Dos Partidos universales. Notas sobre el gobierno de las granjas de egos

«Según esta manera de hablar, vuestros pensamientos siguen ciertas leyes. Su comportamiento y su
actividad obedecen ciertas leyes que no comprendéis, a pesar de que decís que vuestros pensamientos son
vuestros. Así pues, de manera independiente a vosotros, otros tipos de conciencia los manipulan como
fenómenos naturales siempre cambiantes. La conciencia innata en este tipo de sistemas no es consciente del
origen de estos fenómenos, ni tampoco de vuestra realidad. Ellos toman la evidencia que aparece ante sus
sentidos como realidad, al igual que hacéis la mayoría de vosotros, y ni siquiera se les ocurre que estos
fenómenos se han originado fuera de su propio sistema.» (Habla Seth II)

Índice
…contextualizando.
El partido de la separación
El partido de la Fuente
El juego
Granjas de egos
El desencajamiento del marco del campo de batalla del ego
Imaginemos que es cierto eso que venimos diciendo y trabajando por aquí (eso que lleva diciendo la literatura por activa y por pasiva toda la vida):
— el universo es nuestro propio sueño desde otro nivel aparente de nuestra propia mente.
El universo es por tanto un mero truco; y es también un truco el hecho de que este sueño, el universo, adonde venimos a repetir ciclos de «vida»-muerte —a este matadero—, nos parezca tan natural, o ajeno, enorme, extraño…, o fascinante… Todo esto sería un mero truco de la mente, y, por tanto, nuestro propio truco (y este truco es en realidad una defensa; de ello ya hemos hablado por aquí).
Si esta es la verdad, y si esto es así de simple —como creemos, y como vamos trabajando, interiormente, para liberarnos de la pesadilla—, entonces, en este sueño, si esto es así, existe la posibilidad de que la mente que aquí está aparentemente encarnada —por ejemplo en cuerpos del estilo de los nuestros, pues parece que «existen» muchos tipos de humanoides en el universo-ilusión…—, es posible que, ya digo, esa mente…, tenga o haya tenido una cierta estructuración, muy visible, muy polarizada, en una especie de dos «partidos» universales: dos paradójicos partidos o «causas» universales, y con historias más o menos «de ciencia ficción».
Y ya que hablamos de ciencia ficción, pongámonos en antecedentes: todo esto viene en parte porque conocemos la historia narrada a partir de las visiones que al parecer Anton Parks ha tenido durante muchos años. Y ya que el universo es una ilusión —nuestra propia ilusión—, estas visiones podrían estar también ajustadas a la «realidad» del universo; aclarar que, en este momento, yo sigo tendiendo a otorgarles, a estas visiones, un poco de «mayor» realidad que otras cosas (aún me siento un poco «engañado» por «la Matrix» 🙂 ). Pero en general, y para poder irnos salvando realmente de este universo, debemos otorgarle, a toda ilusión aquí —ya sea catalogada como «científica» o no— la misma realidad: ninguna. Así pues, con todo esto, vemos despuntar esta especie de inmensa paradoja.
Y decíamos «ajustadas a la realidad»…, en el sentido de, para empezar: igual de «mal» ajustadas que lo puedan estar las imágenes, conceptos, etc., que propone por ejemplo «el darwinismo» (en el que no creemos en absoluto: en ningún darwinismo-evolucionismo, de ningún tipo), en tanto que dicho darwinismo es solo un mito más acerca de nuestros «orígenes» en la Tierra. Para nosotros, entonces, la ciencia y los mitos son —y deben ser y sentirse y trabajarse como— exactamente lo mismo; y, todo esto ocurre una vez que sabemos que la separación es imposible y que el universo es nuestro propio sueño: un sueño donde precisamente venimos a hacernos —de forma muy macabra— «los inocentes».
Retrocedamos un poco, contextualizando.
La mente está dividida de una forma muy «global». Pero cuidado, ya desde esta misma división global, todo aquí, se trata de una ilusión, de un sueño de la propia mente. Así es de aparentemente difícil de entender, explicar…, es así de «paradójico» todo esto, ya que en realidad todo es nuestro propio sueño, y cualquier palabra o acto aquí es algo ambiguo, ya que potencialmente nos sirve tanto para mantenernos en el sueño de separación como para acercarnos a su disolución. La mente, decíamos, no se puede dividir, pero la mente puede en cierto modo creer que sí puede, puede creer que la separación es real; y este es nuestro «problema», y es todo nuestro problema; y es justo por eso por lo que estamos aquí, «vivos» (es decir, esperando más o menos «felizmente» una ilusión de muerte que nos sobrevendrá, a nosotros, los macabramente inocentes…, y, entonces…, vuelta a empezar…: en otra supuesta «vida», como estas: tan «olvidadizas»).
El partido de la separación…
Donde hablaremos por ejemplo sobre por qué sería tan estrafalario el satanismo (y viniendo de donde podría estar viniendo en parte dicho «satanismo»: ver los testimonios en David Icke, etc.); luego entonces se trata de ir hacia la «comprensión» —y el «perdón»— de un cierto «por qué» (tan irracional como lo es el universo), un «por qué» se habrían realizado o se realizarían hoy esas prácticas satánicas —y por todo tipo de seres, independientemente de lo «avanzados tecnológicamente» que estén, en este universo-sueño.
Entonces, sobreentendiendo a partir de ahora que la separación de la mente nunca se dio, aún así, habría una parte de la mente —encarnada en los cuerpos que sea y de la manera que sea, ya que en el universo que vemos las posibilidades parecen «infinitas»—, habría una parte de la mente, cuerpos, que, por tanto, defenderían con más ahínco el sueño-ilusión-universo de la separación; y lo defenderían con una aparente mayor consciencia de su creencia, es decir: del universo en tanto que mera creencia (y su propia creencia).
Es decir, estos cuerpos defenderían la separación sabiendo más conscientemente de qué va este juego del universo, sabiendo más trucos (y de ahí todos los problemas culturales que tenemos con los asuntos esotéricos, con las elites enredadas ahí, el satanismo, las manipulaciones del terrorismo en la granja de egos de la que formamos parte voluntariamente, a todos los niveles, hasta que conseguimos despertar…, etc.).
¿Pero serían más conscientes que quién? Pues más que, por ejemplo, nosotros mismos, más que nosotros antes de leer y comprender este texto o algún otro texto donde se hable de esto.
Nosotros parece que por defecto, cuando nos vemos aquí «encarnados», con la carita de inocentes, en los cuerpos…, nosotros defendemos la separación de una manera parece que muy inconsciente —en este tipo de encarnación humana, ya digo. Y digamos que la defendemos simplemente por cosas como «la supervivencia», «para poder sobrevivir» en un mundo más o menos «hostil»…, en un mundo que está lleno de gente por ejemplo más «tonta»…, más «injusta»…, más «fea»…, o de gente «peor» que nosotros por lo que sea y con la cual, por tanto, habría que «competir», que «medirse»…, y todo ese largo etcétera de dimensiones, de juicios infernales de los cuales consta el campo de batalla del ego en este aparente «aquí y ahora» ilusorio.
Defendemos pues, la separación, también por el mero hecho de venir aquí a aparentemente «interiorizar» (como si no lo hubiéramos elegido desde ese otro nivel de la mente…) estas formas o usos sociales, estas formas que estarían digamos que retrasadas, universalmente hablando: «retrasadas» si tenemos en cuenta que la verdad no tiene nada que ver con lo que creemos; las instituciones sociales están en cierto modo para disimular precisamente ese hecho: para básicamente apoyar la separación, en su base.
Así que el partido de la separación, el de los que toman partido más conscientemente por tal separación, sabe digamos que más «puramente» que está defendiendo una ilusión, y conoce quizá —más o menos fatídicamente para por ejemplo nosotros mismos en nuestra encarnación— algunos «trucos mentales» que son naturales en el universo: sobre el asunto de la reencarnación, etc.
Este partido sabe que necesita el universo para prolongar ese juego al que le está quizá tomando gusto. Este partido habría elegido conscientemente el universo, al ser consciente en gran medida de la verdad de la que estamos hablando, y al poder usar, dentro de tal verdad, algunos de sus trucos con aparente ventaja para sus egos aparentemente hiper-inflados (aunque en esto, el truco está en no ver jerarquía, en no ver «grados de egos», es decir, en abandonar progresivamente toda evaluación, todo juicio, pues todos estamos en el mismo problema, reconociéndolo o no: el de deshacer, es decir, de no creer, en la separación de muerte y destrucción ilusorias; el de deshacer el ego: el de no creernos este universo que es mero símbolo de la separación; pero esto que decimos es un avance de lo que tendremos que tratar ahora mismo, para hablar del siguiente «partido universal»).
El partido de la Fuente
Llamadlo «amor perfecto», llamadlo Fuente, o Dios, como más os guste; pero aquí, y perdonando el fatídico «uso patriarcal» de nuestra sociedad, vamos a llamarlo ‘Dios’; y Dios es solo amor perfecto, y es la mente que compartimos realmente; la otra, la ilusoria, aunque también es «global», sería la del ego; esa sería la mente que hemos en parte «descrito» hasta ahora en este escrito: la ilusoria, la mente dividida.
Y aclaremos por ejemplo desde ya que «Dios» nunca pudo castigar ni sacrificar a nadie ya que él no ve nuestro sueño, no ve el universo.
Y usaremos la palabra «Dios» para con ello ir perdonando (somos por cierto nosotros mismos los que tenemos que perdonar-nos todo lo aquí soñado, pues somos uno solo, una sola mente), para ir perdonando, decíamos, todo eso que se pueda pensar que se nos ha hecho, o todo eso con lo que se nos ha engañado: todo lo respectivo a lo patriarcal, las grandes religiones y sus absurdas luchas…, las instituciones sociales «x»… (ya sabemos —es un tópico— por ejemplo aquello de que las grandes religiones realizaron y realizarán chabacanos actos y «divulgaciones» de cosas que no tienen nada que ver con «la religión» (que no se puede instituir), o que son medias-verdades que desfiguran la verdad: la cual nos dice que esto es nuestro sueño y que «contra» ello solo podemos dejar de elegirlo, interiormente).
Así que llamaremos a veces simplemente ‘Dios’ a la Fuente, aunque quede menos «New Age» (así será más breve que «la Fuente», y por tanto, a veces más cómodo)…, llamaremos ‘Dios’ a eso con lo que estamos todos conectados, y que nos recuerda que esto es nuestro propio sueño, por difícil que se nos haga aquí de creer tal cosa (esa dificultad es precisamente lo que es este universo).
El hecho de que todos estemos conectados es algo que conocería y practicaría, más conscientemente, el partido del que hablamos, el «de Dios», el segundo partido, en el que nos parece más difícil constatar —ya como adultos— que también hemos nacido, de forma natural (es lo único en realidad que sería «natural»).
Y este hecho de la conexión con Dios-amor-perfecto es lo que «temerían» esas mentes que nos hemos figurado que existen en el partido de la separación (más conscientes del «juego»), pues ellas también están conectadas a eso que más temen. Por tanto, el conflicto en mentes así podríamos pensar que se tiene que dar de una forma muy aguda en tanto que sería «muy consciente». Aunque dicho conflicto en realidad ya sabemos: está en todos, lo tenemos todos de forma igualmente aguda, ya que somos uno; se trataría básicamente del temor a la Fuente, a Dios, y es algo que mueve también todas nuestras repetitivas e ilusorias «vidas».
Pero recordemos una vez más lo fundamental: ¡cuidado! Todo esto son solo matices de —y dentro de— una separación que no existe realmente, pues la verdad es verdad. Esto es muy difícil de aceptar pero es tan simple como lo decimos. Entonces, el partido de la separación ya ha perdido; y lo «malo», para ellos, es que lo saben, aunque el saberlo sea también quizá su revancha, su «barra libre» para hacer lo que ellos creerían que es «el mal» en este aparentemente «eterno» universo de la separación.
Sin embargo también hay algo macabro en hacer una separación en partidos: podemos inflar nuestro ego pensándonos que estamos en el otro partido, el de los «buenos», no recordando así, en según qué «época» del universo (pues esto habrá pasado a niveles «monumentales», seguro), no recordando así que todo esto no debemos utilizarlo para inflar nuestro ego: no existe el «mal», como se ha dicho ya muchas veces; el «mal» es simplemente oscuridad, un velo ante la luz, es un ilusorio no querer reconocer la verdad. Solo hay amor, solo hay bien, porque éste y aquél no pueden ver el mal; el mal se desvanece ante la luz del amor porque no es nada más que un velo que tapa lo natural, la verdad. Pero de lo que aquí queremos empezar a hablar es de los niveles posibles de institucionalización aparente de todo el «inflamiento espiritual» que pueden sufrir esos egos, en el partido de la Fuente: los egos que pueden llegar a tomarse demasiado «por su cuenta» ese trabajo de «salvarnos del sueño»; esto quizá sea algo que ya haya dado mucho que hablar en nuestro universo-ilusión.
Este aviso es pues para apuntar a lo paradójico que sería la existencia de «dos partidos» en torno a una separación que es ilusoria. El hecho de que hablemos de «dos partidos» es una muestra más de separación, aunque el matiz importante aquí es que estos partidos se aglutinan en torno a la verdad sobre el universo: todo lo que ya dijimos sobre que es nuestro sueño, etc. Es decir, hablar de la existencia de estos partidos estaría apuntando al marco o encaje donde se trata la verdad en tanto que verdad (lo de «nuestro propio sueño», etc.).
El segundo de estos partidos, el que corre el peligro de aceptar demasiado eso que pueden vivir en tanto que «enfermedad», la de aquel «inflamiento de ego espiritual»…, el segundo sabe —y practica— el hecho de que no hay que defenderse o no es posible defenderse de nada (defender es atacar) pues los cuerpos son ilusorios, y, entonces, defendiéndose, defendiendo sus cuerpos o los cuerpos, en parte siempre consiguen hacer más reales a los cuerpos, y por tanto al universo, ya que los cuerpos meramente simbolizan la idea de la separación, y, por tanto, hacen real al universo-sueño, que está montado por entero sobre la idea de la separación; así que cualquier trabajo de ataque-defensa prolongaría la separación, el sueño, ya que todo conflicto siempre está basado en miedo, es decir, está basado en algo falso, en algo que no existe (solo existe el amor perfecto).
Aún así, dentro de este partido, una vez que intelectualmente se conoce la verdad, puede que haya habido, en el universo, infinitos tipos de organizaciones —más o menos globalizadas universalemente— en torno a la imaginación, más o menos egoica, de estar «sirviendo a la Fuente», a Dios (en su plan de salvación, más o menos enfermizamente defendido —y «enfermizo» aquí sería la palabra con la que intentamos empezar a describir el «inflamiento del ego espiritual», que prolonga la separación al hacer que haya unos «malos» y otros «buenos»—); ese trabajo o este imaginarnos (más o menos desde el ego, como sucede con todo aquí, por defecto, en el universo de la separación), ese imaginarnos que estamos sirviendo a Dios, es en realidad algo que sobre todo tiene que ver con el trabajo interior: el de persuadirnos, interiormente, de que seamos nosotros mismos quienes queramos hacer nuestros sueños más felices, que los queramos hacer sueños de perdón, de bondad, etc., pero desde nosotros mismos (con el canal que tenemos compartido, dejándole «hablar»), y sin sensación de renunciar a nada ni de sacrificar nada, sin sensación de exigencia, etc. De este modo, tal trabajo persigue en general el abrir la receptividad ante el reconocimiento de nuestra verdadera naturaleza, es decir, de darnos el poder de reconocer progresiva y suavemente, con mayor facilidad, que todo esto es solo nuestro propio sueño, y, así, podemos irnos convenciendo a nosotros mismos de no invertir cada vez más «energías» en nuestros egos…, en la separación…, en el universo en tanto que universo de la separación. Esta persuasión, estos susurros del canal, que siempre en realidad tenemos activos…, se llevan a cabo con la unión o con el canal que todos tenemos —en el sueño—, ese canal que nos une con lo único real, con Dios —el canal es algo que se llamó, en nuestra tradición, «Espíritu Santo»; y lo seguiremos llamando E.S. o «canal».
Estas organizaciones son algo de lo que se habrá hablado —supongo— en muchos materiales de «lo cultural», en esos que etiquetamos como «ciencia ficción» o similares.
Estas organizaciones aparecen en el material del que hablamos, el de Anton Parks, que diríamos en principio que quizá podría ser un material más creíble que una novela, ya que las visiones de Parks se supone que no fueron nada buscadas, que fueron impuestas por vete a saber qué agencia, y en plena consciencia diurna, y con luz y sonido.
Pero, de nuevo avisemos: no queremos hacer más real o más fascinante el universo de la separación, sino hablar de estos dos partidos, y sobre todo para hablar de la verdad, como ayuda para el tema de la verdad que es el que llevamos tocando en varios artículos; es decir, tratamos de hablar sobre todo de lo que supone la existencia del segundo partido, para así guiarnos, o darnos un criterio, en lo que vayamos encontrando más o menos casualmente relativo al devenir universal, al devenir del sueño, y a lo largo de esta vida ilusoria nuestra; o también en lo que quizá a veces podamos ir buscando (información) sobre «la realidad del universo», sabiendo que, este universo es, paradójicamente, nuestra propia ilusión, y que las manifestaciones encarnadas, aquí, pueden haber conocido este hecho más de lo que podríamos pensar si ni siquiera sabemos que el juego en el universo va precisamente de esto.
El juego
En el partido de la separación —como dijimos— nacemos todos; somos devotos suyos a cada respiración, a cada llanto; en cada sufrimiento le damos un voto…, en cada «necesidad» sentida…, lo apoyamos con cada golpetazo, con cada choque donde «aprendemos lo que es la vida», con cada «meramente estar aquí», en el universo, desde bebés. También desafortunadamente apoyamos este partido si hacemos que las contrapartidas alegres dependan de las tristes, si hacemos depender la alegría de su contrapartida dual ilusoria (sufrimiento, tristeza…), es decir, si no despertamos al hecho de que hay «alegrías», hay «amor», que no pueden ser comparados con nada (si no despertamos, pues, a la no-dualidad, desde la dualidad).
La trampa es compleja, como vemos, pues también «las alegrías de esta vida» son casi siempre tomadas para apoyar la causa o el partido de la separación, el del ego. Tanto las alegres como las tristes son por defecto muestras o actos «inconscientes» de que nosotros, día a día y segundo a segundo, por el mero hecho de haber elegido otra «vida» más en el universo, «votamos», con todos esos actos meramente «existenciales», por el partido del universo, es decir, por creer que todo esto «es cierto», es real. Estamos todos aquí, en el universo —viendo esta «película» desde otro nivel de la mente pero creyendo que no es nuestra proyección— porque esa parte de nuestra mente es la que aquí aparentemente prepondera, es aquí la aparentemente más importante, en este ilusorio «aquí»: la parte que vota al partido de la separación.
Es decir, nacemos con el ego intacto, como algo a desplegar (con la «culpa» (auto-ataque «fundador») de siempre, de la que ya hemos hablado y hablaremos)…, y luego podemos o no darnos cuenta, más o menos pronto o más o menos «mejor», en la «vida», que todo esto no hace falta, y entonces podemos ponernos más bien a «servir a Dios», en el segundo partido del que hablábamos, el suyo, el de la Fuente (abriéndonos a la acción del canal, que no es tampoco «solo nuestro» y que no podemos controlar).
El ego es el núcleo de nuestra mente dividida; es donde se nos recuerda muy puramente una especie de asesinato ilusorio pero que creemos muy real: creemos haber negado-asesinado realmente a Dios, al amor perfecto; creemos que eso es algo posible, y creemos haber usurpado su papel creador con la fabricación de este universo que es por entero mental, y que es una defensa para tapar la culpa que tenemos como mente global unificada (el «gran ego», digamos) por cometer esto mismo que acabamos de decir. Por tanto, aquí venimos a defendernos ilusoriamente del miedo que nos da el creer que hemos cometido un acto así; venimos por tanto a «expiar» la culpa, pues en el universo creemos que la muerte es igual de real que la «vida», de esa vida que creemos que es toda la que hay, en el universo (cuando la vida real, la auténtica, no es siquiera de este mundo…, aunque sí que estamos conectados a ella mediante el canal); y en el universo, también creemos en el sufrimiento, y un largo etc.
Pero esta defensa, en realidad, sigue alimentando el miedo, o nos da incluso aparentemente más y más miedo: por ejemplo la muerte aquí da miedo —un miedo fundamental aquí.
Así que solo ya por el mero hecho de «aceptar el universo» estamos aceptando, por tanto, eso que vamos aprendiendo a ver, con la ayuda del canal, como un matadero, un auténtico matadero. Estamos entonces sirviendo de carnaza, aquí, y elegimos hacerlo, pues creemos que «lo otro» sería peor: creemos que, volviendo al amor perfecto, a Dios, el otro dios, el dios que el ego inventó para suplantar al Dios real (que es amor perfecto que no ve este sueño), el otro dios nos castigaría salvajemente; pero no, el Amor no tiene substitutos (y no podemos defendernos de nada, cualquier defensa es ilusoria, no hay nada de lo que defenderse, el amor no ataca, no condena, etc.).
Y bien, como podríamos ver que ya se está sugiriendo aquí…, esto se puede estar poniendo ya algo «satánico».
Si los del primer partido, el de la separación —y ya sea que estén o no muy avanzados tecnológica o mentalmente—, saben que el universo se fundamenta en este en cierto modo «miedo a Dios», y saben que estamos aquí en realidad porque estamos enredados en este lío de culpa, miedo y «falsa expiación del ego»…, entonces tienen «lógica» sus prácticas satánicas, o son «comprensibles» desde una «óptica de la mala leche». Podría parecer lógico que egos que han vivido o viven mucho más tiempo, en este universo (en tanto que civilización o incluso en tanto que individuos más longevos o con ciertas técnicas de longevidad y genéticas «x»), terminen adorando muy explícitamente a cosas como la muerte, el asesinato (puro aparente ataque, etc.) —es decir, adorando alguno de los pilares de esta ilusión-sueño: muerte, etc.
Ahora son muy conocidas todas estas prácticas —y el posible enredo de las elites en ellas— gracias a los testimonios que amontona por ejemplo el divulgador británico David Icke.
Los satánicamente «elegidos» parece que son elegidos desde muy pronto, a menudo; y los que presencian, o «disfrutan», de estas prácticas pertenecen a veces —se supone— a las elites políticas; y, en parte, están ahí con el objetivo de «no hablar», de cerrarles la boca (a veces serían políticos muy conocidos): el objetivo de crear «otro mundo», chantajes, etc., para que se callen para siempre; en estos grupos se hablaría o se practicarían entonces los «temas» de los que hablamos.
Temas como el de la realidad del guión del ego, en este mundo: por ejemplo sobre cómo sería realmente el mundo acerca de todas las manipulaciones que existen alrededor del terrorismo, a la hora de que tales manipulaciones sirven para dar grandes latigazos a la granja de egos (luego hablaremos de esto).
Y, pensemos, es posible que, en estas prácticas, se muestren algunos trucos mentales de esos que nosotros, el populacho, no conoceríamos normalmente, y ello aparte de que quizá, ayudándose de tales trucos, también traten de trabajar el conocimiento de la simple verdad que ya hemos expuesto (pero vista desde la «lógica» y la óptica del partido de la separación): la de que todo esto es mental, por entero. También parece por tanto que estas prácticas —por lo poco que he visto en Icke— estarían motivadas a enseñar un cierto desprecio por los propios cuerpos humanos, situándose en la visión de la separación: si la separación es nuestro propio sueño, «entonces da igual lo que hagamos, pues, como «el mal» no existe, hagámoslo» (serían pues los más directamente auto-encargados, con los egos hiper-inflados, reyes de un reino de nada…, por tanto…, auto-proclamados reyes de la muerte…, los encargados de mantener el sucio trabajito de la dualidad: «mal» frente a «bien»…, etc.. Y no sabemos tampoco con qué resultados lo hacen…, y si realmente solo «se las dan de importantes», pero bueno, ahí queda).
Notemos que este desprecio ritual o «institucional» por los cuerpos ya lo manifestamos de hecho en tanto que mera «civilización», con el manejo de los animales o, claro, con las guerras, campos de concentración, etc. Pero esta gente «satánica» estaría o se habría puesto a sí misma al «cuidado» de ello (y no sabemos desde cuándo y con qué conciencia o tipos de «seres»): al cuidado ritual de las ideas que giran en torno a todo esto, de las ideas de la dualidad: se estaría ahí hablando, o trabajando, el hecho de que todo esto (muerte, asesinato, etc.) es, de un cierto modo, fundamental para el universo, ya que aquí venimos literalmente a un matadero a sacrificarnos creyendo que es lógico sufrir, enfermar, morir (aquí por defecto más bien creemos que no «lo pensamos», sino que todo eso es simplemente algo «natural»; pero no: desde otro nivel de la mente nosotros elegimos estas proyecciones-vidas muy conscientemente por la culpa que sentimos; este universo es culpa, y venimos aquí a repetir la idea de la muerte, la idea de la separación, la individualidad, etc.).
El mensaje del partido de Dios es, como veis, el contrario: todo esto de la dualidad es ilógico, y por raro que nos parezca un mensaje así de simple.
Y aquí, en el universo de la dualidad, por tanto, y mirado desde un nivel «puramente metafísico», todo sería «satánico», por definición: desde la ciencia más aparentemente «inocente» hasta la institución más macabra, ya que con todo ello se prolonga la separación.
Pero de nosotros depende elegir despertar del sueño cuanto antes, y que sea el canal quien nos enseñe a verlo todo de forma más dulce para conseguir nuestra iluminación —en vida, nunca muriendo, pues morir no sirve para nada sin convertir el sueño, en vida, en sueño feliz (lo contrario a lo que dictan a veces conscientemente las «satánicas» grandes religiones, que han vivido de promover versiones sacrificiales de la vida, etc.).
Así que, en un nivel más práctico, menos puramente metafísico, es decir, en el nivel de nuestra práctica, y una vez que entendemos todas estas cosas metafísicas fundamentales, hay cierta gradación en las condiciones que hacen o no más aparentemente sencillo el despertar, la iluminación.
Es decir, por ejemplo, si uno no tiene ni un momento para respirar tranquilo, será lógicamente más difícil darse cuenta de que todo esto es nuestro propio sueño, y más difícil el conectar con Dios mediante el canal para que se nos susurre y se nos inspire acerca de nuestros pasos en el deshacer el ego.
Es decir, las sociedades tienden, ahora mismo, como parece que vemos, tenderían a hacer más fácil la vida al partido de «lo satánico»:
– hay más estrés,
– un cierto mayor quizá «control» robotizado-industrializado de las consciencias,
– mayor grandiosidad en las acumulaciones humanas, en los transportes, sacrificios, etc.
Todo esto le encanta al ego, como vemos así de simple y llanamente sugerido en una parte del fundamental libro de Gary R. Renard titulado ‘la desaparición del universo’. Se trata de la grandiosidad del ego frente a la grandeza interior que siempre podríamos elegir, que nos está llamando siempre a todos.
Todo este «estrés», etc., ayudaría pues a potenciar nuestra ilusoria «parte ego» de la mente, esa que aquí ha venido a sacrificarse. En realidad, más bien se dice que ayuda a potenciar nuestra decisión por el ego, que repite por tanto esa decisión que fue lo que en realidad dio pie al universo (y lo sigue dando, «holográficamente» hablando), haciendo pues que «parte» de la mente creyera posible el sueño de individualidad…, y, luego, temiera además por ello: temiera una venganza ilusoria por un dios inventado, un dios que en realidad no podía ver nada de lo que aquí se estaba soñando; esa mente, también se dice, en ese instante tonto, se olvidó de reírse de una tontería.
En Anton Parks también podemos ver algunas pistas posibles para hablar de las características que tendrían o podrían haber tenido los humanoides que, por cierto, pudieron tener que ver con nuestro «origen» como homo sapiens: esta última hibridación de homínidos que aparentemente aquí nos dio lugar como homo sapiens, en la linealidad ilusoria del sueño-universo, habría sido realizada parece que por ciertos humanoides reptilianos.
Vemos en Parks unos seres humanoides reptilianos a veces muy estrafalarios (no todos lo son, pues algunos eran o decían ser, en sus visiones, declaradamente del partido de Dios —con toda la trampa que esto pueda haberles supuesto a veces para el ego, no sabemos).
Y nos parecerían estrafalarios, esperpénticos, por lo dicho: porque tenemos a veces polarizada la imagen de los «extraterrestres» hacia una imagen más bucólica, más «de seres avanzados»; pero ahora ya sabemos por qué no podemos verlos así, no tras haber visto claramente el tipo de verdad que estaría fundando este universo (de lo que hablamos desde este artículo en el blog, y tras cerrar la anterior web), es decir, tras haber visto la base de la verdad y el sentido que podría tener la existencia del «otro partido universal»… (el de los servidores de la Fuente, el partido que ve pues la verdad ya no desde el lado «satánico», sino desde el lado del amor por ese cierto dulce despertar del sueño, un despertar al que todos estamos llamados).
En Anton Parks, la especie de coalición universal que aparece, la de servidores de la Fuente, de Dios, se llaman Kadistu (pronunciar más bien Kadishtu). Y vemos ahí, en los libros, cómo realmente se arman a veces, al principio, hasta los dientes, y, realmente, con estructuras defensivas colosales, en batallas, contra los ataques planeados de esas partes —muy estrafalarias y exageradamente conflictivas— del mundo reptiliano que luego acabarían en este planeta Tierra.
Parks nos dice que del vocablo ‘kadistu’, que es al parecer «sumerio», vendrían palabras del acadio, como parece que es la de ‘qadistu’ (también ‘qadishtu’), y que derivarían a su vez hacia la raíz hebrea (creo que algo así como qad—, etc.) que denotaría el sentido de pureza, etc. Qadistu, según dice Parks, al parecer también denotaba una prostituta sagrada en aquel mundo acadio.
Pero recordemos una vez más lo paradójico que esto es: en el conocimiento de aquellos supuestos «servidores de la Fuente» debe estar el que el ataque y la defensa son lo mismo: prolongar la ilusión, acentuar el ego (eso aprendemos en el Curso, un Curso que sería una de las miles de formas que tiene el programa de estudios universal, y que nos facilita el acercamiento a la simple experiencia de la Fuente o de Dios como amor perfecto…, aprendiendo nada más y nada menos, y todo lo dulcemente que podamos…, que esto no es más que nuestro sueño). Entonces, ya decíamos, obviamente al ego lo veríamos funcionar a todo gas, igualmente, en estas coaliciones universales, por mucho que ahí esté más centrado en torno a la verdad universal: en torno a esa verdad de la cual ya no querrían ni siquiera oír hablar, seguramente, esos estrafalarios reptilianos que, al parecer, orquestaron una especie de conspiración o último embate contra su propia raza, ya dividida desde al parecer milenios y milenios atrás. Tras ello, al parecer, algún remanente de este mundo macabro de reptilianos rebotados apareció en la Tierra…, y mil y una historias más, tenemos ahí, para perdernos en la ilusión, pero que a veces nos pueden venir bien para convencernos, quizá mejor aún de lo que ya estemos…, de que esto no es más que un sueño, y nuestro sueño.
Granjas de egos
¿Cómo sería esto en nuestro mundo hoy?
El partido «satánico» podría ser que estuviera más o menos a cargo del aparente gobierno del guión del ego, a grandes rasgos, y siempre más o menos ilusoriamente.
Ese sería el papel que han elegido reencarnar en algún momento (quizá vosotros o nosotros, en vidas anteriores, hemos o habéis —ilusoriamente— pertenecido mucho más explícitamente, mucho más a sabiendas, a tal oscuro partido de la separación, en esta u otras civilizaciones anteriores y tecnológicamente «más avanzadas»).
Tal partido, juega, por tanto, y para sí mismo el primero, a saberse en realidad «vencedor» en este manicomio (o en este matadero que es el universo). Tal partido se ve pues, a su modo, como vencedor; es una victoria que consiguen y conseguimos todos ya casi solo por jugar el juego, ya que se consigue ya solo casi por entrar en el campo de juego: el universo; así que por ello supongo que los satánicos, al universo, lo podrá ver a veces como «algo suyo», como «su tema», ya que el despertar es por contra algo interior (es el ir saliendo de todo este juego, donde el conflicto no tiene sentido, donde la dualidad es algo irrisorio).
Este partido está en parte también muy interesado, por tanto, en el cultivo y administración de esos egos que somos todos…, en estas granjas de egos que aquí vemos «ahora» y donde hemos elegido «convivir» desde ese otro nivel de la mente.
Ese partido, pues, como ya dijimos, lo somos todos, consciente o inconscientemente; pero no sabemos, por cierto, hasta qué punto quizá en ese partido se hayan dado también a menudo ciertas técnicas acerca de la reencarnación, ya que a ellos tales técnicas podrían darles la quizá sabrosa sensación o ilusión de que las líneas de dominadores —aparte de depender de la «tontería», con perdón, de la genética, que queda para civilizaciones «de segunda», como la nuestra—, habrían dependido de esa otra tontería de la reencarnación, en algún modo: es decir, de controlar o de parecer que se estaba controlando algún aspecto de la reencarnación, y todo, ya decimos, en según qué épocas o civilizaciones.
En estas granjas de egos por tanto se estimularía conscientemente el alentar las condiciones civilizatorias «x», siempre en una especie de componenda imposible, de difícil tira y afloja:
— por un lado podríamos suponer que en el universo hacen falta «civilizaciones», condiciones de vida donde se puedan dar «egos»…, y por tanto debe ser posible aquí todo esto de la existencia de los planetas…, de todo tipo de historietas de egos…, y debe necesitarse por tanto todo el espacio ilusorio posible (planetas, etc.) para que «reencarnemos» aquí una y otra vez, «nosotros», en tanto que somos «partes» de la «mente dividida» y que venimos a «expiar» esta estúpida culpa que nosotros mismos hemos inventado.
Entonces, como todo esto hace falta, los «grandes egos» tampoco están simplemente en contra de nadie, «de nosotros»… (en realidad también saben que somos uno, y lo saben mejor que la mayoría de nosotros, aunque ellos «para mal»), pues, aquí, se necesitan egos, y supongo que cuantos más y más embrollados y amantes de la complejidad mejor…, y se necesitaría por tanto poder cultivar por ejemplo humanos que se sientan «útiles para el universo», en general; es decir, se necesitaría permitir la aparente existencia de una cantidad «x» de bondad, de igualdad, de hermandad, etc., implantadas aquí con las instituciones de turno que sean, más o menos aparentemente benévolas.
— por otro lado, un auto-postulado «gran-ego», necesitará quizá a veces hacer que tal campo del ego sea como dijimos antes: más estrés, más grandiosidad, etc.
Y si el universo es ya algo que nos parece por sí mismo grandioso…, y, nosotros, una mierdecilla a su lado…, entonces qué mejor que añadir más y más grandiosidad a todo esto, con la mega-industrialización (de formas de vida, consciencias, etc.)…, con «civilizaciones» donde nosotros mismos nos vemos lógica y doblemente como «mierdecillas» ante todo este lío de engranajes sociales; y, por supuesto, y muy dualmente, también nos podemos ver como los posibles «superhombres»: esos que, en alguna vida, alguna vez habréis sido, quizás; esos «triunfandores», que triunfan por sobre encima del vecino o de los congéneres; los «millonarios»…, el «papa»…, presidentes varios…, etc., etc.; esos que parecen surgir ahí, desde toda esa muchedumbre desconsolada que se cree y nos creemos «felices» aquí, en vidas de estúpida expiación y de sacrificio impenitente a cargo del satánico guión del ego…, dando continuidad día a día y con más y más cuerpos a este matadero que llamamos universo —cuya sucursal es: «la civilización».
El otro partido, que también somos todos —lo queramos o no al compartir la mente dividida que es este universo—, el otro partido, el de los servidores de Dios, está interesado o bien practica el hecho de —sin querer ser el papa de Roma, pues el amor no necesita defenderse con normas de conducta, ya que es algo interior, si bien él, el papa, como cualquier otra persona, y cuando quiera, también se puede perdonar sus tonterías a sí mismo, cuando quiera…—, se practica, decíamos, el hacer que aquí se haga dulcemente cada vez más visible la verdad.
A veces, para ello, para irse iluminando, no parece necesario siquiera conocer todo esto sobre que «el universo es nuestro sueño»; simplemente habrá bastado, muchas veces, con «perdonar» y «perdonar» todo el rato toda «percepción»…, no dejándose con ello influir más por eso que la sociedad vende como sus dualidades (no sintiendo algo como malo, feo, etc., en tanto que dependen de algo que no lo es…), no interiorizando la dualidad de maldad-bondad, fealdad-belleza…, sabiendo y practicando desde nuestro interior que ahí, dentro nuestro, hay algo «puro» (el canal con el amor perfecto que podemos aprender a escuchar con materiales universales, como el Curso del que hablamos).
El desencajamiento del marco del campo de batalla del ego
Como vemos, lo de ahí fuera (instituciones, etc.), en estos momentos, no refleja o dramatiza este tipo de lucha, tan pura, entre estos dos partidos, ya que éstos no están ahí en tanto tales; aparte de que «ahí fuera», por definición, jamás puede estar la verdad (solo está dentro nuestro, y en el trabajo de reconocer nuestro canal, que puede ayudarse de materiales como el Curso, y demás —que nos ayudan ya que estamos muy perdidos).
Veríamos quizá «ahí fuera» dramatizada esta lucha si se hiciera más público el hecho de que seguramente existen estos grupos de elite «satánicos» que manejan o intentan manejar ciertos hilos como van pudiendo desde hace mucho tiempo, y que tendrían así que ver con el gobierno real del mundo (porque «la economía», el cuarto poder, no sería obviamente eso tan neutral, neutral como tendemos a querer ver, en nuestro afán de «perdonar el mundo» —que por otra parte es un buen afán).
Se harían públicas así unas motivaciones que son mucho más importantes de lo que creemos para el universo, unas motivaciones más puras; y esto quizá «no conviene».
Así que esto no tiene visos de que se vaya a hacer público, no de aquí a unos cuantos siglos en la ilusión de universo que ahora parecemos «vivir» en este planeta Tierra; pero ello tampoco importa, pues aquí realmente nada importa: solo es importante el despertar de la ilusión.
En el universo, y como este universo es falso, lo que más importa para que algo sea «verdad» —según lo que piensa el universo que es verdad— es lo que menos le gustaba a nuestros insignes y amados platónicos; es eso de que el acuerdo entre muchos, la convención, sea lo que al final rija «la verdad» de algo; la verdad, para desdicha del platónico clásico y para gozo de un «sofista», digamos que es lo dictado por la convención, por el común acuerdo —acuerdo digamos «sofista».
Pero aquí vemos la dualidad jugándonos una mala pasada, porque todo depende del contexto; es decir, en general tanta «razón» pueden tener tanto los sofistas de paja, esos que nos estamos inventando, por su énfasis en «la unión» (porque solo uniéndonos podemos reflejar la unión del Cielo, nuestra auténtica realidad, interior), como tanta «razón» también tienen los platónicos —en su afán por eso de…: «la verdad no es de este mundo».
Lo que ocurre aquí es que la unión reflejada por los sofistas sería la unión de y para lo falso, que no vendría desde esa «interior visión del Bien», del «Amor»; que no vendría de la sabiduría; es decir, esos sofistas no jugarían con esa visión como un factor principal, y habrían corrompido la sabiduría. Los por otra parte ilusos platónicos creerían que en este mundo se podría institucionalizar de algún modo la sabiduría (es decir, creerían en un tipo de magia particular); y no, no es posible institucionalizar eso, ya que este mundo no tiene solución en tanto que mundo pues no es siquiera real.
Pero la unión platónica querría estar fundada, pues, desde la verticalidad de los interiores: unámonos, sí, pero no por vuestra unión falsa, sino porque ninguno estamos aquí, real y solamente aquí, en este mundo, sino que apuntamos a algo de fuera (tradicional y algo confusamente situado «arriba», y por eso lo de aquella «verticalidad»): en nuestro interior tenemos el foco de toda verdad, y esta es un recordar (y nosotros, ahora que sabemos la verdad, con este tipo de programa de estudios universal que es el Curso, nosotros, ahora ya sabemos lo que hay que reconocer o recordar: que no somos de este mundo, ya que este mundo de culpa, ataque, etc., nos lo hemos inventado nosotros mismos para tapar nuestra verdadera naturaleza en tanto que unidos en y con el amor perfecto, con nuestra verdadera Fuente, Dios).
Pero ya dijimos, esto no es institucionalizable, al igual que la religión no se puede institucionalizar (pues la verdadera religión es la llamada interior a salir de este matadero).
Así, el partido de la dualidad, o el partido de la separación, podría parecer que tiene todas las de ganar en un mundo configurado por y para la competición, la mega-industrialización de todo y de todos, etc., ya que así no hay tiempo más que para hacerse su guión dentro del muy especializado engranaje-guión.
Pero, paradójicamente, tenemos como nunca antes la posibilidad de despertar, pues tenemos un acceso más y más abierto y claro a materiales como el Curso (ayudados por la libertad de expresión, internet, y demás), que nos invitan a deshacer radicalmente el ego para escapar del infierno de universo que nos hemos montado a nosotros mismos. Sin embargo, las propias ruedas del engranaje nos hacen más y más difícil a veces interiorizar siquiera que eso es algo que podemos realmente querer aquí, ya que «hay que sobrevivir», «hay que competir», «hacerse una carrera» en este mundo fascinante por embrollado, por caótico, por a veces «sucio», etc., etc.
Así que el campo de batalla que es la granja de egos tiene y tendrá siempre un horizonte cuyo marco está desencajado con respecto a lo que es la verdad del universo: que es nuestro sueño.
Hablar de las condiciones actuales de ese desencaje —»siempre necesario» en el universo-ego— conllevaría pues hablar de algunas obviedades, como:
– la configuración de las «grandes religiones», que servirían en parte «para despistarnos», para apartar y encasillar el problema de Dios en una serie de por ejemplo normas de conducta…, de instituciones donde fosilizar y engrandecer egos…, en una paradójica —imposible— institucionalización del amor…
– la de la manipulación del terrorismo.
Esto nos da un buen ejemplo que nos lleva a preguntarnos algunas cosas sobre el perdón, la paz y las instituciones.
Si somos esos paradójicos partidarios del «partido de Dios», entonces, en lo de «ahí fuera» no debemos poder nunca ver «ataque»; es decir, en cualquier «ataque» solo debemos aprender a ver una petición de amor (y, por supuesto, en general, las expresiones de amor las veremos como lo que ya nos parecen).
Es decir, solo hay dos cosas: o expresiones de amor o peticiones de amor.
Y si ocurre esto (que sería algo así como la esencia del perdón o del acceso a la visión, pero que, obviamente, es muy difícil de adquirir realmente, en nuestras vidas, generalizando esa percepción —pues no es para nada algo «intelectual»)…, si ocurre, decíamos, que en ese partido nosotros jugamos a eso…, entonces preguntémonos sobre el desencaje que se da en torno a la manipulación del terrorismo.
El mundo está ahí desencajado, con otro «sub-ejemplo» de desencaje del marco: a menudo parece que los terroristas no son esas personas que nos dicen los medios que son, sino que, a menudo, parece que los atentados son un cúmulo de manipulaciones y que están permitidos y alentados desde hace mucho tiempo por agencias relacionadas con los servicios de cosas como el Estado (la «inteligencia», servicios secretos, etc., etc.); y esto sucedería en atentados como el 11-S o como por ejemplo también el 11-M, donde parece que las manipulaciones son ya cosas palpables a poco que cualquiera se ponga a mirar.
Claro que lo importante no es buscar «culpables» (el universo es en sí «culpa»), sino perdonar, y recordando que solo perdonamos interiormente (buscando el trabajar y vivir la sensación de que «no hay nada ahí fuera», no realmente), es decir, no viendo nunca ataque (viéndolo en tanto petición de amor, pidiendo así ayuda al canal interior para que transmute en cierto modo la percepción (eso es el «milagro», ese cambio de percepción) y, a veces, tras ello, puedan así darse ciertos efectos (que serían el posible resultado, «la curación», en general, que no es siempre visible en el «aquí y ahora» de después del milagro de aquel cambio de percepción).
Y lo que ocurre entonces es que las elites, esas que podrían estar a menudo a cargo de esa parte del guión del ego que llamamos «terrorismo» (a cargo de la manipulación de la granja de egos, de manipular la fluidez de nuestros egoicos circuitos de materiales y consciencia mediante «terrorismo»…), las «elites», no salen a la luz; así que, cuando nos perdonamos a nosotros mismos (como ego colectivo, dentro de cada uno de nosotros asumiendo toda la responsabilidad por lo que vemos pretendidamente «ahí fuera» en un ahí fuera que sabemos que no existe realmente pues todo está conectado en la mente dividida y todo es igualmente falso y transmutable por nuestro canal…), cuando nos perdonamos por siquiera haber soñado o estar soñando esas «imágenes de ataque»…, entonces se nos pueden pasar por la mente falsas imágenes, en tanto que son por ejemplo las imágenes de los «falsos culpables».
Esto nos puede despistar quizá de muchas maneras, aunque más bien es una cuestión que dejamos aquí planteada, pues simplemente nos la preguntamos; es decir, que más que afirmar nada, nos lo preguntamos, ya que el universo, al ser completamente ilusorio, importa solo en tanto que es algo a perdonar, algo a dejar que el canal en nosotros nos ayude a transmutar en un sueño de perdón.
Por tanto, las manipulaciones tienen un objetivo que podría por un lado parecer terriblemente astuto para los granjeros de egos —aunque también es un arma de doble filo aquí, en el universo, donde todo son armas de doble filo:
1. las manipulaciones son manipulaciones reales, de acuerdo, pues además ya hay muchas al parecer muy bien y oficialmente demostradas, y de terrorismo, a lo largo del siglo XX (y sino la mayor parte de actos terroristas, muchos son manipulaciones de manipulaciones hasta el infinito…), y ello bien a sabiendas de los Estados, etc.; las manipulaciones no solo consiguen «fabricar terrorismo» como fenómeno social para manejar la granja en ese sentido (hacer invivible o o un poco irrespirables las meras condiciones de vida de los seres humanos: el mero subir a un tren nos recuerda «una tragedia», etc.);
2. no solo eso, sino que muy caótica y «diabólicamente» consiguen además cierto «malestar» de esos egos, que somos todos, y que necesitamos a veces saber «la verdad» a nivel del universo —y la verdad en este nivel parece que tiene muy poco que ver, o nada, con: «terroristas fundamentalistas islámicos atacando las torres gemelas el 11-S y secuestrando aviones para ello».
Pero dicho malestar es también lo que puede tornarse en un arma contra el campo del ego —»contra los grandes-egos»—, ya que ese malestar creo que no seré yo el único que, en este mundo, lo haya podido empezar a transmutar en la sensación de…: ¿dónde vivimos realmente?
Y todo hasta que…, en mi caso…, he conseguido felizmente encontrar la verdad: no estamos aquí, es nuestro propio sueño elegido por nosotros desde otro nivel de la mente. Esta es la única verdad universal, es lo único que al final vale la pena conocer, es lo que articula y aclara todo. Y, para salir de esto, tenemos que —y aprenderemos todos a— «perdonar» toda percepción, aquí, pues ninguna percepción, nada, en el universo, es real; todo lo que vemos solo debe ser utilizado, por tanto, como medio para deshacer el sueño, como medio para hacer este sueño más y más feliz para cada uno, dentro de cada uno, percibiendo con la ayuda de nuestro canal interior, y sea como sea el pretendido «exterior» (más o menos dañino: lo hemos elegido; si no nos responsabilizamos no hay salida; no podemos cambiar la dualidad, que está condenada por el hecho mismo de ser dualidad, un universo de dualidad).
No podemos, por tanto, «cambiar el mundo», pues no hay nada «ahí fuera»; solo podemos perdonar, en un trabajo interior. Las «conspiraciones» son por tanto una oportunidad tan ideal como cualquier otra para perdonar(-nos a nosotros mismos).
Y luego ya podremos hablar de «las relaciones de desencaje del marco», de las condiciones que posibilitan estas bestialidades, las que hemos visto, en torno al manipulado y manipulante terrorismo, y a la hora de hacer o no más fácil el trabajo al partido «contra el ego». Pero, recordaremos siempre, ese «partido» es solo interior, y el plan de salvación del sueño no lo hemos inventado nosotros y nunca podemos estar a su cargo; solo debemos y podemos aceptarlo en nosotros. Ese es todo nuestro trabajo.
Paz y amor.

Un comentario en “Dos Partidos universales. Notas sobre el gobierno de las granjas de egos”

  1. Archivo aquí este comentario que hago, en el sentido de este artículo, en «despertares»:
    «
    ya ves!
    desde luego que la historia tiene más que ver con algo así, que con un… «venimos del mono» 🙂
    «Venimos», claro, de cierto modo del mono, digamos (como «venimos» de la materia si creemos que eso existe (y no));
    sí, vale…, pero parece que «venimos» en parte con muchas «manipulaciones» entre medias, y casi desde siempre (en realidad este sueño-universo dicen que se ha dado, que ha ocurrido, todo de golpe, desde la perspectiva de la eternidad, la real… y entonces aquí simplemente venimos, al teatro del tiempo lineal…, a creernos esto y de este modo en parte a «recrearlo»).
    Yo me quedé sorprendido de los testimonios de Anton Parks al respecto, sus libros son muy atractivos.
    Y por cierto, no conozco lo de Urantia por ejemplo. ¿Sabe alguien en dos líneas algo de cómo se trata este tema de nuestro origen en esos otros textos? ¿Y en lo de la «historia secreta» de la humanidad, de esa otra célebre autora?
    Al final, como somos los «proyectores holocuánticos» según dice Morfeo (es decir, para mí: los soñadores de este sueño), tampoco creo que al final de los finales se pueda decir nada, nada «a ciencia cierta» 🙂
    Y que eso no se pueda daría un poco igual, si es que esto es al final simplemente nuestro sueño-proyección.
    Para mí el universo es por una parte «satánico»; quiere decir, que este universo es un lugar de cultivo de «dualidad», puramente; cultivo de ego.
    Es decir, aquí en el sueño «hay que» dosificar miedo-destrucción sí o sí…, y aquí venimos a repetir inconscientemente ciclos de muerte, la nuestra, de forma bien absurda.
    Por tanto todos somos los primeros «cómplices» de todo esto, ya solo por ser meros egos, en la dualidad (solo por creer en el universo, en la separación…, y por creer que «la muerte existe», y este tipo de cosas).
    E imagino que, si estos seres reptilianos u otros humanoides sobreviven durante largo tiempo, como parece que podría ocurrir según los «testimonios» de Parks…, entonces este aspecto «satánico» sería algo que se agudizaría en ellos. Este aspecto sintoniza y simboliza, digamos más puramente, «lo que es» este universo en un nivel básico (del que claro, «hay que» escapar): es un sitio donde en realidad se desea la muerte; es un lugar adonde venimos atemorizados a experimentarnos como víctimas o como victimarios, a experimentar ataque respecto a «lo demás» pretendidamente «fuera de nosotros»… a experimentar pues «culpabilización», de todo «lo demás» y los demás…, cosas que están pretendidamente «ahí fuera»… con este ilusorio «tiempo lineal»…, etc.
    No hay nada «fuera», pese a lo difícil que es sentir esto; pero ahora veo que es de eso justo de lo que iba «la espiritualidad», como veo al fin! De sentir que no hay nada fuera, como los «sabios» de lo que parecen las enseñanzas espirituales más profundas parecen haber enseñado «siempre»:
    – vedanta advaita, con su no dualismo puro (Shankara por ejemplo)…
    – o «Jesús» mismo, en el fantástico y muy práctico «un curso de milagros», también puramente no-dual, y donde «corrige» muchos errores de interpretación, de «significados» de lo que quiso decir este otro «despertado del sueño».
    Y es que, al parecer, el problema es tan simple como que en general sentimos demasiada «culpa» («auto-ataque», en la mente, que sería, el mental, «el nivel importante», el «proyector», claro)…, demasiada «culpa» como para aceptar la otra realidad, demasiada como para aceptarnos del todo, a nosotros mismos, en nuestra unidad de «la otra realidad» —siempre también mental, pues los cuerpos son también proyecciones.
    Esa otra realidad en la que estamos sería simplemente la Fuente no-dual.
    Así que el satanismo tendría cierto sentido «lógico»…, en tanto obvia «religión» posible en el universo, quizá ya muy «polarizada» en seres que estarían digamos que ya muy cansados (el universo es en realidad cansancio —esa idea—, «auto-densificación» de una mínima parte de la mente que está en realidad en la Fuente…, y que se siente irrisoriamente «culpable», y que duerme por ello este su sueño de dualidad).
    Así que todos somos satánicos meramente por nacer aquí: por cultivar la dualidad.
    Y el problema que parece que tenemos es que todo es demasiado simple…, entre otras cosas porque la «religión» que haría la contra al «satanismo» global del que hablo no se puede instituir, la religión es algo mental, de escapada de este sueño, simplemente, por eso no se puede instituir! 🙂 (y ese «satanismo» recordemos que es algo que lo «somos», ya solo por ser cuerpos separados, creyendo en la separación…).
    Al final todo esto viene por esto:
    no sé si se puede decir tanto lo de que «alguien quiere retomar» el control total de todo esto. Por ejemplo.
    El universo ya es «control», es decir, ya es «satánico» (separación), diciéndolo de cierta manera…, ya lo es en el nivel básico… por ser dualidad irrisoria…, con su muerte y su pseudo-«vida» dependiente de dicha «absurda muerte».
    Vamos, que creo que podríamos intentar quitarnos toda sensación de víctima, pues en realidad hemos venido al universo —aparte de a despertar del sueño— a hacernos las víctimas (miedo a la muerte, culpar a otros…, etc.); venimos a atacar, en general, claro, y aunque parezca darse a un nivel muy sutil «mental» (la mente es muy poderosa, ya sabréis, y crea constantemente…, y un pensamiento «pequeñito» de nuestro nivel parece que ni se puede concebir siquiera aquello con lo que estaría «conectándose» o «fabricando» en el resto de «realidades»…, esas que componen nuestro hojaldre particular-dual…, ese que se dio de una vez por todas cuando toda la mente_ego soñó esto de una vez).
    Así que, en realidad, yo creo que esta especie de granja de egos, como la que tenemos en la Tierra, es algo que, al universo, al sueño, le/nos convino «fabricar»…, y le/nos conviene mantener por una parte, claro:
    – con ese un matiz dual de «desespiritualización» (puramente expresado en el satanismo como cultivo del polo dual básico del miedo),
    – y con el respectivo y controlado lado o matiz de «espiritualidad».
    Siempre un tira y afloja, con diversas manifestaciones, suponemos, en innumerables tipos de mundos y procesos.
    Habrá, digamos, «egos superiores»…, seguramente, en el sueño.
    Pero vaya!, al final la eternidad es igual para todos y ellos están haciendo el tonto igual que nosotros :), aunque duela tanto a veces esto… y aunque todo parezca tan «objetivamente» liberable (en realidad no hay nada «objetivo» ni «material», como sabréis :); todo todo es mente…, y lo demás es porque «lo creemos»… 🙂 ; vaya, no sabía que era tan sencillo todo esto y que la clave es eso, lo de siempre, «esotérica», jaja; qué alivio!).
    Vamos, que esto es un tira y afloja…, y en el universo conviene cultivar este tipo de planetas y este tipo de escenario donde «culpar», etc.
    Luego… simplemente: estamos haciendo el panoli, en general.
    »

Comentarios cerrados.