Nerón: Cuenta su experiencia en los infiernos y la ayuda recibida

El 16 de enero de 1917 Padgett recibió este mensaje de Nerón, el famoso gobernante de la antigua Roma, cruel, responsable por ejemplo de muchas muertes violentas.

Abajo está el mensaje y enlaces al audio.

Viene bien aclarar, por ejemplo, que, como se habla de almas gemelas (y por si no se ha visto alguna otra cosa de la verdad divina), que no todas las almas completas que se dividen para encarnar son «heterosexuales», por así decirlo. Hay una mayoría heterosexual, pero un porcentaje es «homosexual» (es decir, cada mitad encarna en un cuerpo del mismo sexo que aquel donde encarna la otra mitad).

Audio: en ivoox / descarga

Mensaje

Nerón: Cuenta su experiencia en los infiernos y la ayuda recibida

Estoy aquí, el espíritu de uno que vivió en la tierra la vida de un hombre malvado, y un perseguidor de los cristianos, y un blasfemo de Dios y de todo lo que era puro y santo; y cuando viví la vida hasta su final y «estiré la pata» [morí – aquí usa una expresión coloquial equivalente] y me convertí en un espíritu, también me convertí en un habitante de los infiernos más bajos donde todo es oscuridad y tormento, y la morada de los demonios y de todo lo que tiende a hacer al espíritu infeliz y en desacuerdo con el Dios amoroso.

Me presento así para demostrarte el maravilloso poder del Amor Divino, pues ahora soy habitante de las Esferas Celestiales, y sé que este Amor no sólo es real, sino que es capaz de hacer al más vil pecador partícipe y dueño de la Esencia Divina del Padre.

Mis sufrimientos estaban más allá de toda descripción y fui el más «profanado» (desecrated: faltado al respeto) de los mortales, y era casi adorado por los demonios del infierno a causa del gran daño que había hecho a los seguidores de Jesús, que, en mi tiempo, estaban poseídos por este Amor y esta fe, a la que ni siquiera los terrores de las fieras de la arena, o los fuegos de mis propios malos designios podían hacerles renunciar -en esta gran religión que el Maestro les había enseñado, y que los discípulos seguían enseñando cuando di muerte a tantos de ellos-.

Los demonios me amaban por el mismo mal que había hecho, pero es extraño que los espíritus de los que había enviado al mundo de los espíritus antes de tiempo no se vengaran de mí, ni vinieran a mí con sus imprecaciones o maldiciones. Luego, cuando estuve en el mundo de los espíritus el tiempo suficiente como para darme cuenta de mi entorno y de la naturaleza de estos males, estos espíritus de aquellos que yo había hecho mártires, vinieron a mí con simpatía y piedad, y de hecho, trataron muchas veces de ayudarme a salir de mis grandes sufrimientos y oscuridad. No comprendía toda esta inesperada bondad y prueba de amor, y durante mucho tiempo no quería creer que estos espíritus fueran sinceros; y así, sufrí año tras año, siglo tras siglo… y me convencí de que mi condición era fija, y que para mí no había esperanza, y que el Dios del que había oído hablar no era mi Dios, y que los demonios eran los únicos compañeros que estaba destinado a tener por toda la eternidad.

Y así aguanté, deseando morir, pero no pude. Oh, os digo que fue horrible y más allá de toda concepción de los mortales. La ley actuaba y yo pagaba el castigo, y parecía no tener fin.

No podía encontrar ningún consuelo entre los que me rodeaban, y los placeres que al principio disfrutaba se convirtieron para mí en meras cosas de burla y escarnio, y mi oscuridad y tormento se hicieron mayores. Cuántas veces invoqué a Dios para que, si es que había un Dios, me diera muerte; pero la única respuesta a mi llamada era la risa de los sonrientes demonios, que me decían que gritara más fuerte, ya que Dios podría estar dormido y ser sordo.

No sabía qué hacer, así que me aislé lo mejor que pude de estos terribles asociados, y muchos años de mi vida los pasé en la oscuridad de la soledad sin un rayo de esperanza, o el susurro de una palabra que me dijera que podría haber un destino más justo para mí . Y así pasó el tiempo, y esperé en mi miseria que algún poder bondadoso viniera a aniquilarme; pero esperé en vano.

Durante todo este tiempo los recuerdos de mis actos terrenales eran como hierros candentes que abrasaban mi alma y quemaban mi cuerpo – según pensaba – pero el final no llegaba.

Sufrí las torturas de los condenados, y me pareció que pagaba por las penas de todos los pecados y malas acciones que habían cometido todos los reyes y todos los gobernantes malvados y opresores de la tierra. Muchas veces llegaban a mí y aumentaban mi tormento los gritos de los niños cristianos y los gemidos de los hombres y mujeres mientras eran despedazados de miembro a miembro, o quemados como las antorchas vivientes que yo había hecho de ellos. Vivía en unos pocos momentos una vida de siglos de tormento, así me parecía, y ni una gota de agua refrescante fue mía. Puede parecer imposible que haya seguido viviendo en este sufrimiento cada vez mayor, pero lo hice, porque me vi obligado a ello. La ley hacía su trabajo y no había nadie que dijera «basta».

Podría escribir un volumen sobre este sufrimiento mío y, sin embargo, no comprenderíais su significado, así que lo dejaré pasar.

En mi soledad y sufrimiento vino a mí, en una ocasión, un espíritu hermoso, lleno de luz y amor, y con toda la belleza de la temprana feminidad, según pensé, y con ojos de piedad y anhelo, me dijo: «No estás solo, tan sólo abre los ojos y verás la estrella de la esperanza, que es la señal del Amor y el deseo del Padre de ayudarte. Soy hija de ese Padre y poseedora de su gran Amor envolvente; y te amo, aunque me hayas quitado mi joven vida cuando me arrojaste a las fieras para satisfacer tu deseo de apagar tu sed de sangre inocente, y de ver el sufrimiento y escuchar los gemidos de tus víctimas; sin embargo, te amo, no porque yo sea un humano con una naturaleza bondadosa y una disposición indulgente, sino porque tengo en mí este Amor Divino del Padre que me dice que soy tu hermana, y que tú eres un hijo del Padre igual que yo, y que eres el objeto de Su Amor igual que yo lo fui. Has sufrido, y mientras sufrías, Su gran Amor se dirigió a ti con simpatía y deseo de ayudarte, pero tú mismo le impediste llegar a ti y conducirte a la luz y a la liberación de los sufrimientos. Y ahora vengo a ti, tu joven e inocente víctima, que nunca te había hecho mayor daño en la tierra que rezar por ti y pedir al Padre celestial que aleje de tu corazón la gran maldad que hizo que tantos de los míos sufrieran persecución y muerte. Todos hemos rezado por ti y nunca hemos pedido a nuestro Padre que te maldiga, ni que te haga nada para hacerte sufrir. Y hemos rezado por ti a menudo desde que vinimos al mundo de los espíritus; y ahora estamos rezando por ti, y esto porque te amamos y queremos que seas feliz. Mírame a los ojos y verás que el amor está ahí, y que lo que te digo es verdad. Y ahora, ¿no puedes amarnos un poco y abrir tu alma a nuestra simpatía, y dejar que tus sentimientos de pesadumbre y abatimiento te abandonen por un momento, y darte cuenta de que en este mundo de los espíritus hay algunos que te aman?».

Pues bien, decir que me sorprendí no expresa bien mis sentimientos, y al mirar a los encantadores ojos de aquella hermosa espíritu, sentí que los grandes pecados de mi vida terrestre me abrumaban; y en mi angustia grité: «Dios, sé misericordioso conmigo, el más grande de los pecadores», y por primera vez en toda mi vida en los infiernos, las lágrimas acudieron a mis ojos, y mi corazón pareció cobrar un sentido de vida; y vinieron a mí sentimientos de remordimiento y arrepentimiento por todos los males que había hecho.

Sería demasiado largo contar lo que siguió a esta ruptura de mi alma, toda marchita y muerta, y baste decir que desde ese momento, comencé a tener esperanza y a salir de mi horrible condición de oscuridad. Me llevó mucho tiempo, pero al final llegué a la luz, y este Amor del que el bello espíritu me habló por primera vez entró gradualmente en mi alma, hasta que, por fin, alcancé la condición de felicidad en la que me encuentro ahora. Y durante todo el tiempo de mi progreso, este radiante y amoroso espíritu vino a mí muy a menudo con sus palabras de amor y aliento, y oró por mí, y nunca me dejó cuando llegué a estar, como a veces estaba, dudoso y desanimado.

Y a medida que mi despertar continuaba, el Amor entraba en mi alma, y mientras ella me hablaba de las cosas celestiales que serían mías a medida que progresara y alcanzara las esferas del alma, donde están los hogares hermosos y los espíritus puros y brillantes, me sentía cada vez más ligado a ella por mi amor. Después de un tiempo llegué a la tercera esfera, y me di cuenta de que lo que ella me había dicho era cierto, sólo que yo no había sido capaz de comprender la grandeza de la verdad.

Comenzó entonces a hablarme de la felicidad de los bellos espíritus de los dos sexos, que yo veía juntos tan a menudo, y me explicó que eran almas gemelas, y que su amor era el más grande de todos los amores, excepto el Amor Divino, y que cada espíritu en todas las esferas tenía su alma gemela, y en el momento oportuno la encontraría.

Mi amor por este espíritu amoroso se había vuelto entonces tan intenso que en lo más profundo de mi alma deseaba y rezaba para que mi alma gemela fuera tal como ella; y, por fin, me llené tanto de mi amor por ella, que le dije que lo único en todo el cielo que necesitaba para hacer plena mi felicidad era a ella como mi alma gemela, pero que me daba cuenta de que ese deseo era inútil, ya que yo había destruido su vida, y por supuesto, no podía ser mi alma gemela. Y oh, cómo sufrí cuando me di cuenta de que ella no podía ser mía, sino que era de otro.

Cuando le conté estos anhelos y sentimientos desesperados de mi alma, ella se acercó a mí y me miró a los ojos con un amor muy ardiente… y me rodeó con sus brazos y me dijo: «Soy tu alma gemela, y lo supe poco después de que vinieras al mundo de los espíritus y entraras en tus infiernos de tinieblas, y durante todos los largos años recé y recé para que llegara el momento en que pudiera ir a ti con mi amor y despertar en tu alma muerta la respuesta a mi gran amor. Y cuando llegó el momento en que pude hacerlo, me sentí tan agradecida con el Padre que casi volé hacia ti, con cierto temor a la decepción, lo confieso, para decirte que no estabas abandonado, y que se pensaba en ti, pues en el mundo espiritual había algún amor dirigido a ti.

Por supuesto, no podía hablarte de mi amor de alma gemela, porque entonces no lo habrías entendido, pero a medida que tu alma despertaba y el Amor del Padre llegaba a ti, me sentía más y más feliz, y he esperado con mucha ansiedad este momento en el que pudiera decirte que este amor que había sido conscientemente mío durante tanto tiempo, es todo tuyo».

Bien, correré el velo aquí, pero podéis imaginar cuál era mi felicidad, y a medida que avanzaba de esfera en esfera, mi felicidad y mi amor por ella aumentaban y aumentaban.

Así os he contado la historia de la vida en el mundo de los espíritus del hombre más perverso al que Dios permitió vivir y satisfacer sus sentimientos de odio y venganza. Y yo, que he pasado por esta experiencia, y he comprendido todo lo que significa, digo que el Amor Divino del Padre puede salvar y salva al más vil pecador, y transforma al más grande de los demonios en un ángel Celestial de Sus más altas esferas.

He escrito mucho y estás cansado.

Te doy las gracias, las buenas noches, y firmo esto presentándome como tu hermano en Cristo, Nerón, el emperador romano, y en un tiempo perseguidor de los verdaderos hijos de Dios.

Mensaje original (verdad divina – Divine Truth):

https://divinetruth.com/sites/main/en/pje/PJE19170116A.htm