Cantan los dioses, cantan los pájaros…

Curruca zarcera
(Sylvia communis)
wikipedia. Steve Garvie, Dunfermline, Fife, Scotland.

 
Nada está separado, en un sentido muy literal y práctico… en el sentido más pragmático de la literal fabricación de las cosas. Todo nos sana sutilmente (enlace a Eva Julián).
Nosotros somos los pájaros; es nuestra propia mente la que nos canta a través de ellos. Si os fijáis, ningún canto de ningún pájaro es realmente monótono, ni siquiera el piar a veces muy débil del gorrión (los enlaces llevan a los cantos o los reclamos)… que parece glorificar tímidamente la útil inexistencia de la acera.
Las alondras tejen entre todas una red de seda dorada sobre la estepa amarillo brillante para elevarla… para elevar ese tejido sutil de planicie llevándoselo agradecidas al Sol en sus interminables ascensiones cantadas.
No es monótono el mirlo, que milagrosamente canta fuerte también en los suburbios, entre todas esas viejas antenas de televisión… quizá tras aprovechar los céspedes y sus lombrices.
Misteriosamente los cantos nunca se repiten exactamente; siempre hay pequeñas variaciones con lo que aparentan ser pocos «recursos».
El ruiseñor es algo impresionante en esto; canta impetuoso y claro pero nunca se repite mientras demuestra el fluir del agua y las hojas del soto… y además, la circularidad rotunda de su canto estalla en espirales ascendentes suavizando la linealidad de la bajada del agua… equilibrándola con la ascensión interminable de los patrones geométricos de su canto… y siempre creando y creando diferente, sin descanso, noche y día… completando la primavera cuando llega a firmarla con su sello de divina luz circular en las arboledas.
Las currucas viven matorral y son matorral, lo cantan con bullicio suave; son Dios haciendo cierta metáfora del intrincado matorral… corroborándolo en lo chirriante de su música de alas y sangre en lo enramado de la espesura.
Curruca rabilarga (Sylvia undata)
wikipedia (J. Dietrich)

Los matices son extraordinarios, y los coros que conforman creando ambientes son como una agresiva rotura «creativa» (por comunicadora) que Dios hace de nuestro lacre y lastre… ese que creímos que sellaba la comunicación «olvidada»… diferida.
Las pardelas cenicientas vuelven a pasar la noche a tierra, si es que toca volver desde el mar… y cantan así de misteriosamente, trayendo un poco de lógica acuática a los escarpes donde anidan.
Pero… nos daremos cuenta de que somos pájaros digamos que de un modo distinto a como diríamos que entendemos eso del «darse cuenta» aquí, en nuestra «dimensión».
Hay canalizaciones, es decir, revelaciones… que atribuyen «la mente» que sustenta o fabrica a los pájaros (que les daría «el sello del alma») a la séptima dimensión.
Recordemos que en general la mente fabrica todo, lo fabrica «en profundidad»… desde el «interior»… insuflando esa Vida que no es de este mundo a través de la «antena ADN», esa antena que lo contiene todo, siempre cambiante, siempre en resonancia potencial o actual con mil y una «dimensiones».
Tal mente, que diríamos que somos también nosotros pero «más plenos»… responde a sutiles variaciones; responde sutilmente… como siempre, para no asustarnos más de lo que ya lo estamos… y el propósito es simple: hacia la plenitud que nunca hemos dejado de ser.
El universo es lógicamente una especie de orquesta… orquesta consciente en un sentido más universal de «consciente».
Y la disonancia es igualmente natural en esta música, pues diríamos que nuestra «civilización», ese reflejo de nuestro interior… hoy «canta» contra la Tierra… contra las dimensiones «superiores» que también somos, contra los pájaros y los delfines… canta a la nada… a la nada imaginada del ego, que se quiso único sin la Unicidad… canta a la nada cósmica que en realidad no parece existir más que en nuestra imaginación… en nuestra desequilibrada mente que en su concepción «para sobrevivir» se focalizó solo en el aspecto físico externo —el ego.
Y el trabajo aquí, en este universo, es (expresado en los términos de esta densidad 3D: luz y oscuridad)… es el de llevar sin miedo, sintiendo todo por igual… una y otra vez la oscuridad a la luz… sintiendo la oscuridad, dejando que se desvanezca cuando la luz quiera llegar a ella, sin forzar… pero en una dulce lucha para que la luz interior llegue… (y esa nada-oscuridad solamente era la nada meramente imaginada por la mente común desequilibrada, la de todos… pero que por fin deja la oscuridad ante la luz y la mente se irá «purificando»… y restará solo Amor, pues nunca hubo principio ni final para lo eterno, para el Amor).
La mente que está en paz no tiene problemas con el tiempo, y uno de los sutiles recuerdos de los que puede servirse, pues todo está a su servicio, es el coro primaveral alado.
Somos dioses porque también somos pájaros…
…y los pájaros cantan los preludios del que creeríamos «silencio» más sonoro que «existiría» en este sueño de separación, en el universo —o más bien, que solo podría insistir: Dios.

4 opiniones en “Cantan los dioses, cantan los pájaros…”

  1. Estuve viviendo en Gabón cuando era pequeña y enfrente de casa había un sólo árbol donde dormía un montón de pajaritos, al atardecer cantaban todos al unisono, mi madre me decía que rezaban antes de dormir. Desde entonces cuando canta un pájaro por la noche pienso en el Dios de amor y me siento reconfortada.
    Abrazos

    1. ya ves si es fascinante esto de los coros alados……
      y el ruiseñor, con ese canto a deshoras, por la madrugada……
      abrazos

  2. Ja,ja,ja… Di que sí porque Dios está en todo, escuchando ahora mismo la misa criolla, recordando el coro al que iba en la infancia (unos 8 años)

    1. qué bonito esto de la criolla, aunque qué quejica…
      …¡pues qué mal empieza la letra!… pues quienes tienen que «tener piedad de nosotros» somos nosotros mismos…, :)…… pues «el Señor» está a otro lío…, no puede contagiarse de la locura que inventamos en cuanto a universos de la separación…, en cuanto a «conciencia» de algo separado interpretado con sensación de miedo… culpa… «pecado»…,
      …ya sabes…, como viene a decir el Curso de milagros… la «locura» que inventamos por creer esta interpretación miedosa de la posibilidad de lo «individual» es nuestro propio lío… es nuestra creación mental… pues el universo es conciencia… fabricado mentalmente…
      …así que «el Amor» no tiene que ver con esto…, aunque lo va deshaciendo cuando lo permitimos (eso serían los milagros… reconexiones interpersonales para que el Otro Principio alumbre el mundo… en el reconocimiento de la conexión, la única natural… con ese canal que nos une con «el Señor»… con el Amor… ya ves).
      abrazos

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