todo por parte de la línea femenina de parientes, profesoras, etc…, ya que es ahí donde hay más contacto entre niños y adultos… y donde por lo tanto sucede más esta grabación emocional temprana).

Como sabemos, solo a nosotros nos toca responsabilizarnos de esos miedos, nos toca «aprender» a «entregarlos», «disolverlos», etc… para ir sintiendo las emociones y los pesares más profundos que están detrás de esas piedras o emociones bloqueadas.

Así, solo sanamos si estamos dispuestos a asumir (con o sin terapeuta que facilite ese espacio)… a asumir… nuestras verdades personales, es decir, todas esas cosas que siguen ahí vivas.

Al final, como hemos dicho, todo esto depende de las emociones profundas causales… de aquellas con las que fuimos bombardeados desde el estado de feto, grabando nuestro cuerpo emocional (por así decirlo) al no poder o no saber procesarlas.

Pero, ¡cuidado!, luego, cuando somos adultos, también hacemos cosas con las que a veces conseguimos grabarnos más fuertemente esos u otros bloqueos, cuando reaccionamos a la vida de formas no alineadas con el amor -y por eso el yo herido no es solo el «niño herido»-.

Todo esto que vemos aquí es, pues, un «dato del universo», es decir, no hablamos de «victimismo», de «subjetividades»… de: «él me hizo esto», «ella lo otro»… sino de responsabilidad aquí y ahora (a un nivel digamos «energético», o que es, como vemos… hasta «celular»…).

Mientras no estamos sanados, la ley de la atracción hace que vivamos cosas que apuntan hacia esas emociones causales (y sus creencias y miedos asociados -ver el audio que acompaña a este artículo arriba-)… y ese es el cometido de esa ley de Dios (esa ley de la existencia en Dios, que es donde siempre estamos, con el propósito de conocer y hacer conocido a Dios).

Y como sabemos, en general no desarrollamos hasta tarde la sensibilidad sobre nuestro alineamiento con el amor divino y por lo tanto nuestra sensibilidad acerca del funcionamiento de las leyes de Dios… y así, normalmente, en la vida tratamos sobre todo con meros efectos… o bien «echamos las culpas», etc.
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Audios complementarios:
El siguiente fue una primera torpe expresión de algunas partes de lo de arriba, recién empezaba a volver a mirar estos temas básicos gracias a encontrar a Miller:
– «Emoción causal y emoción de efecto. Cómo «la verdad nos hace libres», y la práctica de ucdm»: